sábado, 28 de febrero de 2015

DEPORTIVO XIL: TODO UN CLÁSICO
           
El Deportivo Xil se ha convertido en todo un clásico de la comarca: 42 años contemplan a este equipo nacido en 1973 fruto de un movimiento local promovido por Horacio Castro, Miguel García Quinteiro, los hermanos Galiano y algunos otros para la construcción de un terreno de juego que albergara el fútbol que los chavales de Xil practicaban en el campo de “O Pazo”. El Xil, que militó en segunda y tercera regional, se midió en su día en liga a equipos como Vilalonga, Portonovo, Céltiga, O Grove o Ribadumia entre otros, pero sin duda los partidos que despertaba más pasión cada año eran los derbis con el otro equipo meañés, el Unión Dena.


De esquea a dereita, arriba: Ribeiro, Gino, Pepe Zapateiro, Manolo Camiña, Doro,
Cielo e Caseano; e abaixo: Cándido, Lito, Galiano, Ernesto de Luis Domínguez.
Los orígenes
La historia del fútbol en Xil se retrotrae a los años 30 cuando en plena II República los jóvenes de la localidad integraban un equipo que jugaba en el “campo do Pazo” y en “el campo da Cagallona” (próximo al cementerio de Meaño) enfrentándose a otros de la comarca como el Libertad o el Juventud de Sanxenxo, “O Empalme” de Sisán, “O Racha” de Vilalonga, el “Xa Virán” de Castrelo, el Anduriña o el Pontearnelas, entre otros. Eran encuentros amigables en campos no reglados y que no formaban parte de ninguna competición oficial. Aquel equipo se disolvió a inicios de los 40 y aunque el maestro de la parroquia, José Durán Medaniche quiso recuperarlo a finales de la década -pretendía llamarlo Deportivo Gilense-, fracasó por no llegar a acuerdo con los vecinos para permitir que se jugara en el “campo do Pazo”.

Primeiro partido do Xil, amigable no campo de Marquesa en Barrantes, 22-08-73
Segundo partido amigable do Xil, amigable en Poio, verán de 1973
El fútbol organizado no se retomaría en Xil hasta 1973 en que nace el Deportivo Xil. Horacio Castro García, que fuera uno de los promotores del club -y a la postre primer presidente-, rememora el momento: “los chavales llegaron a un acuerdo con el dueño de una finca en O Pazo y le pagaban un alquiler, poniendo cada uno el dinero que podía, para jugar allí al fútbol, Recuerdo que un día íbamos caminando por el lugar Miguel de Quinteiro (García Quinteiro) y yo, cuando vimos como el balón les cayó en una finca aledaña, su propietario lo recogió y no se lo devolvió, acabándose allí el partido”. “En aquel momento -continúa- empezamos a hablar de lo bueno que sería que los chavales tuvieran un campo donde jugar, pues ya entonces empezaba a aparecer la droga y entendíamos que si los chavales ocupaban su tiempo en el fútbol se olvidarían un tanto de ella”. “Quinteiro -prosigue Horacio Castro- me dijo que tenía un monte bastante llano que, acondicionado, casi debía dar un campo y en las semanas siguientes nos pusimos a ello: hablamos con los vecinos colindantes para conseguir más terrenos y hacer un campo reglamentario, y empezamos a organizar un club federado”.


Obras de construcción do campo de Boavista, ano 1973

El campo de Boavista
El campo pudo construirse gracias a aportaciones vecinales más a la mano de obra que muchos de ellos ofrecieron de forma altruista. “Teníamos 25.000 pesetas -recuerda Horacio Castro- que fue lo que nos cobró la pala por allanar el terreno, el resto del trabajo fue nuestro”. El Boavista -que así se bautizó- se inauguró oficialmente el 23 de junio de 1974 en un partido en que el Deportivo Xil se medía a una selección gallega, ante la que cayó por 1-4. Aquella fue una jornada festiva en la parroquia: traca de bombas a las ocho de la mañana, misa a las 12 en el campo con sermón a cargo de cura párroco Manuel Cornes y presencia de la Virgen del Carmen -nombrados respectivamente coadjutor y protectora del club-, aperitivo en el campo y, por la noche, tras el partido, una verbena.

Personaxes que forman parte da historia do clube, nunha foto actual.
De esquerda a dereita:  Ricardo Galiano, Amancio, Horacio, Manuel Padín e Sueiro
Pocos saben, no obstante, que los colores oficiales rojinegros de la indumentaria con que se viste desde entonces el equipo -que evoca la del Milan italiano- son fruto de un error que nos explica el propio Horacio Castro: “En principio habíamos acordado que la camiseta fuera toda roja y el pantalón blanco, de hecho esos colores se registraran ya así en la Federación. Sin embargo, cuando la empresa de pinturas pontevedresa Celso Míguez, que se brindara a regalarnos la indumentaria, nos la entrega comprobamos al abrir la cajas que las camisetas era a rayas verticales rojas y negras. Entonces nos dijimos que también eran bonitas y nos quedamos con esos colores”.
Cierto que a la hora de entrar en competición oficial y estrenarse en aquella temporada 1973-74 surgieron problemas con el campo. Y es que la Federación Gallega de Fútbol, tras recibir una serie de reclamaciones, decidió excluir al equipo del campeonato al entender que el Boavista no reunía las condiciones requeridas, sobre todo en lo referente al excesivo desnivel del terreno de juego y a la falta de un acceso en condiciones al mismo. Pero el Xil apeló la decisión y consiguió una prórroga de ocho días para subsanar los problemas, lo que logró hacer en ese corto período de tiempo la directiva que presidía Horacio Castro.

Cartel anunicador do partido de inauguración do campo
de Boavista, 23-06-74
Empieza la competición: los años 70
El Deportivo Xil se estrenaba así en liga en la temporada 1973-74 con Leonardo Martínez (Barrantes) en el banco para disputar la entonces segunda regional “Rías Baixas”, una liga de 13 equipos en la que militaban clubs de tanta solera hoy como el Portonovo, Umia, Vilalonga, Deportivo Grove, Céltiga o Ribadumia, entre otros. Como cabía esperar el Xil no brilló en aquella su primera temporada: acabó colista con tan sólo siete puntos. Su primer gol lo materializó el meañés Luis Rodríguez “O Vigués” en un partido jugado en Boavista ante el Céltiga y donde el cuadro meañés cayó por 2-3. Su primera victoria llegó en el derbi ante en Dena, un domingo 13 de enero de 1974, en que Xil se imponía en As Cachizas por 0-2, goles ambos de Miguel Sueiro. El equipo lo integraban Andrés, Luis, Juan, Melón, Carmelo, Victor, Eduardo, Galiano, Sueiro, Miguel y Lino. Otra victoria ante el Ribadumia y tres empates completaron los puntos del Xil en aquella primera temporada.


1974, expedición do Xil en barco cara a Illa para xogar co Céltiga
En la 1974-75 el Xil clasificó séptimo en la mitad de la tabla, y en el 75-76 lo hizo octavo lo que le permitió salvar la categoría por un punto dado que al año siguiente se creaba la tercera regional. Horacio Castro refiere el conflicto que se produjo con el Cangués, filial del Alondras, que pretendía la plaza del Xil en segunda: “fue necesaria una reunión de la Federación en Santiago, en la que dijimos que estábamos dispuestos a apelar a la nacional porque entendíamos que la plaza era nuestra. Aquella votación la ganó el Xil y el Cangués, dolido, acabó disolviendo el equipo”.
Pero en la temporada 1976-77 el Xil no pudo mantener la categoría y, tras clasificar como colista, desciende a tercera. El equipo se movió durante casi una década en esta categoría donde los más que pudo fue clasificar tercero en la 1978-79.


Equipo do Xil na tempda 1976-77, de esquerda a dereita, arriba: Suso, Cons, Ferrancho, Ñico (porteiro), Ruel e Bernardino; 
e abaixo: Juan, Currás, Mazola, Quirós e Chas.

El regreso a segunda
Fue en la segunda mitad de los ochenta cuando el Deportivo Xil vive otro momento dorado, este de manos de José María Alonso Esperón en la presidencia y de Ramiro García Fariña (Dena) en el banco. En la segunda temporada de ambos, la 1987-88, el equipo se proclama campeón de su grupo de tercera y consigue el ascenso a la segunda regional. Aquel plantel todavía se recuerda en Xil: Dozo y Fandiño como porteros Varela, Uzal, Banjamín y Nando en defensa; Arturo, Eladio Abal, Pepe “O Rubio” y Horacito en el dentro de campo; y Manuel Ángel y Piñeiro en punta. Junto a ellos jugadores como César, Martiño, Andrés y Raúl Abal, Vázquez, Martiño y Eladio Vilas. No sólo habían conseguido el histórico ascenso sino que también llegar a jugar la final de la Copa Diputación en esa temporada, final en la que cayeron ante el ante el Moraña por 1-2. “Era una buena hornada de jugadores, de que los que muchos venían ya de nuestros juveniles con José Muras” recuerda hoy José María Alonso, de cuyas paredes del ya mítico Bar Xil cuelgan 14 fotografías del equipo en diferentes etapas del club. “Aquélla -continúa- fue una época de mucha unión entre todos, íbamos con autobús a los campos y llevábamos hasta parte de la banda de música de Meaño que viajaba a los partidos para animar al equipo”. No fue fácil retener el plantel “porque el Ribadumia, Vilalonga, Cambados, Umia y otros equipos de arriba en nuestra zona pronto pusieron sus ojos en varios de nuestros jugadores que se acabaron yendo”. Así las cosas el equipo se mantuvo dos temporadas en segunda tras las cuales cae de nuevo a la tercera donde milita hace 25 años, abonado casi siempre a la zona baja y siendo habitual farolillo rojo.

José Mª Alonso nunha foto actual
Otros logros se pueden mencionar de aquellos años 80. Así en la temporada 1984-85 se construye la única grada que hoy alberga en campo en su lateral sur. “La hicimos por la noche cuando íbamos a echar allí horas al regresar de nuestros trabajos -rememora José María Alonso-, incluso recuerdo ir con los tractores a buscar piedras por los viejos muros de los montes para hacer la cimentación”. También fue a mediados de esa década cuando se construyó un pozo para dotar de agua en condiciones al campo “porque antes la cogíamos literalmente en un regato cercano” apunta José María.  A ello ayudó el Vilalonga “porque estaba remodelando su campo de San Pedro y entrenó una temporada en Xil -explica el entonces presidente- Acordamos no cobrarles nada y que a cambio nos ayudaran a financiar la construcción del pozo y la canalización para dar servicio al campo”. La época trajo consigo también algún susto como cuando un invierno duro se cayó el muro de la fachada del campo que hubo que levantar de nuevo cuando al club apenas tenía fondo alguno.

Banquiño do Xil en Porriño no anos 70, con Fandiño no centro.
A súa deretia Albino (entrenador) de Manolo Galiano
Presidentes, entrenadores y jugadores
Los más de 40 años de historia del Xil fueron posibles gracias a la labor de presidentes como el mentado Horacio Castro, al que siguió Manuel Galiano, Silverio Méndez, José Mª Alonso, Telmo Martín -el empresario que fue alcalde de Sanxenxo, diputado provincial y alcaldable en Pontevedra presidió el Xil en la temporada 1988-89- Horacio Cacabelos, Olegario Ortega, José Manuel González, Marcelino Cores, Néstor Naveiro y el actual Ricardo Pardo. Por el banco han pasado, entre otros, entrenadores como Leonardo Martínez, José María Camiña, Chás, Ramiro García Fariña, “Balois, José Domínguez “O Rubio” o Albino entre otros. Y también sumaron muchos directivos en la sombra, por encima de todos el omnipresente Manuel Fandiño, el que más años de largo comprometió su labor, gris y efectiva, con el club de sus amores.

05-09-76: Horacio Castro impón a insignia de ouro
a Mullonio cando se vai para o Pontevedra
Cuando se pregunta por jugadores a cualquier aficionado histórico del Xil, todos mentan a Mulloni como el mejor. A José Manuel Martínez Mulloni -que era un nombre completo-, natural de Sanxenxo, bien lo recuerda Horacio Castro: “era un interior muy bueno, que destacaba mucho, y que vendimos en 1976, aún siendo juvenil, al Pontevedra por 50.000 pesetas, cuando por aquélla el presupuesto de una temporada nuestra debía rondar las 100.000 pesetas”. Cierto que el Xil obtuvo aún más dinero por el jugador por cuanto hizo añadir una cláusula en el contrato por la que si Mulloni se iba traspasado a otro equipo el Xil  percibiría el 5 por ciento del dinero de la operación. “Y como quiera que al principio Mulloni se fue al Pontevedrés que era el filial -explica Horacio Castro- y luego recaló en el Pontevedra como profesional, se entendió este cambio como un traspaso por lo percibimos 150.000 pesetas a mayores, que era mucho dinero, y que el entonces presidente Silverio Méndez empleó en construir unos nuevos vestuarios en un lateral del campo”. Después del Pontevedra Mulloni, según recuerda el Horacio, acabó recalando en el Lorca.
El que fuera primer presidente destaca a otro jugador de la quinta, Monchiño, “también un centrocampista muy bueno que acabó traspasado al Arosa en esa misma época por 25.000 pesetas”. Era un dinero que, cuando aparecía, suponía una inyección para un club que estaba siempre bajo mínimos y que únicamente se mantenía con las cuotas del poco más del centenar de socios que tenía, la cantina y la taquilla “porque por entonces con el Céltiga, Vilalonga, Dena, Portonovo, todos ellos equipos de aquí, había mucha rivalidad por lo que aún venía gente y se hacían buenas taquillas”.


Equipo do Xil cara a 1981
Aquellos fueron los únicos traspasos por los que se obtuvo dinero. Pero hubo jugadores que recalaron también en otros equipos de arriba: “A finales de los 80 -recuerda José María Alonso-, del equipo que subió a segunda, se fue el central Nando al Cambados que entonces militaba en tercera, o Eladio Abal al Vilalonga”. “De manera especial -añade- recuerdo a este último: era un centrocampista excelente, con buen disparo y que tenía unos saques de banda que parecían córners: ¡era capaz de colocar el balón al segundo palo! Tenía calidad para triunfar, pero quizá su timidez le impidió explotar”.

Anecdotario
1979-80, partido de farra en Xil.
De esquerda a dereita: Ruel, Cores e Victor
En sus orígenes el campo de Boavista estaba totalmente abierto “por lo que te imaginas el tiempo que se perdía cada vez que un balón se iba fuera” apunta Horacio Castro. Su cierre perimetral se acometió en la temporada 1975-76. El club, que sólo disponía para ello de 30.000 pesetas que aportara una tienda agraria de Sanxenxo, se encontró con la generosidad de un empresario de Xil y socio del club, Evaristo Varela, que tenía una fábrica de ladrillo en Dena -popularmente conocida como la fábrica de los Calixtos-: “el se brindó a aportar el material -recuerda Horacio- y esperaba por el dinero tres años. Envió los ocho camiones de ladrillo que hacían falta y al final nos condonó toda la deuda”. Eso sí, el empresario que era también acérrimo seguidor y socio de Pontevedra, ponía su condición: “cuando yo le decía que Mulloni podía ir al Celta -recuerda Horacio-, él me espetaba: ¡si no va al Pontevedra, olvídate del ladrillo!”.
Tal gesto sirvió para que el club nombrara a Evaristo Varela socio de honor y le concediera la insignia de oro: “recuerdo que cuando se la puse antes de un partido en pleno centro del campo -rememora Horacio- no se le aguantaba en la chaqueta de punto y él emocionado me apremiaba diciéndome: ¡rómpeme la chaqueta!, ¡rómpeme la chaqueta!”.

Equipo do Xil a fins dos anos 70
Los árbitros también dieron mucho juego por aquellos años. “Una vez en Grove -recuerda Horacio- estábamos ganando 1-2 y el trencilla pitó el final ¡quince minutos antes de la hora! Cuando se percató del error nuestros jugadores ya estaban con la ropa toda mojada festejando la victoria bajo la ducha y en estas el árbitro se presentó requiriendo que volviesen al campo. Al final acordamos jugar ese cuarto de hora otro día porque estábamos todos mojados, y ese otro día logramos mantener la renta”. “En otra ocasión en Arcade -continúa- desde la grada le llamé a un árbitro falangista y éste, ni corto ni perezoso, paró el partido y mandó la pareja de la guardia civil a donde yo estaba para recriminarme”.

Equipo do Xil a inicios dos 80 con Telmo Martín de porteiro
La presencia de la guardia civil era habitual en cualquier campo de segunda o tercera  “tanto que había árbitros que no empezaban el partido si no estaba presente la guardia civil” apunta Miguel Sueiro, quien fuera jugador y capitán del equipo. Y es que las trifulcas eran frecuentes: “yo tuve que encerrar a un aficionado del Xil en Mosteiro -recuerda Horacio- para evitar que se la armaran al árbitro”. “En otra ocasión -continúa- recuerdo que Silverio (Méndez) tiró un bote de bebida al terreno de juego y se dio a la fuga empezando a correr por la grada, pero la guardia civil que estaba en el campo lo paró y quiso llevárselo detenido. Tuvimos que convencerles entre varios para que desistieran”. “Eran situaciones que se vivían en todos los campos -precisa Miguel Sueiro-, que eran más fruto de la ignorancia que de otra cosa y que, con el tiempo, fueron remitiendo conforme fue habiendo más cultura”.
Otro mal endémico de aquellos años eran las alineaciones indebidas: “quien más y quien menos reforzaba en alguna jornada el equipo si tenía ocasión -reconoce Horacio-. Recuerdo en cierta ocasión al Deiro, que nos recibía en su campo, y que contó con Millán que era portero del Cambados. El partido se puso feo y al final denuncié al árbitro la alineación indebida. La cosa no sentó bien y cuando nos visitaron en la segunda vuelta en Xil acabamos a paraguazos”.

O Deportivo Xil a fins dos anos 80
Prima y triunfos sonados
El Xil ha sido siempre un equipo humilde donde el dinero falta por doquier. “Solo en los años 70 los jugadores percibían alguna prima por ganar si la taquilla era buena -apunta José María Alonso-, de hecho yo recuerdo haber recibido en una ocasión 300 pesetas”. Pero el dinero era excepcional y esas primas ocasionales desaparecieron con el descenso a tercera. “Cierto que en la temporada 88-89 hubo una -relata José María Alonso-, la única de que tengo constancia en 30 años y que ofreció el entonces presidente Telmo Martín, que mantenía un pique tremendo con Ribadumia, y que decidió pagar a cada jugador que ganó allí 0-1, 5.000 pesetas por barba por aquella victoria”. E incluso nos refiere el caso de la única prima a terceros en la historia del club: “nos la ofreció en 88-89 estando en segunda un directivo del Cuntis que se presentó aquí ofreciendo 100.000 pesetas por no perder en Bueu, porque si puntuábamos allí subía el Cuntis si ganaba”. “Pero aquel dinero no lo cobramos -continúa- porque en Bueu, que estuvimos ganando 0-1 durante buena parte del partido, caímos por 2-1 con un gol a poco para acabar el partido por un penalti fuera del área por mucho”.

O Xil arredor de 1996-99
Más de cuatro décadas de historia dan también para algunos triunfos sonados “como cuando ganamos al Céltiga 1-2 en a Illa, a donde entonces se iba en barco porque no había puente -rememora Horacio- Recuerdo que nuestro portero, Lino Cores hiciera un partido fantástico, tanto que le pedían la camiseta al final y él les repetía: ¿pero cómo voy a daros la camiseta si no tenemos dinero para comprarlas?” “Fue cierto -corrobora Miguel Sueiro-, Lino hiciera un partido tremendo  aquel día, llegara contento el hombre porque acababa de tener a su primer hijo y creo que venía de celebrarlo”. Un Céltiga con el que, por cierto se mantenían excelentes relaciones “hasta el punto de que cada vez que íbamos allí -recuerda José Mª Alonso de sus tiempos de jugador- nos invitaban a todos a pulpo”.


Plantilla actual do Xil, tempada 2014-15
Pero las victorias que mejor sabor dejaban en la afición eran se lograban ante el Unión Dena, el eterno rival. El derbi meañés dio durante años partidos de mucha pasión, no exentos de algunas dosis de humor entre ambas aficiones “como cuando algún aficionado del Dena llegaba con el saco y lo dejaba en el bar: “para que recojáis los goles mañana”, nos decía”, recuerda Manuel Galiano, secretario del club en los 70. “Eran la madre de todos los partidos, los dos más importantes de la temporada” añade José María Alonso que los vivió como jugador y como presidente. Y es que la victoria ante el vecino fue, para unos y otros, durante años la más codiciada por parte de ambos.


Otras imágnes para el recuerdo...












De esqueda a dereita: Sueiro, Horacio e Sineiro, rememoran os inicios do fútbol en Xil
diante do que foi no seu día campo de fútobl de O Pazo

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