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Rubén Fandiño
Fernández
Ciclista de Castrelo - Campeón júnior de Galicia
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Rubén Fandiño
Fernández
Ciclista de Castrelo - Campeón júnior de Galicia
Natural
del lugar de A Bouza en Castrelo y a sus 17 años Rubén Fandiño se perfila como
una de las jóvenes promesas arousanas en el ciclismo. Enrolado en las filas del
Bathco cántabro, brilló en junio en la “VIII Ruta do Albariño” y viene de
proclamarse ahora en julio Campéon Gallego Júnior de Ciclismo en Carretera
(renovando un título que había conseguido en 2019 como cadete). Desde aquí
abrimos este particular Ventanuco para visibilizar su entrega a un deporte
considerado como el más duro y sacrificado de todos. Un deporte cuyo
entrenamiento diario en carretera acarrea ese riesgo añadido. Por ello, nuestra llamada a respetar y a extremar el adelantamiento a los ciclistas. Y
cuando por la PO 550 hacia O Grove veas un maillot del Bathco, ese es Ruben
Fandiño: aliéntalo en esa lucha solitaria. En 2020, dos pódiums jalonaron la
temporada 2020, tan condicionada por el covid, siendo segundo en el Challenge
de la Subbética en Andalucía, y tercero en una carrera de Castilla y León. Una covid
que ahora viene de frustrar su participación en la Vuelta a Valladolid que se
disputaba este fin de semana.
“EL CICLISMO ME ENGANCHÓ CUANDO LA VUELTA AL BESAYA”
¿Cómo se decantó de niño por un deporte tan sacrificado como es
el ciclismo?
Fue
mi padre quien empezó metiéndome en el ciclismo, porque él era muy aficionado a
este deporte. Con 7 años me inicié en el Muebles Compostela. De niños, el
acercamiento al ciclismo llega con las gincanas, pruebas en la que se combina
velocidad y técnica para ir sorteando conos y algunos obstáculos. Luego,
llegaron las primeras carreras en alevines, dando dos o tres vueltas a un
circuito que, a lo sumo podían ser pruebas de 8 o 10 kms.
¿Cuándo notó que ciclismo le enganchaba
de lleno?
Fue
el primer año de cadete, y más aún en el segundo cuando salí a Cantabria,
porque me hacía mucha ilusión correr la
Vuelta al Besaya, que era una prueba de mucha tradición en la categoría junior
(de 16 a 18 años). Mi madre llamó, contactó con Cantabria y pude correrla, a
modo de cedido del Muebles Compostela al Bathco. Allí ve vieron varios equipos
cántabros y el propio Bathco me propuso fichar con ellos a los 16 años. Esta es
la escuadra es con la que estoy ahora.
¿Cuál
fue ese primer ídolo del ciclismo de la infancia?
Alberto
Contador, que era el que mi generación veía por televisión.
Cómo se sigue la formación de ciclista
desde un equipo cántabro viviendo en Castrelo?
Lo
regular es entrenar aquí, en Galicia. Sólo de cuando en vez viajo a Cantabria
para realizar estancias y concentraciones de una semana con el Batcho. El
equipo nos ofrece un piso en el que albergarnos, para poder entrenar juntos a
las órdenes del director de equipo.
Supongo que a esta edad no percibe aún
dinero alguno, ¿o sí?
No,
no se cobra nada, es más, suele costar dinero, como ocurre en cualquier deporte
en estas edades de formación.
Por
lo general recorro la PO 550 hacia O Grove. Cuando hago montaña me gusta subir
hacia a Armenteira, bien desde Poio hasta A Escusa, o desde Barrantes hasta el
monasterio.
¿Los automovilistas se conciencian y
respetan más a los ciclistas en carretera?
No he notado nada. Sigo viendo de todo, desde
el que te respeta al que te pasa muy cerca. Algún susto ya me llevado.
¿Cuánto entrena a la semana un ciclista a
los 17 años?
En
verano salgo a entrenar seis días por
semana, haciendo en torno a tres horas diarias. De esos seis días, uno es para
rodar tranquilo, y el séptimo día de la semana toca descanso.
¿Cuál es la clave para mantenerse en forma
a su edad?
Amén
de ser rigurosos con el plan de entrenamiento, lo fundamental a esta edad es la
alimentación y el descanso, comer justo lo que debes y descansar mucho. Son dos
pilares fundamentales.
Defínase como ciclista… su fuerte y sus
puntos a mejorar.
Soy
cumplidor, me debo al equipo, es algo que tengo siempre presente. Los puntos
fuertes y débiles de los ciclistas vienen dados en gran medida por las
cualidades físicas de las que cada uno parte. En mi caso, por mi físico, estoy
más dotado para el sprint, ahí es donde mejor me siento. Lo débil es quizás la
montaña, me cuesta con los puertos más duros, es algo a mejorar.
Rubén Fandiño en Ouresne con maillot y medalla de Campeón de Galicia, flanqueado por su compañero y representante del Batcho |
Hace unos días viene de proclamarse en
Ourense Campeonato Gallego de Ciclismo en Carretera.
Sí,
han sido 120 kilómetros con salida y meta en Baños de Molgas. Para arroparme
vinieron dos compañeros del Bathco, Roberto Alonso y Juliano Rozas, que
trabajaron lo suyo para llevarme ahí. Era un circuito rompepiernas, con mucho
repecho, se trataba de estar ahí al final, en una llegada al sprint mis
opciones podían ser mayores.
¿Cuál fue la clave para esa victoria?
El
apoyo de mis dos compañeros y el haberme hidratado y comer bien en una
prueba tan larga, que además estuvo muy marcada por el calor, lo que volvó la
etapa aún más exigente.
El
pelotón, con tanto calor y con 120 kilómetros por delante llevó un ritmo
intermitente, alternando vueltas en que se tiraba a bloque con otras relajadas,
que solían llegar tras neutralizar fugas. El campeonato no se dirimió hasta la
última, cuando en la subida de 3 kilómetros al alto de Pías, a 14 de meta, se
produjo la selección con una decena de ciclistas. Y en la subida, Roberto
Alonso, me arropó para superar la subida y a partir de ahí fue ya mi
responsabilidad. A 200 metros Lorenzo Pena (de Cidade de Lugo) lanzó ya el
sprint, me agarré a su rueda y le superé con cierta holgura (le aventajó 2,5
segundos).
Y el fin de semana siguiente, 18 de julio, disputaba el Madrid el Campeonato de España. ¿Cómo resultó la experiencia?
Nada
bien. Formábamos un pelotón muy grande para recorrer 122 kilómetros y cuadró un
día con un calor enorme… A las dos de la tarde caía un sol a plomo, con el
termómetro marcando 43 grados. Al principio me sentí bien, pero no sé que pasó,
que en a la altura de kilómetro 80 me quedé sin fuerzas, me sentí vacío de
repente y tuve que echar pie a tierra. Fue tan dura de los nueve de la
selección gallega sólo acabaron dos.
Un final de junio y un mes de julio con
citas constantes. ¿Se llevó un sabor agridulce de la VIII Ruta do Albariño?
En
parte sí, porque me hacía mucha ilusión ganar en Cambados. Esa última etapa se resolvió
al sprint, Samuel Fernández (del MMR
Academy asturiano) y yo nos perfilamos bien, tanto que nos fuimos de rueda del
resto del grupo, pero el me superó en el último golpe de riñón.
Y luego, a finales de junio le llegó la
Vuelta Junior al País Vasco.
Sí, era la Bizkaiko Itzulia, una Vuelta Junior al
País Vasco que era la primera carrera
UCI que corría en mi vida, con lo más granado de los equipos españoles, más escuadras francesas británicas y portuguesas. Las cosas no acabaron de irme bien, porque
el recorrido era toda montaña, y eso me hizo mella, lo montaña no es mi
fuerte.
Y a finales del julio le cogió del “hombre
del mazo” del que habla Pedro Delgado, pero esta ocasión en forma de covid.
Sí,
no acababa de recuperarme del Campeonato de España, fue al médico y di positivo en las pruebas.
¿Cómo lleva el covid?
Tuve
algo de esta semana, pero ayer (viernes 23 para el lector) me remitió, hoy me
siento ya mejor, si bien todavía me falta por recuperar gusto y olfato.
Afortunadamente, en casa todos están bien y dieron negativo en las pruebas. Y yo
estoy coumpliendo el donfinamiento, evitando todo contacto. Mi ilusión es poder volver a correr a
inicios de agosto.
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