Estamos de regreso, tempada 2024-25
Este vecino de Cobas cumple una de las ilusiones
de su vida: elaborar la primera sidra meañesa a partir de su propia manzana.
Marcelino Chaves ansiaba recuperar así una antigua tradición saliniense que
cayó en desuso y que, tras la vendimia, pasaba por la recolección de la
manzana, y su paso por prensa para elaborar cada cual su sidra casera. Aquélla
era una producción meramente testimonial, pero que este vecino quiere rescatar
de sus ancestros. Y es que Cobas quiere ser más que vino y furanchos.
PRIMERA
AÑADA DE SIDRA MEAÑESA
Hace una década, Marcelino Chaves, experimentara
por primera vez el mundillo de la sidra adquiriendo una partida de manzanas
fuera, y elaborar de su mano una primera cosecha. Por entonces embotellara unas
500 botellas de su primera añada que, tras pasar su correspondiente analítica
para declararla apta, comercializó en un furancho familiar (“O Gharafete”, en
honor al gaiteiro de la familia por parte de mujer que se había criado en esa
casa), que mantuvo abierto por aquellos años. “Tal fue la aceptación de los
clientes -recuerda-, que yo vendía más sidra que vino en el furancho, lo que me
llevó a repetir con una segunda añada al año siguiente”. “Tanto gustó -añade-
que, recuerdo nos visitó en el furancho un matrimonio asturiano que pidió
probarla y, tras hacerlo, nos felicitó porque les encantó, nos decía que esta
sidra les resultaba más sabrosa, más dulce y menos seca”.
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Marcelino Chaves vertiendo la manzana en la trituradora |
Al cabo, avatares adversos de la vida le hizo
cerrar el furancho. “Empezaba a estar realmente cansado -explica-, Meaño era el
único concello de la zona que carecía de un reglamento para la apertura de
estos establecimiento, documento del que sigue careciendo hoy, y los furanchos
estaban, y lo están aún hoy en Meaño, en una situación alegal”. “Yo entendía
-agrega- que no podía seguir arriesgándome, por norma y ética, lo que quería
era que mi establecimiento fuera legal en toda regla, y por ello luché yendo al
concello para reclamarlo, poder tenerlo abierto esos meses que establezca la
norma, y permitirme comercializar desde él mis excedentes de vino y, cómo no,
también de sidra”.
La sidrifiación
Alentado por aquella experiencia, se avino a
plantar en una de sus leiras de
Cobas, donde ya tenía la familia algunos manzanos, 40 árboles más de diversos
tipos. “Sobre todo -explica- planté variedades de tabardilla, gala, reineta y
Santa María, que son todas ellas idóneas para la sidrificación”. Acabada así
vendimia, tocaba la recolección de la manzana. Fruto de ello, y con ayuda de su
hijo Martín, recogió 300 kg. de manzana de sus frutales aún jóvenes, con margen
aún para alcanzar su plenitud. “La manzana que recogí es totalmente ecológica
-explica-, en todo este tiempo, no le apliqué ningún tipo de fitosanitario, un
riesgo que asumí, aún sabiendo que tendría que desechar parte de la fruta que
podía acabar tocada por enfermedades, lo que de hecho ocurrió”.
Acto seguido, trasladaba la sana a la bodega (ver foto anexa) En
ella, explica, el proceso seguido es similar al de la uva. “Lo primero -apunta-
fue lavar las manzanas que había seleccionado, luego, tal cual, las pasé por la
estrujadora eléctrica, que fue moliendo la manzana y sacándole jugo”. “Con todo
lo obtenido -agrega- dispuse todo ello en una cuba, que tapé con un paño con el
objeto de que no le diera la luz, para que no se oxide se oxidara manzana y
jugo”. “Luego -explica-, 24 hora después todo ello al lagar para extraer y
quedarse con el jugo limpio, y de ahí éste a la cuba esperando una fermentación
que tarda más que el vino, y que dura entre 15 y 20 días”. Ahí el desfangado y
la analítica de rigor para comprobar que las fermentaciones han concluido y se
cogido alcohol.
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Su hijo Martín Chaves con el procesado de la manzana |
En un lagar singular
Una manzana que era procesada en un lagar
singular (ver foto anexa), de los que no ya se conservan y con más de siglo de vida. Éste lo
había construido el cantero Manuel Fontán Estonllo, bisuabuelo político que,
natural del Xeve, se casara en Cobas con Elvira Riveiro Millán, donde quedó
radicada su estirpe. Para este lagar ello se valió de una piedra bajada desde
Monte da Raposa en un carro tirada por una yunta de bueyes. Cuan pieza de
museo, este lagar, basándose en las leyes de equilibrio, se completa con una
gruesa viga
de castaño de tres metros de longitud, que se ancló en su día en la pared de
piedra de la vieja bodega. En el extremo opuesto, cuenta con el “muerto”,
piedra cilíndrica tallada con sección circular, que ronda los 300 kg. de peso,
y que es la que ancla la estructura al suelo por medio en un fuso de boj y una
vara de hierro. Este varal atraviesa el “muerto” hasta culminar en una gruesa
arandela de hierro. Su accionado contribuye a levantar esos 300 kilos durante
la labor de prensado.
“La
ventaja de este mecanismo -explica este bodeguero- es que una vez elevada,
piedra y viga siguen trabajando, ejercen una presión constante conforme
compacta el bagazo”. “En cambio, el lagar de carraca -continúa- una vez
apretado, las compuertas alcanzan un punto álgido de presión que, luego va
cediendo poco a poco conforme se comprime el bagazo, haciendo preciso nuevos
apretones. Pero en este lagar de viga, mientras la piedra se mantenga en el
aire, continuará ejerciendo una presión constante durante toda la noche”.
En
más de una ocasión algún aficionado al mundillo de los anticuarios, maravillado
por este artilugio, se ofreció para comprárselo, si bien este meañés nunca
accedió: “es un legado preciado de la familia -reconoce-, trato de conservarlo
y mantenerlo activo cuán pieza de museo, nunca se me paso por la cabeza
venderlo”.
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La sidra cayendo del lagar |
Tiempo de espera
La
sidra de esta primera añada, cien por cien meañesa de Cobas, descansa ahora ya
en una pequeña cuba de acero inoxidable. En total, unos 120 litros, a razón de
0,40 litros por kg. de fruta “porque la manzana -precisa- no es la uva, rinde
mucho menos en líquido”. Luego tocará el “desfangado”, esto es, la eliminación
de los lodos que queden por decantación. “Hacia el mes de diciembre, le daré
una trasiega y, en función de cómo resulte, la someteré a un filtrado muy fino
por si precisa quedar más limpia… Calculo que estará lista para estrenar y
degustar en entre enero y febrero del próximo año”.
En
el pasado, elaborar sidra en casas gallegas y salinienses formaba parte del
ciclo agrícola en algunas familias. “Yo, que tengo ya una edad -explica-, tengo
hablado muchas veces con ancianos, que recordaban y me contaban como hacían
sidra en su casa”. “Antes, al carecer de estrujadora eléctrica, la manzana se
pisaba con pisón, la fruta explotaba y se perdía mucha pulpa”. “La frutas que
no se daba comido en fresco, lo mismo que los restos de la sidrificación, se
destinaba a alimento de los animales, formaba parte de su dieta a estas alturas
del año”. De alternar con los mayores, el mundillo de la sidra empezó a
cautivarlo: “Me hacía mucha ilusión, y ahora gozo al ver cumplido este deseo de
hacer sidra con manzana de frutales que yo mismo planté con mis manos”
Sobre
lo qué hará con el preciado néctar de su primera añada reconoce que “será poco,
apenas una 150 botellas… Pienso en disfrutarlas con mi familia y mis amigos”.
Preguntado por si recibiera una oferta para vender alguna en un furancho
meañés, Marcelino Chaves admite que “no la hago pensando en venderla, ni mucho
menos, pero si algún vecino desea algunas botellas para comercializar en su
furancho, no tendré problema en ello”. “Suena bien -agrega sonriendo- que se
deguste la sidra de Cobas… Igual el ejemplo cunde y más gente se anima a
recuperar la tradición de nuestros antepasados, sería bonito”.