EL ALBARIÑO
APUNTA AL MONTE
La
denominación de origen Rías Baixas ha diseñado para el municipio de Meaño ocho
“zonas preferentes” como enclaves de interés para, en consonancia con la Xunta,
poder impulsar en ellas la creación polígonos agroforestales destinados a la
plantación de viñedo. Por lo de pronto, se trata de un proyecto susceptible de
poder desarrollarse en el futuro. Se trata de una herramienta para la expansión del viñedo poniendo en valor el suelo de monte, pero ¿a qué precio medioambiental para el futuro?
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Panorámica del monte Penaguda visto desde Meaño |
Las
ocho zonas preferentes suman un total 210 hectáreas en este municipio, que se
traduce en la friolera de 35.000 ferrados. La más grande, con 47,3 hectáreas,
es la que se corresponde con el monte Penaguda, un altozano que, cerca de la
costa y en pleno valle, se eleva 156 metros sobre el nivel del mar, separando
las parroquias de Meaño y Dena. Sus laderas, amén de caer hacia los núcleos poblacionales de ambas localidades, también lo hacen hacia Xil, por los lugares de Valdamor y
Ganón. A pie de del monte Penaguda se enclavan tres bodegas de referencia en la
D.O., que son la cooperativa Paco&Lola, Bodegas Valdamor (desde este verano,
propiedad del grupo Torres que la adquirió hace algo más de un mes por 2,3 millones de
euros) y Bodegas Attis (Dena).
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Proyecto del polígono agroforestal en el monte Penaguda |
Por
el contrario, la “zona preferente” más modesta es la propuesta para la zona de
monte que discurre entre la parte alta de la las localidades de Cobas y Xil,
una ladera en la que se ha diseñado un espacio de 17,8 hectáreas. De las otras seis, dos son enclaves en Simes, uno en
la parte alta de Vilariño y la Tomada Vella, y el otro en la parte alta de
Pazos y la ladera que cae desde Catadoiro. Otras dos zonas se perfilan en la
parroquia de Lores, una en la zona baja, en la parte de monte que discurre entre la autovía do
Salnés y Paradela de Lores, cayendo hacia O Pedroño en Nantes; y otra en la
subida desde Freixeiro a lo alto de la dorsal del monte, llegando a las
inmediaciones de Sanxenxo.
Por
su parte, en la localidad de Meaño, y en base a 22,2 hectáreas, estaría el
enclave comprendido en la subida de Trubisquido, A Cachadiña, A Ventosa e inmediaciones de Chan
do Monte. Y el último, diseñado es el ubicado entre parte baja de Xil (a la
altura de O Pazo, Os Barreiros y As Pozas), y la parte alta de Coirón en Dena.
Esta son las ocho, “zonas preferentes” de monte -en su mayoría arbolado- susceptibles
de reconvertirse en viñedo.
Aun
así, sabe reseñar que estas zonas consideradas “preferentes” no van más allá de
ser, por el momento, declaradas como zonas de estudio, por lo que no pasa de
una declaración de intenciones por parte de la Denominación de Orixe Rías
Baixas y la Xunta.
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Proyecto de polígono A Cachadiña (Meaño) e Simes |
Poner en valor la tierra
La
política de polígonos agroforestales, que se impulsa a través Consellería do
Medio Rural, responde a un nuevo instrumento para la recuperación y puesta en
producción de tierras de buena capacidad productiva, que se encuentran
abandonadas o infrautilizadas. El objetivo es mejorar la estructura territorial
de la explotación y facilitar el acceso a la tierra de nuevas iniciativas
productivas. Éstas deberían pasar por cultivos (o actividades ganaderas) considerados
de interés para impulsar el sector agropecuario. Y, en pleno corazón de O
Salnés, ese cultivo pasa, ante todo, por la viticultura del albariño. Unas
zonas interés, para lo que la D.O. ha delimitado un total de 2.230 hectáreas en
todo su ámbito de actuación, de ellas las 210 aquí apuntadas para el municipio
meañés.
Si
en el futuro llegara a desarrollarse un polígono agroforestal de iniciativa
pública, bien en Meaño otros enclaves, los destinatarios serían personas
interesadas en poner en producción las tierras, las cuales se presentarían a un
proceso de concurrencia pública.
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Al fondo, en el centro, zona de monte de alto de Vilariño en Simes |
Para hacerlo posible, la Xunta procedería a
recoger primero el acuerdo adoptado en consecuencia, cuando menos rubricado por
los que posean más del 70 por ciento de la superficie del polígono, y que
además exista abandono en más del 50 por ciento de la superficie afectada
(excepto que los propietarios se comprometan de por sí a mantener o poner en
producción sus tierras). En caso de parcelas de propietario desconocido, se haría preciso el proceso de averiguación de la titularidad de las mismas. Superado el paso,
tocaría la elaboración de un proyecto básico para el polígono en cuestión, el
cual incluiría la ordenación de usos y, de ser solicitado, un proyecto de
concentración parcelaria.
Una
vez aprobado, tocaría sacar a concurso público el arrendamiento o venta de esas
parcelas, en la que los propietarios escogieran esta opción (parcelas ya
agrupadas y con las infraestructuras necesarias ya ejecutadas). El desarrollo
de un proyecto así le serviría además a la Xunta para actualizar el catastro e
inscribir las parcelas en el registro de la propiedad.
Opciones y riesgos
Amén
de la iniciativa pública para la creación de polígonos agroforestales se
contempla también el hacerlo por iniciativa privada. Puede promoverlo cualquier
persona física o jurídica, si bien el proceso debe estar supervisado por la
propia Axencia Galega de Desenvolvemento Rural (AGADER). En su caso, se precisa
de una superficie mínima de 10 hectáreas sobre las que poder actuar, debiendo
concurrir también para ello el acuerdo de, cuando menos, los propietarios que
posean más del 70 por ciento de la superficie. Si el informe de viabilidad que
le sigue, y que elabora la propia AGADER, es favorable y se declararían esas tierras
de utilidad pública e interés social, se procedería con las actuaciones
precisas para la puesta en marcha del polígono en cuestión.
Se
trata de una herramienta de la Xunta, a la par que una ocasión para tratar de
poner en valor tierras óptimas, abandonadas o infrautilizadas, superando el
obstáculo histórico del minifundismo que tanto lastró la actividad agropecuaria
gallega. Amén de lo económico, entrará en juego la peculiar concepción social
que, por tradición, arrastra la propiedad de la tierra en Galicia. Pero
también, de cristalizar, supondrá el avance inexorable del monocultivo
intensivo del albariño con los riesgos que ello entraña para el futuro sobre el
medio y el hábitat. Un riesgo, si cabe, aún mayor con la irrupción de grandes grupos y firmas vitivinícolas del panorama nacional que han comenzado a desembarcar o O Salnés (y Meaño).
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Distribución de las ocho zonas preferentes para la plantación de albariño en el municipio de Meaño |
Si el lector desea consultar y tener acceso a información detenida proyectos para desarrollar polígono agroforestales, pinche en el siguiente enlace/visor de la Xunta de Galicia:
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Si eso se leva a cabo vai ser culpa de quen lle conceda as suvencions que co diñeiro deles non van a facer nada nin van ter dereitos de plantacions si non se fan chachullos
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