domingo, 22 de julio de 2018

conversas.com
Alfonso Novas
Devoto de San Benito

Desde hace décadas las poxas de San Benito de Lores, tanto en invierno como en verano, se cierran con la subasta de una pareja de palomas que se ha convertido ya en tradición. La condición, que aquel al que se le adjudique la puja deber dar libertad al vuelo a las aves en el acto y ante del público. Alfonso Novas la razón de esta tradición, el devoto que desde hace 30 años realiza esta curiosa ofrenda al santo. Aunque natural de Areas vive afincado hoy en Vilagarcía. Presente el miércoles  entre el público, en esta ocasión él mismo se hizo con la puja que daba derecho a la suelta de palomas, el cual se adjudicó en 30 euros después de una subasta reñida. Un pavo y una pareja de gallos completaron su particular botín de la tarde.

“OFRECÍ LAS PALOMAS AL SANTO POR LA RECUPERACIÓN DE MI PADRE HACE 30 AÑOS”

Alfonso Novás se apresta a soltar la palomas cosneguidas en la poxa
¿Cuál es la razón de esta peculiar ofrenda al santo que ya es tradición en Lores?
Fue un ofrecimiento que hice al santo hace 30 años en un momento de angustia.
¿Por usted o por un familiar?
Por mi padre, que estaba muy grave. Entonces hice votos al santo por su recuperación y formulé el compromiso de entregarle en cada fiesta, tanto en invierno como en verano, una pareja de palomas, que son símbolo de la libertad y la pureza, pero con la condición de quien que se llevara la puja debía devolverlas al aire ante el público.
¿Y ha cumplido siempre en los dos San Benitos del año con esta ofrenda?
Siempre. Mismo este año fui a buscarlas a las siete de la mañana para traerlas al santuario. Y si un año, por cualquier circunstancia, no puedo, las mando traer por algún conocido.
Entiendo que su padre se restableció en aquella ocasión.
Sí, y, de hecho, sigue hoy vivo.
Ha pujado usted por soltar sus propias palomas, y se ha llevado el derecho, nada más y nada menos, que por 30 euros.
Sí, muchos pujamos, no por el dinero sino por conservar la tradición y colaborar con la fiesta, es otra forma de dar un donativo al santo.


Acto de suelta de palomas en San Benito
¿Sus palomas que cada año se sueltan en San Benito regresan a su palomar?
Aunque no son palomas mensajeras algunas sí vuelven, otras se acaban yendo. Tengo una que retornó diez años seguidos.
Pero no sólo las palomas, usted se ha llevado el ave más codiciada de la tarde: un pavo por 50 euros.
Sí, es un pavo que también había traído yo como ofrecimiento al santo. Siempre que puedo suelo traer algún animal a mayores, aparte de las palomas. Y este caso, en parte me obligué moralmente a recuperarlo. Hay devotos que lo hacen: pujan por recuperar los animales que antes donaron al santo.
Las poxas de Lores mantienen el tirón, pero ya sin el esplendor de antaño.
Sí, es cierto, porque está retrocediendo el rural, hoy criar animales está muy complicado: si cumples con todos los requisitos que te exige la ley, además de un quebradero de cabeza, no es rentable. Para seguir criando tienes que ser un amante de los animales, ese es mi caso, los crío en mi casa de Areas, porque me gustaron desde siempre, mismo palomas tengo medio centenar. Nunca he sacrificado una, las palomas me gustan porque son un símbolo de paz y me agrada verlas en libertad.
¿Piensa usted que con esta generación irán desapareciendo las poxas?
Puede que aún se mantengan. Mismo está tarde es agradable ver a tanto niños aquí con sus padres. Es una manera de ir empapándolo en esta tradición, es bueno que vean las poxas, que curioseen y ver el ambiente que se respira en ellas. Pienso que así los hijos irán imitando a sus padres y espero que la tradición se mantenga en el tiempo, es algo a conservar.




domingo, 15 de julio de 2018


Dos hermanas frágiles con edades de 12 y 11 años, que habían crecido juntas con sus particulares fobias de infancia, acaban de separarse miles de kilómetros, con el Atlántico por medio para siempre. Se trata de las dos monumentales meninas concebidas por el escultor meañés Francisco Pazos (premio Asorey, 2017) en los años 2006 y 2007, en su permanente búsqueda de experimentar con las texturas de diversos materiales y que le llevó entonces a volver de nuevo a un material frágil como es el ladrillo. Y una de estas meninas acaba de ser adquirida por un coleccionista de Miami que la expone ya en su mansión.

DOS HERMANAS SEPARADAS POR EL ATLÁNTICO
           
Francisco Pazos con su menina más joven en el Pazo de Torrado. Foto: Iñaki Abella
“No era la primera vez que trabajaba el ladrillo -apunta Pazos-, pero sí ansiaba concebir en este material una figura de mucho volumen y ahí surgió como pretexto la menina que, por su amplia falda, me parecía adecuada”. Las dos fueron creadas con un año de diferencia, en ladrillo y pintadas con colores blanquecinos. “El blanco es el color de la pureza -apunta-, pero además era un color que propiciaba un contraste con el ocre del ladrillo que yo dejaba al natural en partes de la figura, y que me gustaba”.
Sus dimensiones son similares, 1,85 de alto por 1,40 de ancho, si bien la mayor, concebida en un mes de trabajo en 2006, presenta una falda que se asemeja más a una forma cilíndrica, mientras que en la más joven -la esculpida en 2007- la prenda se asemeja más a un óvalo. Las dos crecieron juntas, recluidas en su Cobas natal. Viajar no ha sido lo suyo: altas, frágiles, demasiado ampulosas, acabaron desarrollando una hodofobia atroz, y optaron por sentirse protegidas en la casa- taller de su creador. Sólo la más joven se soltó en dos ocasiones para viajar, la primera a Vigo con motivo de una exposición de la entonces Caixanova, y la segunda en 2107 para la muestra del escultor en el Pazo de Torrado (Cambados). La mayor, ni eso.

La menina mayor, vendida en Miami
Pero la pre-adolescencia siempre rompe moldes. Y fue así que esa menina mayor, que no había conocido apenas la luz del sol, se soltó de la noche a la mañana para viajar y, sin traumas, cruzar el charco para instalarse en Miami. La razón, el empeño de un coleccionista norteamericano de contar con la pieza del genial escultor meañés en su mansión, y así la adquirió a través de la galería Isadora en A Coruña.
Cierto que la hodofobia de la menina no hizo fácil el traslado. Y es que la complejidad de la obra, concebida en piezas para facilitar el porte a exposiciones, hizo preciso un meticuloso que un restaurador de la galería trabajase mano a mano con el escultor. “Fue necesario grabar dos vídeos -explica Francisco Pazos-, primero uno desmontando las 20 piezas que se engranan en la obra, enumerar cada una por el interior, y luego grabar un segundo vídeo montando cada pieza hasta lograr el engranaje completo de la obra. Así, de esta forma, pudieron montar luego la obra en la mansión de Miami”.
A partir de ahí se hizo preciso un cuidadoso embalaje de con cada una de las 20 piezas que fueron dispuesta en sendas cajas independientes y pertinentemente numeradas. “Ha sido un trabajo complejo, concienzudo y de mucha paciencia -reconoce Pazos-, máxime teniendo en cuenta la fragilidad del ladrillo”. 

Otra imagen de la manumental menina de Pazos
La menina mayor luce ya expuesta en la mansión del coleccionista, presidiendo una sala donde mira hacia el interior de la estancia, dejando a su espalda una gran cristalera tras la que se divisa un jardín con piscina. Lejos de ella, y a miles de kilómetros, permanece ahora en soledad la menina más joven, que se ha quedado Cobas, ocupando el centro de la sala del ático de la casa del escultor, en espera también de una casa de adopción. No es fácil por cuanto, a su miedo a  viajar, las dos meninas habían desarrollado también su particular agorafobia: “dada su fragilidad -explica Francisco Pazos- no es un pieza concebida para exteriores porque el viento y la lluvia pueden causar estragos en ella: tirarla o mismo que desarrolle musgo que iría rompiendo el ladrillo”. “En cierta ocasión -agrega- un decorador me aportó como solución meterla en una urna acristalada que la protegiera de la intemperie, pero aún así yo pienso que se criaría mejor en el interior, si bien dadas sus dimensiones, precisa de una estancia amplia, y no es fácil dar con un lugar así”.


sábado, 7 de julio de 2018

*** Opinión
Altura de miras


A posibilidade de construir por fin unha beirarrúa a altura do nº 2 de As Covas, en concreto no tramo que discorre por diante da perrucaría Teresa, é unha oportunidade que non pode deixar pasar o grupo de goberno. Desde que no curso 2003-04 se ampliara a estrada e se construíra a beirarrúa que une os centros de Meaño e Simes, este tramo de apenas 70 metros foi o único de 2 kms  que quedou sen ela.
Agora ábrese a porta a unha situación enrocada. A propietaria pretende segregar unha parte da finca para poder construir nesa nova parcela unha segunda vivenda. Para iso é preciso que ceda para dominio público o que establece a norma, o que ven a ser o frontal que xa se lle requería en toda a fachada da finca fai 14 anos. A esa cesión a propietaria -non lle queda outra-, está disposta. Pola súa banda, o concello autorizaría a segregación coa condición de que a dona rebaixe o terreo para deixalo a nivel da estrada. Pero hai outro requisito que emerxería logo: para outorgarlle licencia de obra, esixiríanlle urbanizar o tramo que queda fóra, é dicir, construir/pagar a beirarrúa que no seu día impedíu. Este último condicionante é o que omite, de momento, no seu argumentario a rexidora. E a construir esa beirarrúa non está disposta a propietaria que, chegado o caso, podería renunciar á segregación e á construcción da vivenda. Se eso ocorre, a posibilidade desa beirarrúa enterraríase por xeracións. Ao tempo.


Desde aquela os veciños -escolares incluidos-, asumen a diario un risco innecesario circulando sen berarrúa nin arcén nese tramo, onde a plataforma de aglomerado limita literalmente cunha fonda cuneta de terra. Ao longo dese tempo foron moitas as demandas dunha solución.
Non procede agora revolver nas razóns do acontecido fai 14 anos en relación co desencontro entre propietaria e concello para que non cristalizara a beirarrúa. Facelo, sería cargarse de argumentos vanos, non aportaría solucións. E quen menos debe removelo é o actual grupo de goberno que, lembremos, debería ser, como todo goberno que se precie, un órgano de xestión do ben común. Os gobernos non deben decidir desde o plano emocional, condicionados, como neste caso, por paixóns do sucedido entonces, senón que as súas decisións terían que estar rexidas por un plano cerebral, antepoñendo sempre ese ben común para o que foron concebidos. Eso é a política, e altura de miras. O resto sobra. Cando a xente debate sobre este caso en particular, moitos só ven razóns, eu, no futuro, só vexo unha beirarrúa.



lunes, 2 de julio de 2018

 hemeroteca  
Fai 20 anos, 1998. Desprázamonos ata a ladeira de Fontería, entre Meaño e Xil, con José Carlos Martínez e un grupo de aficionados ao aeromodelismo. O primeiro queríalle ensinar aos seus compañeiros as ventaxas da ladeira para practicar e disfrutar con vo sin motor. Nós nos quixemos perder a experiencia.

VUELO SIN MOTOR EN MEAÑO

Vista de la ladera de Fontefría en Meaño
Meaño cuenta con una de las mejores laderas de la comarca para practicar el vuelo sin motor con planeadores de ladera. Está situada en el lugar de Fontefría, a medio camino entre las parroquias de Meaño y Xil, en una de la faldas que bajan del monte Castrove por su cara occidental y que cae hacia la parte baja de la ría de Arousa. Se da la casualidad de que en el extremo sur de dicha ladera se encuentra el vertedero municipal de Meaño. Además ofrece extraordinarias vistas a la ría, conocidas por muy pocos.

El vecino de Ribadumia José Carlos Martínez, conocido por estar construyendo en su domicilio un avión desde hace unos años y aficionado al vuelo sin motor, acude regularmente al lugar para practicar esta modalidad de aeromodelismo. Según él "é a mellor ladeira da comarca para voar" si bien tienen que darse unas condiciones de viento favorable. "É necesario -precisa-, que haxa vento oeste, algo moi habitual en primavera e outono. Deste xeito a corrente de aire que procede do val, ascende moi rápido ao atoparse cunha ladeira tan extensa, e iso que permite que os planeadores voen moi ben". También influye que en esta época del año el sol calienta por la tarde la ladera originando de esta forma aire cálido que asciende rápido formando una corriente que favorece el vuelo. "En ocasións -señala José Carlos- a corrente que se forma resulta tan boa que o avión pode ascender ata meterse nunha nube".

José Carlos Maertínez es su taller de Ribadumia

Existen aficionados a este tipo de vuelo en la zona de Pontevedra y Vigo, enrolados en clubes, que se desplazan varias decenas de kilómetros para buscar una zona donde poder practicar su deporte favorito. La ladera de Fontefría, a pesar de reunir unas condiciones excepcionales, es desconocida para muchos. Hace unos días José Carlos estuvo en la zona con Marcelino, David y Carlos, tres compañeros pontevedreses, para mostrarles la ladera. Los cuatro practicaron con sus respectivos aviones y disfrutaron haciendo rizos, toneles, picados o vuelos invertidos. Todo un abanico de filigranas capaz de hacer disfrutar a cualquiera. Los cuatro coincidían en las buenas condiciones del lugar, si bien a Carlos no le convencía el aterrizaje "ya que a mí -afirmaba- esto de ir a buscar el avión al medio de los tojos, que quieres que te diga, no va mucho conmigo". Por su parte José Carlos, conocedor de la zona, y que vuela con un prototipo de construcción propia ya pensara en ello "eu deseñeino para poder aterrar nos toxos", comenta en tono desenfadado.

Otra imagen de la ladera de Fontefría
José Carlos Martínez practica con un prototipo que tiene siete años, mide un metro de largo y una envergadura -distancia entre extremos del ala- de dos metros. En el fuselaje empleó contrachapado de okume y pino de oregón, las alas están recubiertas de fibra de vidrio y para las alas de cola empleó madera de balsa "que é unha madeira tropical máis específica, pero o restos do material ou madeiras atópanse en calquera ferretería ou carpintería" afirma. Los radios de la rueda más los cables de freno de una bicicleta sirvieron para construir los mandos. Un aparato semejante ronda las 50.000 pesetas en el mercado, a lo que hay que sumar unas 30.000 que costaría la radio de transmisión. 
Para tamaño, el planeador con que volaba Marcelino, un prototipo de tres metros de envergadura que, cuando circulaba bajo, cortaba el aire como si un verdadero avión se tratara. Los tres pontevedreses suelen volar a menudo en la zona de Montalvo en Sanxenxo, pero coincidían en que la ladera de Fontefría ofrece muy buenas posibilidades y es un lugar a tener en cuenta.

Un prototipo de aeromodelismo
Para José Carlos Martínez, conocedor de la zona y que hizo las veces de anfitrión, "voar neste lugar, lonxe de todo e coa ría ó fondo, resulta relaxante, un esquécese de todo aquí arriba". Cierto que, de cuando en vez, se encuentra con compañía en el cielo, ya que por cuanto algunas aves suelen acercarse curiosas al planeador. "O habitual é que sexan aguias ratoeiras -asegura- que, pese a ter fama de solitarias, soen seren moi sociables no aire, achéganse curiosas ó avión e si realizas maniobras suaves incluso te imitan".
La ladera en sí también podría resultar buena para el ala delta y el parapente, "pero o inconvinte está en que non ofrece superficie de aterraxe suficiente no val, xa que abaixo hai moita zona de árbores". Mas, por lo de pronto, de ella sí pueden disfrutar los aficionados al vuelo sin motor con planeadores de ladera. Además de relajarse es una ocasión magnífica para descubrir extraordinarios paisajes que tan cerca.