sábado, 14 de octubre de 2023


Reabrimos este Ventanuco para o curso 2023-24, con nova imaxe, como é norma, e cumprindo así este outono os a décima tempada consecutiva de estar chegando a ti. Facémolo co obxeto de informar, entreter e ofrecerche un pequeno solaz cada fin de semana, mentras departimos a apoiados na xardineira desde ventanuco. Facémolo libres, sen ataduras nen débedas, coa mesma filosofía que en toda esta década (que se di pronto). Estamos abertos a ti: se queres publicar nesta páxina ao longo da tempada, podes enviar o teu escrito ao correo-e poloventanuco@gmail.com. 


La vendimia de los tintos de la D.O. Rías Baixas, la más olvidada y última de cada cosecha, agota su ciclo estos días. Una cosecha que, en un año normal debería realizarse en la segunda quincena de octubre, pero en esta, por lo adelantado de la vendimia -que ya arrancaba con el albariño a finales de agosto-, también repercutió en el tinto. 

LOS TINTOS RÍAS BAIXAS CLAUSURAN LA VENDIMIA

La D.O. Rías Baixas es de por sí una denominación de blancos, donde el albariño es el rey. No obstante, en los últimos años ha venido emergiendo con fuerza los tintos, rebautizados como “tintos atlánticos” o “tintos de mar”, fundamentalmente elaborados con uva de las variedades espadeiro, caíño o loureiro.
Su característica es que, al tratarse de una uva delicada y sensible, las bodegas profesionales afrontan la vendimia en tres fases. Ayer, se afanaba con la última de ellas  la firma meañesa Forxas do Salnés, que vendimiaba su caíño en las viñas de “O raio da vella” y “A Telleira”, dos viñedos a pie de mar en el lugar de Seixiños (Dena). Luego le tocará el turno a sus otros viñedos radicados en Meaño, en Valiñas (Barro), y en los altos de Sanxenxo, próximo al Con da Ventureira, dejando este fin de semana sellada la vendimia.


Rodrigo Méndez en su viñedo "O raio da vella", a pie de mar en Dena
 
Tres vendimias
Nosotros -explica el bodeguero Rodrigo Méndez, a pie de viña- realizamos siempre tres vendimias en los tintos Rías Baixas: la primera, y más dolorosa, es prevendimia, que hacemos agosto, en el que, cuando el envero de la uva, tiramos al suelo la parte más débil de la cosecha, a fin de que los racimos que se queden en la cepa maduren sanos, vigorosos y ganen el grado alcohólico adecuado”. “En la prevendimia -añade- este año tiramos al suelo en torno a un 30 por ciento de la uva, algo que puede chocar a muchos cuando nos lo ven hacer, pero es un proceso necesario para ventilar la viña y lograr que madure bien la uva y obtener luego un mejor vino: menos cantidad, pero más calidad”.

“La uva tinta -explica el bodeguero- tiene la singularidad que el proceso de las cepas para alcanzar la fase en envero no es uniforme en toda la viña. Por ello hacia el 20 el septiembre, con la cosecha adelantada, hicimos este año la segunda vendimia, esta sí, para recoger la uva madura, mientras que tocaba dejar atrás aquellas cepas que no había alcanzado la maduración idónea: esa es la que estamos realizando en esta tercera y última fase”. (En la foto, Rodrigo Méndez catando en el restaurante Muiño da Chanca)
El bodeguero meañés reconoce que la uva está llegando en buen estado sanitario. Aún así, consciente de la sensibilidad de estas variedades “se exige entrecoger bien el racimo retirándole a cada uno las uvas verdes que tiene en medio, lo cual exige su tiempo para recoger una uva óptima”.
En bodega, el proceso de la uva tinta se hace más largo y precisa de dedicación. “Una vez despalillado el racimo -explica- la uva pasa a fermentación en barricas de madera, proceso que dura entre 10 y 15 días, y luego tocará una fase de maceración de entre 7 y 10 días”. Aunque la uva caíña o espadeira podría generar vinos blancos “si en bodega se haciera como un vino de lágrima, esto es -aclara Rodrigo Méndez-, utilizando directamente el mosto de la primera prensada, pero la D.O. Rías Baixas no lo permite, por lo que un vino caíño, espadeiro o loureiro adscrito a la D.O. sólo puede ser tinto”.


La cosecha Rías Baixas tinta en esta firma meañesa alcanzará este año los 20.000 kilos, con los que elaborará
15.000 botellas bajo la marca “Goliardo”, caldos caíño, espadeiro y loureiro, más una mezcla de los tres en “Bastión de Luna”. En su caso, se trata de vinos procedentes, en casos, de cepas plantadas en 1912 en la finca de “O Torno” en Meaño más otras plantadas cultivadas por su abuelo Pepe Méndez, quien falleció en 2001 lamentado su ilusión frustrada de producir dentro de la D.O. tintos con uva de las viñas de caíño, que él había plantado veinte años antes. Y a esa ilusión le dieron forma, primero, su nieto, Rodrigo Méndez, cuando el enólogo berciano Raúl Pérez (en la foto) se cruzó en su vida para domar en barrica y fudre los tintos de la D.O. Y al cabo se sumó otro de los nietos de Pepe Méndez, en la persona de Francisco Méndez, con su “Terra de Mareas” que embotella por el momento unas 1.200 botellas de tinto Rías Baixas.
 
Gran acogida en el mercado
En la comarca saliniense una docena de bodegas está entregada a explorar el mundo de los tintos Rías Baixas. Amén de los citados y, entre otros, los meañses “Zárate” de Eulogio Pomares (Padrenda), o la firma Attis (Dena), más “O Esteiro” de Xurxo Alba con su firma Albamar (Cambados), Delicias de Lágrimas (Meis), O Pombal (A Lanzada-Sanxenxo), Datrimar y Lagar da Costa (ambas Cambados), Ramiro Padín o Coanga S.L. (las dos en Ribadumia).


Fran Méndez con sus padres Paco y Amelia, más su "Terra  de Mareas"

Unos vinos que están teniendo tal acogida  en el mercado, que la demanda hace agotar los “tintos atlánticos” a las primeras de cambio, más aún saliendo a precios superiores al albariño. El hándicap que ha de tener en cuenta el bodeguero, explican, es que el rendimiento de la uva tinta Rías Baixas es menor al de albariño, rondando los 5.000-6000 kg. por hectárea. Siguiendo las directrices de su enólogo Raúl Pérez, Rodrigo Méndez estima que   “hay viñedos en que el rendimiento óptimo por hectárea se mueve en los 4.000 kg. por hectárea, incluso menos, cuando en albariño hablamos de 12.000 kg”. La otra dificultad para la expansión es hacerse con derechos de plantación, que muchos de esto bodegueros ansían para crecer. 


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