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sábado, 26 de octubre de 2024


LAS BODEGAS “FORJAS DO SALNÉS” ESTRENAN CRIANZA DE SUS VINOS EN MEAÑO

Esta pasada vendimia supuso para las bodegas meañesas Forjas do Salnés el estreno de sus flamantes nuevas instalaciones, radicadas la ladera del paraje de Chan do Monte. Esta firma emerge así como una referencia meañesa en la D.O. Mirando de lleno a la playa de la Lanzada y el istmo de O Bao, el paraje ofrece una de las estampas paisajísticas más bellas de la localidad, y que esta vendimia aderezaba con uva albariña más su dosis de caíño y espadeiro tinto.


La saga familiar con tres generaciones de Méndez Arosa

A ritmo frenético, se logró que las nuevas instalaciones estuvieran a punto para recibir uva en esta campaña, y realizar el traslado de esta bodega de desde su ubicación anterior en el polígono cambadés de Sete Pías, donde radicara desde su nacimiento el 2012. El regreso para instalarse en su Meaño natal era el objetivo de este sello familiar. El proyecto implica a dos generaciones de la saga, más una joven tercera que ya asoma para asumir el legado en el futuro.
Con capacidad para albergar 300.000 litros de la D.O. Rías Baixas, esta bodega se estrenaba con el desembarco de en ellas de 200.000 kg. de uva, de los cuales 180.000 fueron de albariño, y 20.000 de tinto de la D.O.


Trabajo en la recepción de uva de Forjas do Salnés esta vendimia 

Rodrigo Méndez Arosa, que regenta la firma, reconoce que “con el trasvase y la apertura de instalaciones fue siendo una vendimia en la que trabajamos más que nunca, con 20 personas de lleno en bodega y viñas”. Entiende que estas nuevas instalaciones suponen “culminar un sueño que nos ilusionaba: el poder estar en Meaño, que es nuestra tierra, y vender desde aquí para el mundo”. Méndez Arosa explica que “del total de uva que estamos procesando, el 60 por ciento es uva de viñedos de la familia, y el 40 por ciento restante la compramos a unos 40 viticultores, meañeses en su inmensa mayoría”.
Sobre el precio, este bodeguero admite que “hemos cerrado contrato con los viticultores pagando la uva albariña a 2,20 euros el kg., que creemos que es muy buen precio”. Sobre el grado alcohólico que se requiere al proveedor, precisa que “nosotros no lo medimoso, conocemos las viñas y confiamos en el buen hacer de nuestros viticultores, muchos de los cuales llevan ya tiempo con nosotros”.
 
Rodrigo Méndez y Ari, matrimonio hoy al frente de la firma meañesa

Proceso de gestación

El proyecto se gestó con la compra de 14.500 m2 de terreno de varios propietarios. Empezó así hace tres años con la plantación de viñedo en los bancales habilitados de la ladera de Chan do Monte. En la parte inferior de la finca, se reservaron 1.780 m2 para la construcción de la bodega. Esta se organiza en dos bloques: un primero, para oficinas, en base a dos plantas asentadas sobre una superficie de 175 m2; y luego, la nave, de 74 metros de largo, para almacenamiento de cubas y zona de embotellado.
Una nave en cuyo interior ya lucen las cubas de acero inoxidable por poniente, más los grandes fudres de madera enfrente, todo ello listo ya para recibir los nuevos caldos de la cosecha, y embotellar ahora en su Meaño natal sus albariños “Leirana” y “Sketch”, más sus tintos “Goliardo” o “Bastión de Luna”. Algunos de ellos (los “vinos de guardia”) requieren de maduración en fudre, proceso que esta bodega eleva a cinco y hasta diez años.           
 
Viñedo de caíño tinto de Forja do Salnés

Venciendo al Kirk
Tras la vendimia del albariño tocaba la del tinto Rías Baixas, de por sí más tardía. Esta se acometiera en cuatro fases. Primero, en agosto, la dolorosa “vendimia en verde” siempre dolorosa, porque significa tirar al suelo los peores racimos en ciernes, y permitir que los demás maduren sanos y bien ventilados para alcanzar así una calidad óptima. Luego, el 23 comenzaba la propia vendimia, con una primera campaña, procediendo con la uva más madura. La segunda tocó el 4 de octubre y la tercera, se preveía para una semana posterior. Pero las abundantes lluvias que siguieron, con la guindo de la profunda borrasca Kirk amenazaron con dar al traste con la fase de vendimia para recoger los últimos 2.000 kg. que quedaran colgando aun de la parra. Aún así el caíño aguantó hasta el límite, y buena parte de esos 2.000 kg. pudieron aún salvarse el 15 de octubre. Con ello se cerraba la recepción de uva que se realizara este año a lo largo de casi mes y medio, siendo así la bodega saliniense más tardía en dar por concluida la vendimia.


Precisa de calma
El tinto Rías Baixas sigue un proceso diferente que exige de calma, pese a la adversidad climatológica. La bodega los demostraba en esta campaña. Con esta última uva que entraba, explicaba Rodrigo Méndez, “tocaba ahora en torno a 15 días en proceso de fermentación y maceración” que en unos días toca su fin.. Luego, procede el paso a toneles de barrica de roble francés donde el vino pasará el proceso de envejecimiento y crianza durante dos años. “Acabada la vendimia -apunta este bodeguero- en bodega nos aprestaremos a empezar a embotellar la cosecha de 2022, por lo que el vino de la uva que estamos recogiendo hoy no saldrá al mercado hasta 2026”. (Foto: recepción de caiño tinto en bodega)
Tocará esperar unos años para saborear esta primera añada de vinos criados en Meaño. Por lo de pronto, en los próximo meses lo que podrá probarse es el tinto de la D.O. Forxas do Salnés de la añada 2022.
            


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