sábado, 22 de febrero de 2020

BASILIO CAMIÑA Y LA MÚSICA  DE MANU&GERMÁN EMOCIONARON CON UNA HISTORIA DE SOLIDARIDAD

Manu y Germán pusieron la música en vivo al coloquio
Volvió se llenar su aforo la pequeña sala del Pazo de Lis, para departir con el meañés Basilio Camiña, que habló sobre su experiencia como voluntario de ONGs en sus últimos ocho años, lo que le llevó a vivencias en seis países de tres continentes diferentes, siempre con la música como trasfondo. Un encuentro que se enmarcaba dentro del foro de debate y coloquio “A Cova do Trasno”, que, después de su irrupción de los 90, retomaba en este curso la asociación cultural y deportiva GAM, contando para la ocasión con el local que cede el concello.
“A Cova do Trasno” se concibe a modo de coloquio dirigido, aderezado con música en directo, y que en la noche del viernes tenía como protagonistas al meañés Manu Méndez y Germán Prieto (Portonovo). Un dúo de guitarristas que contribuyó al deleite del público, en un ambiente distendido y cercano que se tornó entrañable durante la hora que duraba el coloquio. En ella fueron intercalando, entre las vivencias de Basilio Camiña, los temas “Apache” (The Shadows), “Mañana de Carnaval”, “All blues” y el “Sleepwalk” de Johnny and the Hurricanes.

Basilio Camiña durante el coloquio
Brecha entre ricos y pobres
En el coloquio Camiña Ucha ofreció un itinerario por sus experiencias, que duraban un máximo de tres meses  en cada país, el tope del que podía hacer uso como turista, a fin de evitar problemas con el visado. Primero Marruecos (2012) con “Felicidad sin Fronteras”. Luego el Sahara (2013), en el campo de refugiados de Tinduf, de donde rememoraba como “la gente se juntaba cada mañana para cantar a la bandera”. De Campos de Goytacazes en Brasil, (con la ONG “Orquestrando a Vida” en 2014) le sobrecogía “la enorme brecha entre pobres y ricos, y el mundo de las favelas, violento y con droga de por medio, pero donde os voluntarios nos sentíamos a salvo, hasta respetados, si seguíamos los códigos”.

El público llenó la sala del Pazo de Lis
Violencia primitiva
Luego en 2015, junto con la meañesa Myriam Portela, viajó a Uganda con un proyecto propio a través de la ONG “Muscee Iganga”. Antes recabaran en Meaño y contorna 3.000 euros en donaciones e instrumentación para poner en marcha allí una pequeña brass band. De Uganda rememoraba “los niños descalzos que venían a las clases que teníamos que dar al aire libre, bajo un sol de justicia, al que ellos sí estaban acostumbrado”. “Aquel dinero -agregaba- lo invertimos e construir allí unos cuartos de baño, porque no tenían ni ducha”. Le sobrecogió además violencia espontánea de la masa, que emergía en ocasiones: “recuerdo -rememoraba- cómo vi apedrear a un hombre que, acusado de robo y de haber estado en la cárcel, fue lapidado hasta morir… Fue durísimo el no poder hacer, sentí ganas de vomitar presencian aquella reacción de violencia primitiva incontrolada”.
En 2016 su paso por Colombia le dejaba la imagen de un país “donde la Iglesia tenía mucho poder, hasta los curas era venerados, servidos y mismo se les besaba la mano. A mí me tocó de cerca, al tener que vivir con un cura, y esa convivencia fue muy dura, porque por esa veneración yo no pasaba”.

Basilio Camiña durante su paso por Benarés en la India
Actor en la India
Y de su paso por Benarés en la India (navidades de 2018) con la ONG “Lotus Spain”, le sobrecogió la fusión de vida y muerte en la ciudad sagrada. “Aunque quería bañarme en el Ganges -recuerda- desistí, a lo sumo mojé una mano, viendo como cada día las cenizas de centenares de cadáveres, que eran cremados con el fuego de Shiva en las orillas, se arrojaban luego al río”. “Los occidentales -agregaba- éramos tan requeridos allí que hasta acabé haciendo dos breves papeles de extra en películas hindúes, en una ejerciendo como trombonista y en otra integrando un cuerpo de portugueses que invadía la India”.
Un Basilio Camiña que sueña con seguir sumando vivencias. “¿La próxima? -aseguraba cuando el público le preguntaba-, no sé, pero me gustaría hacerlo en un país del Sureste asiático, mismo Vietnam, es una zona que me cautiva. Y es que el trabajo con una ONG te hace también viajar, conocer el cultura de un país por centro, cierto que el hacerlo solo se hace duro, pero también hay muchas que reconfortan”.



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