LAS BODEGAS “FORJAS DO SALNÉS” ESTRENAN CRIANZA DE
SUS VINOS EN MEAÑO
Esta
pasada vendimia supuso para las bodegas meañesas Forjas do Salnés el estreno
de sus flamantes nuevas instalaciones, radicadas la ladera del paraje de Chan
do Monte. Esta firma emerge así como una referencia meañesa en la D.O. Mirando
de lleno a la playa de la Lanzada y el istmo de O Bao, el paraje ofrece una de
las estampas paisajísticas más bellas de la localidad, y que esta vendimia
aderezaba con uva albariña más su dosis de caíño y espadeiro tinto.
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La saga familiar con tres generaciones de Méndez Arosa |
A
ritmo frenético, se logró que las nuevas instalaciones estuvieran a punto para
recibir uva en esta campaña, y realizar el traslado de esta bodega de desde su
ubicación anterior en el polígono cambadés de Sete Pías, donde radicara desde
su nacimiento el 2012. El regreso para instalarse en su Meaño natal era el
objetivo de este sello familiar. El proyecto implica a dos generaciones de la
saga, más una joven tercera que ya asoma para asumir el legado en el futuro.
Con
capacidad para albergar 300.000 litros de la D.O. Rías Baixas, esta bodega se
estrenaba con el desembarco de en ellas de 200.000 kg. de uva, de los cuales
180.000 fueron de albariño, y 20.000 de tinto de la D.O.
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Trabajo en la recepción de uva de Forjas do Salnés esta vendimia |
Rodrigo
Méndez Arosa, que regenta la firma, reconoce que “con el trasvase y la apertura
de instalaciones fue siendo una vendimia en la que trabajamos más que nunca,
con 20 personas de lleno en bodega y viñas”. Entiende que estas nuevas
instalaciones suponen “culminar un sueño que nos ilusionaba: el poder estar en
Meaño, que es nuestra tierra, y vender desde aquí para el mundo”. Méndez Arosa
explica que “del total de uva que estamos procesando, el 60 por ciento es uva
de viñedos de la familia, y el 40 por ciento restante la compramos a unos 40
viticultores, meañeses en su inmensa mayoría”.
Sobre
el precio, este bodeguero admite que “hemos cerrado contrato con los
viticultores pagando la uva albariña a 2,20 euros el kg., que creemos que es muy
buen precio”. Sobre el grado alcohólico que se requiere al proveedor, precisa
que “nosotros no lo medimoso, conocemos las viñas y confiamos en el buen hacer
de nuestros viticultores, muchos de los cuales llevan ya tiempo con nosotros”.
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Rodrigo Méndez y Ari, matrimonio hoy al frente de la firma meañesa |
Proceso de gestación
El
proyecto se gestó con la compra de 14.500 m2 de terreno de varios propietarios.
Empezó así hace tres años con la plantación de viñedo en los bancales
habilitados de la ladera de Chan do Monte. En la parte inferior de la finca, se
reservaron 1.780 m2 para la construcción de la bodega. Esta se organiza en dos
bloques: un primero, para oficinas, en base a dos plantas asentadas sobre una
superficie de 175 m2; y luego, la nave, de 74 metros de largo, para
almacenamiento de cubas y zona de embotellado.
Una
nave en cuyo interior ya lucen las cubas de acero inoxidable por poniente, más
los grandes fudres de madera enfrente, todo ello listo ya para recibir los
nuevos caldos de la cosecha, y embotellar ahora en su Meaño natal sus albariños
“Leirana” y “Sketch”, más sus tintos “Goliardo”
o “Bastión de Luna”. Algunos de ellos (los “vinos de guardia”) requieren de
maduración en fudre, proceso que esta bodega eleva a cinco y hasta diez años.
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Viñedo de caíño tinto de Forja do Salnés |
Venciendo al Kirk
Tras
la vendimia del albariño tocaba la del tinto Rías Baixas, de por sí más tardía.
Esta se acometiera en cuatro fases. Primero, en agosto, la dolorosa “vendimia
en verde” siempre dolorosa, porque
significa tirar al suelo los peores racimos en ciernes, y permitir que los
demás maduren sanos y bien ventilados para alcanzar así una calidad óptima.
Luego, el 23 comenzaba la propia vendimia, con una primera campaña, procediendo
con la uva más madura. La segunda tocó el 4 de octubre y la tercera, se preveía
para una semana posterior. Pero las abundantes lluvias que siguieron, con la
guindo de la profunda borrasca Kirk amenazaron con dar al traste con la fase de
vendimia para recoger los últimos 2.000 kg. que quedaran colgando aun de la
parra. Aún así el caíño aguantó hasta el límite, y buena parte de esos 2.000
kg. pudieron aún salvarse el 15 de octubre. Con ello se cerraba la recepción de
uva que se realizara este año a lo largo de casi mes y medio, siendo así la
bodega saliniense más tardía en dar por concluida la vendimia.
Precisa de
calma
El tinto Rías Baixas sigue un proceso diferente que exige de calma, pese a
la adversidad climatológica. La bodega los demostraba en esta campaña. Con esta
última uva que entraba, explicaba Rodrigo Méndez, “tocaba ahora en torno a 15
días en proceso de fermentación y maceración” que en unos días toca su fin..
Luego, procede el paso a toneles de barrica de roble francés donde el vino
pasará el proceso de envejecimiento y crianza durante dos años. “Acabada la
vendimia -apunta este bodeguero- en bodega nos aprestaremos a empezar a
embotellar la cosecha de 2022, por lo que el vino de la uva que estamos
recogiendo hoy no saldrá al mercado hasta 2026”. (Foto: recepción de caiño tinto en bodega)
Tocará esperar unos años para saborear esta primera añada de vinos
criados en Meaño. Por lo de pronto, en los próximo meses lo que podrá probarse
es el tinto de la D.O. Forxas do Salnés de la añada 2022.
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