La
naturaleza es en ocasiones caprichosa. Que se lo digan si no a José Etelvino
Castro un vecino de barrio de Ganón en Xil (Meaño) que desde hace un par de
meses cría en su corral un pollo blanco con una singularidad: el ave tiene tres
patas. Le llegó regalada desde una agraria de Vilanova, dado que ningún cliente
la quería. Caso insólito el de este meañés, que a punto de cumplir los 85 años
-lo lo hace este próximo domingo- reconoce que nunca tal había visto.
EL POLLITO FEO
La
curiosa ave llegó al barrio de Ganón, donde vive Etelvino Castro, con un mes de
vida, procedente de “Agrogande”, un comercio agrario de Vilanova donde trabaja
su sobrino, Rogelio Paz, “Una cliente comprara en la agraria un remesa de
polluelos -explica el propio Rogelio Paz- y al cabo de unos días se presentó de
nuevo en el establecimiento para devolver este ejemplar porque había
descubierto tenía tres patas”. “Todos quedamos estupefactos cuando lo vimos
-reconoce-, a la clienta se le dio otro polluelo y el comercio se quedó con
este ejemplar de tres patas”. “Y como pasaba el tiempo -continúa- y todos los clientes
lo rechazaban, mismo a los compañeros les daba algo de repelús, el jefe me lo
regaló y lo traje para casa en Xil”.
El
pollo, que actualmente pesa casi los tres kilos, posee dos patas dispuestas en
su posición normal, a las que suma un tercera, situada entre ambas pero
dispuesta más atrás, a modo de apéndice, de tal forma que apenas sí utiliza
para apoyarse. Cuando la vio, Etelvino Castro no puso ningún reparo al ave.
“Cuando mi yerno apareció con el pollo casa -afirma- no me planteé rechazarlo
¿por qué razón? Lo de las tres patas es una singularidad, nada más, por lo
demás es un ave totalmente normal: come, camina por la era en libertad e
incluso intenta montar en las gallinas”.
Eso
sí, como el resto del gallinero percibe diferente al nuevo inquilino las demás
aves le son hostiles, por lo que el dueño hubo de tomar medidas para
protegerlo. “No puedo tenerlo encerrado en el gallinero con el resto de los
pollos y gallinas porque lo atacan -explica Etelvino Castro-, por esa razón lo
acostumbré desde los primeros días a andar suelto por la era. Y se cría así, en
libertad, por el día da varias vueltas alrededor de casa y por la noche se
acurruca en un rincón del alpendre junto a la lavadora y ahí duerme”.
Etelvino
Castro cría en su gallinero doce gallinas, dos gallos de corral y una kika. “Crío la aves -apunta- para
sacrificar luego y comer porque nos gusta la carne de pollo de casa”. “Y este
pollo -en relación a ejemplar de tres patas- seguirá el mismo camino, e
cuestión de unos cinco meses… allá para Navidad, bien preparado al horno”, si
bien, cuando lo comenta, su hija no disimula y frunce el ceño: “a mí lo de las
tres patas… no sé” murmura. Por tanto la peculiaridad de sus patas no indultará
al ave.
A
sus casi 85 años y después de haber criado pollos y gallinas toda su vida
Etelvino Castro reconoce no haber visto nunca un caso así. “Sí cuando era
joven, allá por los años 50 del siglo pasado cuando yo tenía unos veinte años,
vi en cierta ocasión un caso realmente mucho más extraño que era el de un ternero
con ocho patas y dos rabos… como lo cuento”. “Y mucho dinero hicieron los
feriantes -continúa Etelvino Castro-, que eran de la zona de Mosteiro, con
aquel animal porque lo llevaban de feria en feria y de fiesta en fiesta para
exhibirlo. Lo tenían en un camión tapado y cobraban una entrada por ver aquel
animal, yo mismo recuerdo haberla pagado para verlo en las fiestas de
Portonovo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario