domingo, 11 de octubre de 2020

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Francisco Pazos

Escultor meañés

Aprovecha los últimos días de la exposición de Francisco Pazos en la plaza de Fefiñáns en Cambados.  Este puente del Pilar, y con el sol por bandera, es una ocasión excepcional para disfrutar del arte al aire libre, sin problemas para mantener la distancias en los tiempos del Covid. Una plaza y un pazo que siguen custodiados por guerreros pétreos de Paco Pazos. Leer esta estrevista te dará algunas claves para comprender su disposición en la plaza de Fefiñáns y el secreto de su obra. 

El meañés (Cobas, 1961) es uno de los escultores más relevantes del momento en el panorama gallego. Con más de un centenar de exposiciones a sus espaldas -entre individuales y colectivas- su obra se ha hecho reconocible y está presente hoy en lugares como Santo Domingo de la Calzada (La Rioja), el museo de Pontevedra, el paseo marítimo de A Coruña, en la Universidad Vigo, o en Alcobendas, más en numerosas colecciones privadas de España y del extranjero. El 2017 se hizo con el preciado premio Asorey de escultura.  

                     

“MIS GUERREROS MARCHAN HACIA EL BALBOA QUE LOS MANDA DESDE SAN BENITO”


¿Tiene un significado la disposición de de sus guerreros sobre la plaza?
Sí, decidí disponer una formación militar en “v”, abanderado en la punta por un gaiteiro, que emula un desfile cara a la iglesia de San Benito, cuyo muro del atrio, a la entrada, está coronado por el guerrero Balboa, que así lo conocen en Cambados y que, según refieren, es una pieza que tiene más de un siglo. Los guerreros de la plaza miran así al guerrero Balboa, como quien los dirige desde el alto.

Los guerreros pétreos de Francisco Pazos en Fefiñans abanderados por un gaiteiro

Aquí muestra siete guerreros, más el gaiteiro que abandera la marcha militar. ¿Cuántos guerreros ha creado a lo largo de su trayectoria?
Muchísimo, cerca de unos 1.000. La inmensa mayoría con piedra como material, si bien también alguno en bronce, hierro fundido y mismo aluminio, en ocasione mezclando materiales. En esencia todos diferentes, excepto alguno que integraron series de 25 ó 50  piezas. Juega la piedra, a veces material, el color, las formas, la disposición, el tamaño…
¿Cuánto miden los guerreros más pequeños de su pétrea colección?
Los que menos apenas 13 centímetros. El que más, por impresión y volumen, es precisamente uno que se encuentra aquí en Fefiñáns, y que mide 1,95 metros de algo y tiene un diámetro de 1,44 metros. Su peso ronda, ahí es nada, es de tres toneladas.

Ejército de guerreros reservistas en su taller 

¿Ha regresado su guerrero, de 1,80 metros y 634 kilos de peso, que viajó en 2011 a China con la U.E. con la exposición “China y los guerreros del Emperador Qin”?
En realidad aún no. Su periplo con la muestra por China y Europa duró siete años, y desde 2018 está en Bruselas esperando ser recuperado… Es el descanso del guerrero.
No me diga que tiene que pagar un rescate…
Casi (risas). Tengo que buscarme una firma de transporte internacional que se encargue traerlo de regreso a Galicia.
¿El Covid-19 está inspirando alguna obra en la que esté trabajando ahora?
No, la verdad es que el entorno nunca me ha influido a la hora de crear. En mi taller de Cobas siempre me he sentido absorto de lo que pasa a mi alrededor.

Talla en madera de un guerrero de Pazos

¿Está afectando la crisis a la hora de las transacciones en al arte?
En las altas esferas, no. Esa minoría, con mucho poder adquisitivo, no se inmuta a la hora de comprar o de invertir en la obra de grandes artistas de renombre. Los demás, que estamos por debajo, sí lo sufrimos más. Cierto que en mi caso 2020 está siendo un buen año, mi obra ha tenido buena acogida en el SAM (Salón del Arte Moderno) en Madrid, que surgió como otras satélites a de Arco. Fue la segunda edición de un salón de galeristas, a donde acudí de la mano de la galería viguesa Montenegro, y mi obra caló allí. Pero sí, me temo que en unos años la venta se resentirá por efecto del momento que vivimos hoy.
En su fase creativa ¿se halla experimentando nuevo con materiales o formas?
Ahora estoy experimentando en el trabajo con ladrillo deformado.
¿Ladrillo deformado?
Sí. Se trata de ladrillo que he encontrado en una escombrera en A Fianteira, entre Dena y Vilalonga, al borde de un relleno a pie del mar. Era ladrillo que, por algún accidente o desplome, cayó aplastado en el horno antes de la cocción, y cuando lo sacaron se encontraron con ladrillo deformado, que no servía y fue arrojado a la escombrera. Cuando descubría esas formas amorfas en la escombrera me cautivaron. Vi allí una oportunidad para crear con material desechado… Es un “recuperar arte”.

La menina de Pazos que se ha quedado solitaria

¿Alguna cita en mente para su obra después de Fefiñáns?
Por el momento, en el horizonte una exposición el próximo año en Santiago.
Una última: hace dos años una de sus dos grandes meninas, cruzó el Atlántico al ser adquirida por un particular en Miami. ¿La otra menina, más monumental aún, permanece en su taller?
Sí, y ahora solitaria. Precisaría de un interior grande, es idónea para vestir la entrada de una institución. El público sería la mejor receta para su soledad.
 
 

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