Que
los afectos unen para desbordar las emociones más dulces, se evidenciaba en Castrelo el pasado domingo (por 13 de noviembre). Y es que en esta parroquia cambadesa un
centenar de alumnos de la antigua unitaria de O Castro rendía por sorpresa un cálido
homenaje a la que fuera la “maestriña” -que le decían con ternura- de toda una
vida. La protagonista, Celsa Lastres Radío, meañesa ella y natural de Dena, afincada en Bandeira, y que
a sus 87 años regresaba a su unitaria de Castrelo, donde había ejercido durante
una década entre mediados de los 60 y los años 70. Una escuela unitaria, aquélla, donde marcó para bien la vida
de muchos de sus alumnos.
EN HONOR A LA “MAESTRIÑA”
“Llegué
hoy a Castrelo fruto del más dulce de los engaños”, reconocía Celsa Lastres, en
el momento en que visitaba la que fuera vivienda en la planta alta de la vieja
unitaria, reconvertida hoy en sede la asociación de mulleres rurales. “Yo creía
que venía por visitar a un sobrino -aseguraba-, y me extrañé cuando en Dena me
recogió un Seat 600 con conductor ataviado como chofer, y así nos desplazamos a
Castrelo”. A es que, justo a esa hora, el vecino de Dena, Victorino Otero, a
bordo de su 600, una joya de hace justo 50 años, recogía a la protagonista,
uniformado y acicalado con gorra de plato y guantes blancos, dispuesto cuan el
trato a una diva. La razón del vehículo elegido era que el Seat 600 había sido el de toda la vida de
Celsa Lastra, considerada en Dena una adelantada a su tiempo al ser la primera
mujer que, recuerdan, conducía un vehículo en la parroquia (en la foto, Celsa Lastres a su llegada a bordo del Seat 600 de Vitorino Otero)
EN HONOR A LA “MAESTRIÑA”
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