viernes, 18 de abril de 2025

 

El acordeón es uno de eso instrumentos que contribuye a mejorar la memoria, la agilidad y la resiliencia del cerebro. Y a buena fe que a ello vive entregado el Grupo Amigos do Acordeón Rías Baixas. Con base en Meaño, lo forman hoy un septeto, de ellos seis acordeones y un contrabajo. Entre los siete suman -ahí es nada- de 523 años, promediando una edad media de 74,71 años, abarcando su arco de edad entre los 59 y los 85 años. 

UNA PASIÓN SIN EDAD 

Todos los miércoles se reúnen en su local particular, sito en casa de su mentor, el meañés Pablo Dovalo López. Juntos, ensayan de 16 y 19,30 horas, tres horas y media para tocar, aprender, más compartir tertulia y pasión por el instrumento que les une. Ellos son Ignacio Varela y Avelino González (ambos de Xil), los grovenses Antonio Folgada y François Triñanes; Daniel Dóce (Curro), Cándido Ruxiá (Samieira), y el meañés Pablo Dovalo, pionero en la creación de la formación.


Grupo de Amigos do Acordeón Rías Baixas durante un ensaio

“El acordeón -reconoce a sus 83 años Dovalo López- llegó a mi vida cuando yo tenía doce años”. “Fue el Sr. Lores -explica-, que entonces me impartía clases de música en la banda de Meaño, quien me animó a dedicarme a la música, y mi padre accedió a comprarme un acordeón que, en aquel 1947 costó 8.000 pesetas (48 euros de hoy)… Entonces era un dineral, y mi padre me amenazaba con que, si no lo estudiaba, vendía el acordeón”.
“Pablo, Avelino y yo -explica Ignacio Varela- recorríamos en bicicleta los 10 kms que distaban de Cambados para recibir clases de acordeón de maestro Ángel Losada Nine, porque entonces no había posibilidad de estudiar en un conservatorio reglado como hoy”. Tal es así, que hoy el grupo tiene en mente el tributar un homenaje al cambadés que fuera maestro.
“Con 16 años -apunta Pablo Dovalo- yo mismo formé la orquesta Los Diamantes, que ensayaba en bajo de la casa de mis padres, y que nombre por conflicto con otra formación coruñesa que tenía el mismo nombre, mudamos por Los Brillantes”. Luego se sucedió su paso por  Iris, Florida, Los Microns... Pero no sólo él. Seis de los siete compañeros de este grupo de acordeones tienen en su haber una dilatada carrera en el mundo de la orquesta, habiendo integrado entre los años 50 y 80, formaciones que hoy forman parte da la historia: Metagones, Los Lagos, Los Alkar, Krazzy Kray, California, Caribe, Cume, Luces, Galicia, Cliper, Nueva Vera Cruz, Melodías, Poceiro, Álamo, Iris, Imperial, Los Pinos...


Avelino González en el bajo y sus compañeros en el acordeón

Daniel Dóce es el único que rompe la norma. “Yo -apunta- soy el único de los siete que no ha sido ni es músico”. “Me inicié a los 55 años -agrega-, aprendiendo a tocar con estos (en relación al grupo) A Rianxeira y creo que todavía no sé tocar el acordeón como ellos”. Ya en un tono más formal reconoce que “empecé en la música de cero a los 55 años y, la verdad, ahí me di cuenta de lo muchísimo que vale la música para mi mente, lo que me aporta para superar momentos complicados… Le aconsejo a cualquiera, sin importar la edad y por muy mayor que sea, iniciarse en la música,  va a descubrir un mundo nuevo y maravilloso”.
“Yo me inicié cantando misas junto con José Solla y Manuel Dovalo”, explica Avelino González. “Por entonces -continúa- se cantaba en latín y me estrené un martes de Pascua cantando la misa solemne de San Benito de Palermo en Cobas”. Por su parte, el idilio de Antonio Folgada con el acordeón surgió en este siglo: “era el año 2005, yo trabajaba en una residencia y un asturiano que estaba allí, y sabía que yo empezaba a tocar algo, que regaló un acordeón”.


Ignacio Varela, Pablo Dovalo, François Triñanes y Cándido Ruxiá

 
Acordeón y terapia
A su edad, quien más y quien menos arrastra dolencias, que sus componentes reconocen: polimialgia reumática, diabetes, epilepsia, ácido úrico, anemia, nervios… Una ristra considerable que, a sus años y con el acordeón sobre el regazo, hasta enumeran con humor. Para mitigarla, apuntan, el instrumente es una excelente terapia: “El acordeón -apunta Daniel Dóce-, trabaja mucho la mente, la psicomotricidad de los dedos en ambas manos y, a la vez que, ejercita los brazos con el fuelle y así trabajamos el corazón”.
Por su parte, François Triñanes, que había nacido y educado en el seno de una familia emigrante en Francia -de ahí su nombre-, regresó en su día para afincarse en O Grove cuando él contaba 20 años. Es grovense reconoce que “el acordeón y la música, tiene un efecto muy beneficioso sobre el estado de ánimo: relaja, quita ansiedad, cuando estamos tocando nos olvidamos de los problemas, uno se concentra en la partitura y estamos enfrascados en disfrutar”.
Pablo Dovalo lo rubrica tirando de retranca: “cuando cojo unos de esos cabreos de cuidado en que, si me dejo llevar le propinaría un par de bofetadas a alguno, cojo el acordeón, empiezo a tocar y se me olvida lo de las bofetadas…” (risas). En tono más formal explica que el grupo “está abierto a toda aquella persona que tenga un acordeón por casa, quiera unirse y tocar con nosotros”. “Aquí -agrega- no se cobra cuota alguna, es totalmente gratuito participar y aprender a amar la música y el acordeón, la edad no es un impedimento, no hay más que me mirarnos a nosotros, que con 80 años tocamos y nos transformamos”.
 
Antonio Folgada, Daniel Dóce y Avelino González

Acordeones y repertorio

Entre los acordeones apostados en su regazo, marcas como Paolo Soprani, Borsini o el Hohner alemán. “Para iniciarse, a partir de los 300 euros cualquiera puede equiparse con un acordeón, mismo en China los fabrican y los puedes encontrar en tienda” explica Dovalo, que él, apasionado al mundillo, tiene en su haber cinco modelos. “Luego -agrega-, se uno quiere ir más allá para perfeccionarse, puede comprar acordeones de entre 4.000 y 8.000 euros o mismo llegar los de 20.000”. Lo del peso, cuando se le pregunta, explica que “depende del modelo: los hay pequeños y grandes, y el peso puede ir entre los 4 y los 16 kg”.
En el repertorio el grupo se atreve con todo, si bien la copla, la habanera, el pasodoble y la música popular gallega son el referente. “El acordeón casa con todo -apunta François Triñanes, que a sus 59 años es el más joven de los siete-, cuando estoy en casa me suelto incluso con el música disco y hasta con el rock, pero tocado slow (lento)”.
Amigos do Acordeón Rías Baixas tiene en agenda participar el 17 de mayo en Castrelo en el marco de un festival benéfico que congregará a más de una veintena de grupos, con conciertos que se sucederán a lo largo de la jornada a partir de las 11 de la mañana. Y para el 13 y 14 de junio el programa les hará viajar para participar en un Festival del Acordeón en localidad asturiana de Llanes. A lo largo de su trayectoria, ha registrado actuaciones fuera de Galicia, entre ellas una en Alicante, participando en un intercambio con una orquesta de acordeones levantina dirigida por un maestro ucraniano y que luego devolvió visita para actuar juntos en Ribadumia.
El acordeón, reconocen “es un instrumento que en las últimas décadas se había quedado un tanto en ostracismo, pero que está volviendo con fuerza, y mucha gente joven se anima con él”. “En Campelo -explica Ignacio Varela- existe una buena cantera de acordeones con más de 20 jóvenes instrumentistas, es una pena que en Meaño la Escuela de Música Municipal no incluya el acordeón en su oferta formativa, pero había que alentar y divulgarlo, sería un nicho interesante a explorar”. Una pasión donde la edad non importa, por el músico no se jubila nunca.


Otra instantánea del ensayo


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