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Rafael Pascual Viaplana
Director de la Banda Municipal de Bilbao
Director de la Banda Municipal de Bilbao
El
director Rafael Pascual Vilaplana (Alicante, 1971) ha dirigido recientamente en Meaño un seminario de formación de dirección en el que participaron
una docena de músicos y directores de bandas en Galicia, ávidos de mejorar su
técnica y comunicación con la batuta. Lo hicieron bajo los consejos de un
Pascual Vilaplana, considerado uno de los grandes directores bandísitico del
momento en España que, en las sesiones prácticas durante las que los
cursillistas dirigían a la Banda Unión Musical de Meaño sobre el escenario del
auditorio de Ribadumia, iba transmitiendo sus consejos, matizando y repitiendo
aquello que cada cual debía mejorar. Su análisis de la dirección, expresividad y empatía cautivó
a todos.
“EN BANDAS DE MÚSICA GALICIA ES HOY EL LUGAR MÁS
PUNTERO DE ESPAÑA”
Rafael Pascual Vilaplana en una imagen de archivo |
(Risas)
La verdad, es que nunca había reflexionado sobre ese paralelismo. Es cierto que
a cada mano se le atribuye una función, la derecha marca con la batuta y la
izquierda debe estar siempre previsora porque, atenta a todo eso que pueda
acontecer en el directo. Yo les digo siempre a mis alumnos que la izquierda hay
que saber tenerla quieta y moverla solo cuando compete. Ahora bien, también hay
directores zurdos, que en su caso llevan la batuta en la izquierda, a los
músicos puede costarles al principio, pero tras unos pocos ensayos lo asimilan,
es una cuestión de mimetismo.
Esa
misma cuestión surgía en una conversación con los alumnos en el curso en Meaño,
porque alguno reconocía sentirse incómodo con la batuta. En la historia de la
dirección ha habido de todo. La batuta es una herramienta que te permite mayor
comunicación con el grupo, sobre todo si éste es grande, hace que el brazo del
director sea más largo, pero también es un punto de atención para la vista.
Pero si no sabe sabes direccionarla bien la batuta se convierte en un engorro.
Mi consejo es intentarlo siempre con la batuta, hacerte a esta herramienta,
luego valorarlo.
El director con la BUMM en el auditorio de Ribadumia. Foto: Iñaki Abella |
Con
la batuta el director construye convenciendo. No me gusta que una orquesta
responda a mis órdenes, me gusta que una orquesta comprenda por qué ordeno. El
director aúna muchas individualidades de un grupo que son seres humanos, no
máquinas, de ahí la importancia de que el músico comprenda la razón de la
orden.
A la hora de dirigir: ¿hasta qué punto
es lícito para el director variar aspectos de la partitura que fue concebida
como tal por el compositor?
El director
tiene que ser el abogado defensor del compositor. Pero para ello le toca, no
sólo estudiar la partitura, sino también investigar y descubrir todo lo que
compete al mundo del compositor. No puedo analizar con los mismos parámetros
una obra de Vivaldi que de Shostakóvich, porque su realidad y su mundo son
distintos. Por eso el director debe contextualizar la obra, tener un
conocimiento mucho más amplio para ver más allá de los símbolos de la
partitura, y así poder construirse un criterio eficiente y respetuoso con la
obra y el compositor.
La
dirección, como en cualquier manifestación artística, es una buena combinación
de ambas. La palabra “técnica” viene del el vocablo griego “tekhne”, que en los
clásicos aunaba técnica y creatividad, fuimos nosotros lo que, con el tiempo,
hemos separado ambas conceptos.
A lo
largo de mis cursos he encontrado de todo: desde alumnos obsesionados con la
técnica y hasta temerosos de no ser correctos, y también lo contrario, gente
con un gran talento, más preocupados en sacarlo todo en vez de canalizarlo, con
lo cual les costaba asimilar la técnica. La técnica se puede corregir, pero
precisa de mucha práctica. El problema de la dirección es que se estudia de
adulto, y un adulto piensa que todo lo que entiende puede hacerlo, en cambio un
niño primero lo hace, después lo entiende.
Rafael Pascual Vilaplana |
Lo
vengo diciendo desde hace años en mis conferencias: en los conservatorios
elementales y medios debería trabajarse con los niños una praxis de lo es la
dirección, y que en las clases de solfeo, por las que han pasado tantos miles y
miles de niños, se vaya trabajando con ellos de paso una praxis de su gesto y
de lo que sería una buena técnica de dirección. De esa forma el niño lo estaría
asimilado de forma natural y, si el día de mañana, se decide por la dirección
esa técnica la tendría ya adquirida.
¿Cuál es ese consejo que da siempre a
alumnos en sus cursos?
Que
la dirección es una forma de vida, una carrera de fondo en la que, con la
reflexión, se estudia en el día a día para seguir aprendiendo y estando siempre
abierto todo. Porque, cuando uno dirige a un colectivo, y surge un problema,
debes pensar que el error es tuyo, y aunque sea un problema atribuido a los
demás, tú, como director, debes hacerlo tuyo y buscar la forma para corregirlo.
Hablamos de la dirección en España.
¿Para cuándo un español dirigiendo, pongamos por caso, a la Filarmónica de
Viena en el concierto de Año Nuevo?
Voy
a serle sincero. Ese concierto, que todo el mundo ve, muchas veces representa
todo lo que no tiene que ser un director. Porque en ese concierto el director
es un objeto de culto, la gente, el comentarista, todos se fijan en él: sí
aparece con un disfraz, si baja de la tarima, cómo saluda… y así la música se
convierte en lo último. El director es una herramienta de arte, no un objeto de
admiración, debe pasar desapercibido, la admiración tiene que ser la música que
genera.
¿Cómo definiría el momento de dirección
de bandas en Galicia?
Galicia
en un modelo muy ejemplarizante dentro del estado español de cómo ha cogido la
tradición de la música bandística, para evolucionarla y llevarla a un muy alto
nivel. Galicia ha sabido adaptar la tradición al mundo actual, aprovechando
para ello todo ese elemento formativo que le llega desde exterior para aportar
ideas. Y los gallegos son gente muy abierta para evolucionar esa tradición. La
palabra “tradición” a mí me gusta mucho, pero no tiene porqué estar reñida con
la evolución. Reconozco que, cuando vengo a Galicia, los alumnos de dirección
me exprimen, no sólo por el gran interés con que llegan, sino por esa mente
abierta que se pregunta constantemente y que quiere asimilarlo todo, y esa
puesta en común, sin complejos, enriquece muchísimo.
El director en la Quinta de San Amaro |
Para
mí Galicia es, en estos momentos, la región más puntera de España.
Supongo que por detrás de Valencia.
(Dudas)
No sabría, Valencia es el estereotipo, es cierto que tenemos una gran tradición, pero como en
muchas zonas esa tradición se está convirtiendo en una losa que impide apostar
por la renovación, y que las bandas se conviertan en entes culturales del siglo
XXI, y eso es algo que sí está haciendo Galicia.
Ha trabajado dos jornadas con sus
alumnos y la banda Unión Musical de Meaño. ¿Qué sensación se lleva de esta
formación?
Me
quedé muy impresionado, primero por la edad, después por la disciplina y la
flexibilidad, de cómo los músicos estuvieron siempre todos a cada una de las
peticiones y correcciones por parte de cada director. Y me voy impresionado
también por la calidad, de cómo respondían a lo que nosotros pedíamos. Meaño en
un ejemplo más del gran trabajo que se está realizando con las bandas en
Galicia, es realmente sorprendente como un pueblo tan pequeño tiene una banda,
no sólo a ese nivel, sino que se comporta a ese nivel, y máxime con gente tan
joven. Ver como un viernes por la noche en Meaño los jóvenes se reúnen para una
realizar una labor artística y sociológica en torno a esta banda es realmente
esperanzador para las nuevas generaciones. Lugares como Salcedo, Silleda y
otros están haciendo proyectos similares muy buenos. Ahora sólo cabe que, con
proyectos como estos y otros que existen, poner en valor la música de bandas,
porque en este país, cogemos una revista especializada y, al momento,
comprobamos la poca atención que se presta en sus páginas a gran cantidad de
bandas que existen en España y que, semanalmente, está produciendo cantidad
ingente de música y arte fantásticos, y no aparecemos.
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