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Myriam Portela Varela
Meañesa voluntaria de ONG en Senegal
Para
despedir del año (feliz 2024 para os lectores!) traemos a este Ventanuco el segundo capítulo de una de esas
historias de autenticidad, y de Navidad permanente. Lejos de los poses, de los
selfies narcisistas, esta es una de esas historia anónimas dignas de ser
contada. Desde aquí lo intentamos. Al regreso de su octava experiencia en
Senegal, la meañesa Miyriam Portela nos habla de África y de un pueblo senegalés,
que le hace reencontrarse con esos autenticidad de esos sentimientos que no
hacen de verdad humanos: acogida, solidaridad y el valor del compartir. De mano
de la ONG “Dentistas Sobre Ruedas”, se ha construido en Missirah en 2018 la Academia Dental-Casa de Salud DSR,
y que hace unos días en este mes de diciembre se ampliaba como clínica también
oftalmológica y en la que se involucra esta meañesa.
Ella, técnica optometrista
de profesión y natural de Lores (Meaño), se ha vinculado desde hace años con
África, cuando en 2015 viviera una primera experiencia en Uganda con la ONG “Muscee Iganga”, que entonces llegaba con
un proyecto musical junto con el trombonista meañés Basilio Camiña. Su aventura
no hace sino invitarnos a reflexionar por un momento sobre la esencia de
unas las sociedades europeas que parece escapar por doquier.
“LA TERANGA ES LA SEÑA DE
IDENTIDAD DEL SENEGAL"
Lo que más, es lo que llaman la “teranga” senegalesa, es la seña de identidad de este pueblo que viene a ser la acogida y la hospitalidad espontánea que te ofrecen. En Senegal la gente te recibe siempre con los brazos abiertos, comparte todo sin cortapisas, mismo ves a alguien comer un plátano, y éste te descubre mirándolo, al momento te parte la pieza y te media banana con una sonrisa; si están almorzando, y te ven, te invitan al momento a almorzar con ellos… Mismo cuando en autobús, en viajes que son lentos por las malas carreteras que hay, y uno tiene ganas de mear, el conductor detiene el vehículo allí donde aparece una casa, y al momento se apean 20 ó 30 personas, que entran uno por uno en el cuarto de baño de vivienda, porque el dueño los deja entrar y hacer uso del aseo, y mismo aprovechan para hablar e interesarse por ti. Así, en Senegal descubres que creas lazos súper-fuertes con gente que no conocías… Después de quince días allí como voluntarios, nos vamos llorando de la emoción vivida.