sábado, 25 de febrero de 2017

LOS PREMIOS “MAGNUM” DEL VINO GALARDONAN A UN BODEGUERO Y UN SUMILLER MEAÑESES

La séptima edición de los premios “Magnum”, que concede el Instituto Gallego del Vino, ha galardonando con máximas distinciones a dos jóvenes meañeses vinculados al mundo al sector como son Eduardo Camiña Ucha, designado por el jurado mejor sumiller en el tratamiento del vino gallego, y al bodeguero Rodrigo Méndez Arosa, cuyo Rías Baixas tinto “Finca Genoveva” fue reconocido por el jurado cómo mejor vino gallego del año.

Entre las mejores del mundo
El bodeguero Rodrigo Méndez
Rodrigo Méndez no ocultaba su satisfacción por un galardón que supone todo un reconocimiento para su proyecto vitivinícola encarnado en la  bodega familiar “Forjas del Salnés”, con sede en Cambados. De la mano del enólogo Raúl Pérez lleva una década volcado en los Rías Baixas tintos con los que está cosechando éxitos. Y es que a este galardón suma el reciente reconocimiento de la prestigiosa revista norteamericana “Wine & Spirits” que ha calificado a “Forjas del Salnés”, ahí es nada, como una de las mejores 100 bodegas del mundo. La publicación se basó para ello en la cata y puntuación de tres de los caldos de esta firma que fueron los tintos caíño “Goliardo” y “Finca Genoveva”, más el albariño “Leirana”.

Cepas con 200 años
El “Finca Genoveva” es un caíño tinto, cuya uva, procedente de cepas viejas con 200 años de vida que explota en una finca de Valiñas (Barro), ha sido pisada con los pies y transformada en vino siguiendo un proceso puramente artesanal. De hecho es un caldo selecto, criado durante 12 meses en barrica envejecida, y del que tan sólo se elaboran 700 botellas. Uno de los secretos de este meañes para ganar en calidad en sus viñedos ha sido, siempre de la mano de Raúl Pérez, “el mermar el rendimiento, esto es -explica- bajar la producción de la cepas, recogiendo así en la cosecha menos racimos pero con una uva de mucha mayor calidad que nos permite afrontar proyectos como este de Finca Genoveva”.La firma “Forjas del Salnés” tiene en el mercado actualmente unas 15 marcas diferentes de Rías Baixas, y envasa unas 10.000 botellas en variedades tintas, caíño, espadeiro y loureiro, trata de forma monovarietal o, como en su “Bastión de Luna”, aunando las tres variedades e un mismo vino.Su última apuesta ha sido la salida al mercado, hace apena una semana, de “Tras da Canda”, un caíño blanco monovarietal, único vino blanco de esta variedad cien por cien caíño que se elabora en Rías Baixas, y que también cría en barrica envejecida durante 12 meses a partir de una uva que , obtiene en unos de sus viñedos plantado en la parte alta de Sanxenxo.

El sumiller Eduardo Camiña
Finalista del "Nariz de Oro" 
En cuanto a Eduardo Camiña Ucha el jurado destacó que “pocas personas atesoran hoy tanta juventud y talento”. El sumiller de tanto sólo 24 años y natural de Simes, trabaja ahora en “Mugarri”, uno de los restaurantes vizcaínos de referencia en el momento. De hecho, por su trabajo en Euskadi no pudo estar presente en la gala, por lo que el galardón fue recogido en su nombre por su padre.  
En 2013, con 21 años, Eduardo Camiña fue designado uno de los once finalistas del prestigioso concurso “La Nariz de Oro” en España, y en 2015 se proclamó ganador del Concurso Gallego de Sumilleres. Forjado en restaurantes de prestigiosos cocineros gallegos como Pepe Sollla, Xoan Cannas y Javier Olleros, Eduardo Camiña es hoy, pese a su juventud, una de la referencias gallegas en al mundo del arte del vino.
Un Camiña Ucha que, de hecho, ya advertía hace un tiempo a través de nuestro particular Ventanuco precisamente del potencial de los Rías Baixas tintos: “Galicia en general, y las Rías Baixas en particular -afirmaba-, tiene unas condiciones de suelo y clima que dan como resultado unos tintos muy buenos y singulares, tanto que tintos con estas características no se encuentran en ninguna otra parte del mundo”. Y hacía una recomendación: “que se elaboren de la manera más natural posible -afirmaba-, porque todo lo ecológico está de moda y el mercado lo está acogiendo bien”


sábado, 18 de febrero de 2017

conversas.com 
José María Bello Santos
Delegado de la Asociación de Apicultura de O Morrazo


Natural de Moaña pero afincado en Bueu, y apicultor desde su infancia, José María Bello es el actual delegado de la Asociación de Apicultura de O Morrazo, que actualmente agrupa a una treintena de asociados vinculados al sector, organización que por extensión de la Asociación Gallega de Apicultura. Dada la falta de operatividad de los equipos de la administración, su colectivo viene llevando a cabo, por su cuenta y riesgo desde hace 2015, una lucha particular contra la avispa velutina, la cual actualmente tratan de exportar a varios concellos. La intención de un apicultor meañés, Rodrigo Pazos, más el caldense, José Ángel Cascallar, de promover una iniciativa similar en Arousa, ha llevado e José María Bello a intentar llegar con su propuesta a tierras salinienses, con el objeto de aunar esfuerzo de apicultores y concellos.

“LA LUCHA CONTRA LA VELUTINA PASA POR IMPLICAR YA A LOS CONCELLOS”

El apicultor José María Bello trabajando en sus colmenas
¿Es posible parar la plaga de la avispa velutina, tal y como se están extendiendo en estos últimos años?
Sí, claro que se le puede plantar cara y que podemos pararla, pero no como lo está haciendo la Xunta, con un método ineficaz que pasa por una empresa que es Tragsa y que es la que se encarga en muchos concellos de la retirada de nidos, pero que carece de la motivación necesaria para actuar con celeridad y erradicar la plaga.
En la asociación que usted lidera en O Morrazo se lo han propuesto por su cuenta. ¿Cómo surge la idea?
Fue vista la inoperatividad de la Xunta para actuar con prontitud ante los casos denunciados que una decena de apicultores del colectivo empezamos en 2015 a dedicarle tiempo y dinero para actuar por nuestra cuenta. Lo hacíamos con escaleras y arneses para subirnos a los árboles, jugándonos el tipo, hasta que un edil de Moaña, que un día nos vio trabajar en esas condiciones, nos dijo que aquello tenía que acabarse y movilizó al concello, que fue el primero, para apoyarnos y equiparnos debidamente para poder realizar nuestra labor en adelante con más seguridad.
Y desde ahí extendieron su plan a otros concellos.
Sí, amén de en Moaña, estamos actuando en Cangas, Vilaboa, Bueu, Marín e incluso llegamos a Barro. También se lo plateamos a Pontevedra, pero ahí, por su cuenta, el concello decidió invertir ya 20.000 euros en un equipo propio para afrontar la lucha por su cuenta.

Un nido de avispa asiática
¿Lo hacen de forma altruista?
Sí, pero esto no puede seguir así. Lo nuestro es pasión por las abejas, en mi caso las crio desde los nueve años, las quiero casi como si fueran de la familia, y no estoy dispuesto a quedarme quieto, quiero luchar lo indecible para no perderlas.
¿Qué resultados están logrando en esta actuación por su cuenta contra la velutina?
Sirva como ejemplo que desde de 7 de junio de 2016 hemos retirado 480 nidos de activos. Pero además, con las diversas trampas que hemos colocado en estos concellos, hemos capturado entre 1 de marzo y el 25 de mayo de 2016, 3.500 avispas reinas, lo que significa, evitar la creación de otros tantos nidos. Estamos haciendo por nuestra cuenta un trabajo que no sólo beneficia al apicultor sino que está siendo, por extensión, un servicio a toda la ciudadanía. Pero este es un parche, una situación temporal, nosotros no podemos estar continuamente dedicando tiempo y dinero en desplazamientos para brindar este servicio. La administración tiene que implicarse más, y cuando digo la administración pienso directamente en los concellos, que es la parte más cercana al ciudadano.
Pero los concellos se escudan en que carecen de personal y, además, no tienen competencia para ello, que es un problema que debería corresponder en exclusiva a la Xunta.
Cierto que no es competencia de los concellos, pero lo acabará siendo, no les queda más remedio que asumirlo porque en un problema real, creciente, y ante el cabe tomar el toro por los cuernos. En O Morrazo ya se tienen, producido picaduras de velutina que han acabado con gente el Meixoeiro o en el Álvaro Cunqueiro. Y el día en que se muera una persona por ello, entonces sí va a ser responsabilidad del concello de turno, porque tenía constancia de un nido que era un peligro potencial para la ciudadanía y, sin embargo, no hizo nada por erradicarlo.

José María Bello en una de susa charlas sobre la avista velutina
¿Cuál es, pues, su petición o recomendación a la administración local?
Lo primero que cabe recomendar a un concello es adherirse a un convenio que existe entre la FEGAMP y la Xunta, y que muchos desconocen, por el cual la administración autonómica equipa al concello con material: dos trajes específicos que cuestan 150 euros más IVA cada uno y, en ocasiones, a algunos también les aportan pértigas para fumigación que pueden ser de 7,2 y 27,30 metros y que vienen a costar unos 1.200 euros más IVA.
¿Y qué parte deben cumplir los ayuntamientos?
En cuanto a material, la parte que les toca es comprar los insecticidas y luego las trampas para capturar a las reinas.
¿De cuánto dinero estamos hablando?
Poco. Una garrafa de medio litro de insecticida ronda los 30 euros y da para fumigar una treintena de nidos. Luego las trampas para capturar reinas oscilan entre los 4 y 5 euros, y el líquido atrayente para disponer en ellas cuesta, según la marca, entre 28 y 38 litros, precios estos a los que cabe sumar el correspondiente IVA.
Pero también le tocaría al concello disponer de personal.
Claro, de momento es algo que estamos haciendo nosotros, pero, insisto, esta situación no puede perdurar en el tiempo, es un servicio a la ciudadanía por una cuestión que ya es de seguridad y que, por tanto, corresponde a la administración local, que es la más cercana al ciudadano. Es al concello a donde el vecino va a denunciar el nido de velutina que ve en el monte, que tiene en su finca o cerca de su vivienda.

Nido de velutina en lo alto de unos eucaliptos
En Arousa dos jóvenes apicultores, Rodrigo Pazos y José Ángel Cascallar, se están proponiendo una iniciativa similar en la suya en O Morrazo.
Lo he leído, y me alegra, incluso lo mejor sería, por qué no, aunar esfuerzos entre nosotros y los apicultores arousanos. Me consta que en Meaño hay bastantes nidos de velutina y que los encargados de retirarlos es el Grupo de Emergencia Supramunicipal (GES) de Sanxenxo que, en realidad, no es un GES al uso. Y sé también de buena tinta que a Meaño lo tienen un poco de lado en esta cuestión. Por eso entiendo que Rodrigo Pazos y otros se planteen dar pasos… pero, insisto, le toca también al concello.
A raíz de esta información que publicaba FARO DE VIGO el pasado lunes y que se centraba precisamente en Meaño, ¿se ha planteado poner en contacto con la alcaldesa Lourdes Ucha para demandarle la posibilidad de que su concello se sumara al convenio de FEGAMP-Xunta?
Sí, a raíz de esa información mantuve un breve contacto telefónico con ella, pero la noté un tanto a la expectativa. Me gustaría poder hablarlo con ella con más calma. No obstante, para esta charla el concello de Portas invitará formalmente a los alcaldes de Moraña, Meis, Meaño y Vilanova. Concretamente, Vilanova y Meis, tienen un foco de velutina enorme, precisamente donde la empresa Tragsa tiene asignada la retirada de nidos y, volviendo a lo dicho en un principio, eso no es casualidad. Espero que los alcaldes, y entre ellos Meaño, acuda a esta charla para tomar conciencia del problema real que se nos está viniendo a todos encima.



sábado, 11 de febrero de 2017

conversas.com 
Carlos Carrión Álvarez
Presidente de Bodegas Paco&Lola

La bodega meañesa Paco&Lola es, con sus 420 socios, la cooperativa vitivinícola más grande de la Denominación de Orixe Rías Baixas, y la última en surgir por cuanto lo hace en 2005, si bien las instalaciones propias de la bodega en su ubicación actual no abren hasta 2007. La firma agrupa 220 hectáreas de viñedo y envasa 2 millones de botellas de Rías Baixas en una apuesta decidida por el mercado internacional. Su presidente Carlos Carrión Álvarez, un profesor de instituto natural de Castrelo, que asumió esta responsabilidad en su día con tan sólo 37 años, acaba de ser reelegido, con 45 años, por tercera vez, y sigue siendo el presidente más joven de las tres grandes cooperativas.


NO DEBERIAMOS SUBESTIMAR LAS CALIDADES QUE PUEDAN CONSEGUIR ALBARIÑOS DE OTRAS ZONAS”

el presidente de Paco& Lola, Carlos Carrión
Recién acabado 2016 y a tenor de como finalizaban el año las bodegas… ¿se está recuperando el sector del vino en cuanto a ventas en la denominación de origen Rías Baixas?
Todo parece indicar que sí porque 2016 ha sido un buen año y prevemos que 2017 lo sea también.  A nivel de la denominación de origen se ha vendido en torno a 2,5-3 millones de litros más que en 2015, y entendemos que se está invirtiendo la dinámica negativa que veníamos arrastrando desde 2009-10. Además que en 2016 no se hayan generado excedentes para comercializar entre las propias bodegas es también una buena señal.
¿Qué mercados tiran de esta recuperación?
Sobre todo el internacional, porque las exportaciones a nivel mundial han crecido un 25 por ciento en este último año. Están tirando mucho, países como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania u Holanda, pero porcentualmente cabe destacar el mercado asiático que ha crecido un 65 por ciento, con incrementos sustanciales en países como Japón, China o Singapur.
¿Y el nacional?
El mercado nacional a nivel del vino en general sigue a la baja, pero en cuanto a Rías Baixas 2016 ha sido un año de repunte. En el caso de nuestra bodega notamos como siguen tirando mercados como Madrid, Cataluña, la Comunidad Valenciana… pero sobre todo a nivel de ventas notamos un incremento sustancial en Andalucía, un mercado en el que estábamos menos.
¿Y perciben que este crecimiento es firme?
Todo hace indicar que sí y que 2017 debería ser el año de la consolidación.
¿Ese crecimiento se notará también  en el precio de la uva que cobra el viticultor, sobre todo en firma como ustedes que se organizan a modo de cooperativa?
Debería notarse primero en el propio precio del vino y, en consecuencia, también de la uva. Las estimaciones son que los precios dejarán esa tendencia a la baja que caracterizó estos años de crisis y repuntarán. Prevemos que las marcas con precios más bajos van a ir desapareciendo o tendiendo e precios medios y eso, en buena lógica, va a traducirse en un mejor precio para la uva.

CarlosCarrión en el exterior de la bodega
Foto: Iñaki Abella
¿Han dejado las bodegas de Rías Baixas crecer en número, desapareciendo incluso varias, para crecer ahora en producción?
Sí, es cierto que han desaparecido algunas pequeñas bodegas y que las grandes estamos creciendo en producción. Nosotros mismos están procesando ya toda la uva que producimos y ya no generamos excedentes, es más, en un plazo corto de años, tal y como estamos creciendo en el mercado internacional, vamos a necesitar más uva.
El albariño ha dejado de ser de las Rías Baixas gallegas, y se planta y se elabora ya en los últimos años en Cataluña, en Alicante, incluso en California… Me dirá que no son Rías Baixas, pero ¿ese albariño, con sus matices, podrá convertirse en seria competencia para los nuestros?
Es cierto que no son Rías Baixas, aquí el terreno y el Atlántico le otorgan a la uva una acidez y unos matices que el albariño de otras zonas nunca podrá tener. Ahora bien, no deberíamos subestimar las calidades que puedan conseguir en esas zonas, es cierto que tenemos que apostar por lo nuestro, pero sin caer en la complacencia. Primero, porque en los mercados internacionales la gente de a pie casi siempre pide por la variedad de la uva, y muchas veces no se fijan ni donde se produce. Y segundo, porque cuentan con unos costes de producción muy inferiores a los nuestros. Mismo hay vinos californianos elaborados con uva cabernet que superan ya de largo en calidad a los originales franceses, y eso es algo que nosotros no deberíamos perder la vista.

Interior de Paco&Lola
De un tiempo a esta parte en una misma bodega prolifera la variedad de marcas, todas elaboradas con una misma variedad de uva que le entra. Algunos se preguntan cómo es posible que con esa única variedad se elaboren tantos vinos distintos en una misma bodega.
La pregunta tiene su fundamento pero no tiene toda la información. Primero, no todas las fincas de una bodega grande como la nuestra están a la misma altura, y eso repercute ya en la uva. Luego, cuando se vendimia, se clasifica la uva por grado alcohólico para elaborar unos vinos u otros. Pero hay más: en el prensado se hace otra separación, una calidad con la uva que rompe por su propio peso, y otra que se consigue cuando entra la bomba neumática, y la fermentación de una y otra son también luego diferentes; o en el proceso posterior en bodega puedes obtener vinos frescos u otros criados sobre lías. Incluso si se le para la fermentación a unos vinos y no a otros se obtienen también matices...  Todo ello repercute en sabores, olores…Es un mundo mucho más tecnificado de lo que pueda parecer en un principio, y fruto de ello una misma bodega puede obtener vinos muy diferentes.
¿Y esa variedad de Rías Baixas (espumosos, ecológicos, de baja graduación) responde a una moda o, en realidad, el mercado lo está exigiendo?
Sí, responde a necesidades, y en, ocasiones, responde también a pruebas de ensayo y error para experimentar con nuevos vinos.
Algunos bodegueros, caso de Eulogio Zárate en Padrenda, abogan por una viticultura sostenible, hasta el punto de afirmar que la producción de albariño, con tal cantidad de productos fitosanitarios que se aplican en nuestra zona, es insostenible, y el mercado acabará rechazando esos vinos.
Personalmente comparto la preocupación de Zárate. Las quejas por el abuso de fitosanitarios es algo que está yendo en aumento. Sabemos que aquí la producción ecológica es muy difícil por el clima, pero lo que tenemos que ir es cara a un sistema de producción más sostenible que el que tenemos en esos momentos y que, además de generar conflicto, está matando, por ejemplo, toda la fauna útil que existe en el viñedo.

El consejo de administración recién elegido
¿La producción integrada es una solución?
Lo es en parte, pero aún se puede ir mucho más allá. Nosotros, de hecho, hemos comenzado un proyecto de tres años con una bodega del País Vasco y otra de Asturias encaminado a investigar en ese plazo de tiempo sobre la reducción de los tratamientos fitosanitarios en el viñedo. Tal vez suene idílico, pero tenemos que caminar hacia eso, en cuestión de diez años esto tiene que dar un vuelco total, y ese es uno de los caminos por los que debe apostar la D.O.
Venimos de fechas navideñas y los espumosos de Rías Baixas parecen que están teniendo una acogida excelente en el mercado. Ustedes en Paco&Lola, de momento van de mano, de un cava catalán. ¿Para cuándo un espumoso propio?
Los espumosos exigen una infraestructura y nosotros, entre este año y el próximo, vamos también a experimentar y a probar en esa línea.
¿Y aventurarse con los tintos Rías Baixas que, de momento, las grandes bodegas no apuestan?
También iniciaremos este año un proyecto con ellos, pero de momento es solo eso, un proyecto, no más.

sábado, 4 de febrero de 2017

Said Kalaahi
Said Kalaahi es el cambadés, hoy jubilado, cuya cara es conocida por ser el médico que cada jornada se sienta en el banquillo de Xuven, equipo con el colabora desde hace un lustro, dada su vinculación familiar en el presidente Toño Lema. Pocos saben, no obstante, de su origen sirio y que su localidad natal, donde pasó su infancia y buena parte de su juventud, fue Alepo, la urbe más populosa de Siria, reducida hoy prácticamente a escombros por los yihadistas del Estado Islámico en el marco de la guerra civil que desde 2012 azota el país. De hecho, en Alepo conserva aún dos hermanos con los que mantiene contacto asiduo. Hoy reconoce sentir “rabia e indignación por ver una ciudad tan maravillosa reducida a ruinas por el fanatismo”.

EL MÉDICO QUE VINO DE ALEPO

Said Kalaahi en Cambados, visto por objetivo de ca cámara de Iñaki Abella
“Nací y crecí en Alepo hasta los 23 años -recuerda Said Kalaahi-. Era una ciudad maravillosa, cuya economía se basaba en el comercio, porque está en pleno centro de la ruta de la seda, y en la que la producción industrial se centraba en el algodón. Recuerdo de manera especial su casco histórico, su antiguo castillo y su zoco con vida inusitada, plagado de pequeñísimas tiendas entre las que bullía la gente”. Quien así habla en Said Kalaaji, el médico cambadés que nació en Alepo hace 73 años y que se afincó en España cuando se vino estudiar con 23.
“Yo había acabado el bachillerato en Siria -recuerda- y, tras hacer un verano el campamento militar al que estábamos obligados, me vine a España con lo puesto, una maleta y poco más. Lo que quería era a estudiar fuera, y envié propuestas a varios países, hasta que fue España quien me contestó”. “Llegué -añade- pensando en estudiar el idioma y hacerme ingeniero. Estuve un tiempo en Madrid, luego Zaragoza, pero no acababa de sentar la cabeza, y finalmente me animé a venir a Santiago donde acabé por cursar la carrera de Medicina”.
Said era el mayor de siete hermanos, hijos de una familia que vivía con cierta holgura económica merced al almacén de productos agrarios que regentaba su padre. “En aquellos primeros años estudiando en España -rememora- fueron mis padres quienes me propiciaron sustento porque era un momento en que la lira siria estaba fuerte, y con poco dinero que me enviaran, aquí me cundía”. Cuando completó su carrera de Medicina se vino para trabajar en Cambados de manos de un amigo que acababa de abrir en la villa del albariño un centro médico. “Santiago era bonito -reconoce-, pero Cambados me cautivó para siempre, entre otras cosas porque tiene mar, aquí me asenté, hice vida, me casé… y aquí sigo”.

Nuestro protagonista en una imagen de su regreso a Alepo. Archivo familiar
Regreso a Alepo
Durante años no pudo regresar a Siria “porque yo no había realizado el servicio militar en el país y era, como quien dice, un prófugo”. Lo hizo a inicios de este siglo, pasado el tiempo prudencial para el olvido, y con el objeto de visitar a su familia en Alepo. “Cuando me vine para España a mediados de los años 60 -recuerda- había dejado una ciudad con una gente de carácter más cerrado al turista extranjero, pero más tolerante en su interior, en la que los judíos se habían ido por la presión popular, pero donde musulmanes, armenios y cristianos, tanto ortodoxos como católicos, convivían con naturalidad”. Pero en su regreso a Siria se había encontrado una urbe diferente: “Alepo -recoconoce- se había convertido en una ciudad que había crecido mucho, demasiado, era ya la más populosa de Siria, con dos millones e personas, superando a Damasco, una ciudad en la que había mucho dinero, con enormes avenidas provistas de tres y cuatro carriles, y casas magníficas con fachadas de mármol rojo”. Pero pronto percibió que el crecimiento tenía su parte gris: “se multiplicaran las mezquitas por doquier -afirma-, y había crecido el radicalismo religioso, las mujeres se tapaban el pelo con el velo, incluso a una cuñada que no conocía, no pude verla físicamente y tuve que limitarme a hablar con ella a través de una cortina”. “Me llamaba la atención -recuerda- porque yo crecí en Alepo en el seno de una familia musulmana con una madre de origen turco, pero que, como la sociedad de entonces, era muy tolerante, y en la que la religión era algo secundario. En cambio, cuando regresé fui consciente de la presión social que existía en el ámbito religioso, la televisión, la gente, todo tendía al adoctrinamiento”.

Dos hermanos en Alepo
Junto con su esposa a su viista a Alepo. Archivo familiar
Mientras, con emoción contenida, nos muestra en su teléfono las fotografías que le remiten los suyos hoy desde Alepo, en las que se comparan las imágenes de las calles, el castillo -uno de los símbolos de la Unesco- que daba entrada al casco antiguo, declarado en 2006 Patrimonio de la Humanidad, o el zoco, antes y después de la destrucción. Con el dedo sobre la pantalla de su móvil pasando las fotografías Said evoca la que fuera su ciudad: “Los yihadistas del Estado Islámico se han propuesto destruir todo lo antiguo, y el bello casco histórico de Alepo ha sido el primer objetivo de esta locura… No puedo más que sentir una rabia inmensa al ver las imágenes de tanta destrucción de unas calles que yo mucho pisé un día”.
Nuestro protagonista mantiene todavía a dos hermanos en la ciudad. “Los otros se fueron, el último, el más joven, Sajer Kalaaji, a Noruega en calidad de refugiado, y otro a Turquía porque, por edad, aún podía ser movilizado a causa de la guerra” explica. Con los dos que se han quedado en Alepo y con sus sobrinos habla menudo por teléfono “pero son conversaciones breves -explica-, para saber cómo están, en las que me cuentan lo justo y poco más, sobre todo por temor a que las comunicaciones puedan estar interceptadas”. “Y es que en Siria -agrega- hablar de economía y de todo lo demás, bien, pero hablar de política siempre fue muy peligroso, corrías el riesgo de desaparecer al día siguiente, y ese miedo sigue latente, si cabe más aún hoy”.
“En Alepo lo están pasando mal -refiere Said Kalaaji-, mismo a mi hermano Mudar un obús le ha destruido toda la fachada de su casa que ahora tiene cubierta con plásticos. A día de hoy, con la recuperación de la ciudad por parte de la tropas gubernamentales de Bashar Al-Asad hace unos días, me dicen que están más tranquilos, y que las bombas que están detonando son las dejadas por el Estado Islámico y que el ejército gubernamental está explosionando de forma controlada”.
Reconoce que algunos de sus hermanos le habló de la posibilidad de venirse como refugiado a España: “pero les cuesta, tienen allí toda su vida y yo, por mi parte, también les soy realista y les digo que aquí la situación no está nada fácil, porque poder salir adelante y encontrar trabajo es tarea ardua con la crisis”.

Alepo, antes y después de la destrucción
Pesimismo
Nuestro protagonista se muestra pesimista sobre la salida al conflicto que Siria vive desde 2012. “Aunque la guerra se termine -opina- persistirán las guerrillas, como lo han hecho en Iraq y otros países árabes, el conflicto se enquistará y la población civil seguirá padeciendo las consecuencias de la violencia”. Según este médico afincado en Cambados el conflicto está alentado por un trasfondo internacional. “Los países de la zona -explica- siempre estuvieron bajo el control de los Estados Unidos, excepto Siria cuya alianza natural ha venido siendo la Unión Soviética, ahora Rusia, que desde siempre ha tenido bases militares en el país. Y fueron precisamente estados como Arabia Saudita o Irán, muy vinculados a los norteamericanos, quienes financiaron la construcción masiva de mezquitas, en lo que era una lucha encubierta por hacerse con el control de país”. Y otro condicionante internacional azuza, según él, el conflicto: “la presencia, cada vez más frecuente de yihadistas llegados de occidente, gente forjada aquí y que están yendo a Siria para luchar por la causa del islamismo radical, y que se suman a los que, escapados de Iraq cuando la guerra y caída de Sadam, trasladaron su actividad precisamente a Siria”.
Sobre la posibilidad de volver un día al Alepo que lo vio crecer Said Kalaaji reconoce que “pese a la pena de ver la ciudad destruida no me importaría volver a visitarla, pero no para quedarme”. “Ya en su día -añade- mis hermanos quisieron convencerme para que, cuando me jubilara en España, regresara a vivir en Siria. Pero ni se me pasó por la cabeza, mi vida ha sido y es Galicia, y este Cambados que me encanta y donde ahora me dedico por afición a echarle una mano a mi sobrino en el Xuven, es algo que me gusta y con lo que también disfruto”.