Cualquier
tratado de geografía al uso refiere que las Rías Baixas comprenden un total seis
rías -si incluimos Aldán- que se extienden entre la frontera portuguesa y el
cabo de Finisterre. Sin embargo, algunos meañeses reivindican una séptima, la
de Dena, en un tramo costero donde la desembocadura del río Chanca conforma una
ensenada que algunas cartas náuticas reflejan
como ría de Dena. Ello recuerda que Meaño, tenido por muchos como municipio de
interior, en realidad dispone de una fachada costera que a lo largo de unos
1.500 metros recorre por poniente la localidad de Dena, y en cuyo extremo sur
se abre esta bocana a modo de ría que los vecinos claman por regenerar.
LA RÍA DE
DENA, ENTRE EL ESCOMBRO Y EL OLVIDO
Imagen de la ría de Dena con la marea baja y la isla de A Toxa al fondo |
A lo
largo de esta fachada el tramo costero de Dena está salpicado de depósitos y
vertidos que contribuyen a la mala calidad de sus aguas, los malos olores y a
una imagen de semi abandono. En los años 90 e inicios de este siglo varios
proyectos trataron de regenerar esta ría, pero al final la zona hubo de
conformarse con una remodelación del área recreativa de Os Pasales más la
reciente construcción de un pequeño sendero en zarzo que la vegetación amenaza
con invadir a cada paso. Ni en los programas políticos de los partidos en las
últimas municipales aparecía referencia expresa a la puesta en valor de este
espacio protegido, de gran riqueza natural, no en vano forma parte del complejo
intermareal Umia-O Grove, incluido en la Lista de Humedales de Importancia
Internacional (Humedal RAMSAR), Zona de Especial Protección para las Aves
(ZEPA) y Espacio Natural en Régimen de Protección General.
Acompañados
por el presidente de la asociación de vecinos de Dena, Nemesio Viñas,
recorremos la zona. Durante el trayecto, con la marea baja -y el que nos
encontramos con el anterior presidente del colectivo vecinal, Cesáreo Besada-
advertimos en la orilla zonas de aguas turbias, limos, botellas de plástico,
escombros de obra, restos de una tubería plástica, la carcasa de una vieja
rueda de camión, fragmentos sueltos de batea, un depósito de caolín de una
antigua baldosera e incluso una tubería de hormigón que vierte directa al mar.
“Siendo yo un chaval -rememora el Nemesio Viñas-, cuando la marea estaba alta,
nos bañábamos en estas aguas, y aquí se pescaban sollas, anguilas y chopos… hoy
cualquier cosa de estas resulta impensable, esta ría de Dena perdió su riqueza
y se asemeja más a un estercolero”.
El depósito de caolin de uan vieja baldosera se sigue vertiendo al mar |
El
presidente del colectivo vecinal incide en dos puntos más: el depósito de
caolín de una vieja baldosera, “un montículo artificial del que el mar está
arrastrando restos de manera continua, sin que se haya hecho nada por retirarlo
o construirle una escollera”; y la vieja telleira de Noya “símbolo de Dena, que
se rehabilitó con dinero público y que luego se cerró para disfrute privado”
Un fragmento de batea a la deriva en la ría de Dena |
Por
su parte José Manuel Aspérez (Meaño Independente) lamenta que “la ría de Dena,
llamada a ser uno de los emblemas paisajísticos del municipio, la tengamos hoy
que esconder, porque da una imagen penosa. Actuar en esta zona, para su puesta
en valor, debería ser algo prioritario”.
A
mediados de los años 90, en plena fiebre de los paseos marítimos, el entonces
alcalde Jorge Domínguez concibiera la creación de uno para la costa de Dena.
Era un proyecto de 1,23 millones de euros (205 millones de entonces), para el
que Costas comprometió 1,08 millones, y el concello los 150.000 euros
restantes. El mismo contemplaba la retirada del referido depósito de caolín más
un paseo a lo largo de la ribera, con tres zonas de esparcimiento. Aquel
proyecto se aprobó e incluso se adjudicó la primera fase de la obra a la firma
coruñesa Arias Hermanos.
El acceso a la telleira fue cerrado por un muro |
Aves en la ría de Dena, considerada zona de especial protección |