Después
de 15 años de vida la ruta de los molinos del río Chanca que sube desde Lores
hasta Armenteira sufre el deterioro del paso del tiempo, con daños y
desperfectos de hacen necesaria una actuación urgente para su regeneración. La
senda, pese a estar menos divulgada que la Ruta de Pedra e da Auga, se ha
convertido en cita para centenares de senderistas que optan por el carácter más
intimista que supone su recorrido. La oposición meañesa lleva más de año demandando su regeneración y el
concello tiene en cartera un plan para ello en 2017. Pero mientras tanto, toca
seguir esperando.
LA
RUTA DEL RÍO CHANCA CLAMA POR SU REGENERACIÓN
Una farola caída en en el tramo Couso-Axis desde hace meses |
Un
paseo por la ruta de ribera del Chanca desde Lores hacia Simes y Armenteira
evidencia los daños del paso del tiempo sobre una senda creada hace quince años
y que atrae cada temporada a centenares de visitantes ávidos de la naturaleza y
el senderismo. La ruta, de 6 kilómetros de longitud que remonta el Chanca hasta
su mismo nacimiento en un manantial terreño de monte en Valboa (Armenteira),
sufre un deterioro que evidencia la necesidad de una actuación para recuperar
su esplendor.
Así,
partiendo de puente de Caxoi en Lores y en su marcha hacia Armenteira, el
senderista puede encontrarse en el tramo bajo, entre Lores y Simes, con
papeleras rotas, vallas de madera inseguras o caídas, alguna farola en el suelo
e incluso la ausencia de un tramo de barandilla en el escalera de acceso al
vial de Axís -en las inmediaciones del pontón recién remodelado-, cuyo peligro
y riesgo de caída advierte una cinta plástica delimitadora de obras.
Impacto visual
Vallas que no ofrecen seguridad al viandante a la altura de Axís |
Un
pontón de Axís del que algunos senderistas lamentan el impacto visual que
quedado tras su remodelación reciente. Y es que en medio de un paraje natural,
donde prima la madera y la piedra antigua de los molinos de río, el senderista,
en su llegada al pontón, se encuentra ahora con un grueso arco de hormigón -en
torno a 1 metro de grosor- en forma de U invertida que sostiene un puente cuya
parte superior sí está recubierta con piedra antigua. Vecinos y senderistas
lamentan que esa piedra no recubra también cuando menos fachada de la
estructura que sostiene el pontón, para de esta forma evitar el feísmo y
hacerlo más acorde con el paraje en que está enclavado, emulando así el anterior
pontón, todo él en piedra.
Subiendo
de Axís hacia la conocida como “curva do sifón” de la PO 303 en las
inmediaciones del cementerio de Simes, se repite la imagen de vallas rotas,
otras caídas sobre el río y tablones sueltos en la pontella de “muiño do
Pombal”. Luego, en el tramo que asciende desde la PO 303 hacia Armenteira, más
agreste y por medio del monte, los daños se traducen en árboles rotos, caídos a
cada paso sobre el cauce del río.
Árboles caídos sobre el río subiendo el Chanca |
El
deterioro de la ruta ha sido uno de los temas recurrentes por parte de la
oposición en lo que llevamos de legislatura, en especial de la formación
socialista de Icía García que, en reiteradas ocasiones, viene insistiendo en
sesiones plenarias en la necesidad de regenerar una ruta “que es todo un
emblema para Meaño, y cuyo pésimo estado contribuye a la mala imagen del
municipio”. Cierto que las actuaciones de limpieza de la vegetación en los
márgenes de la senda y de remodelación alguna estructura caída -caso de una
pontella de madera en las inmediaciones de los molinos de Couso- han ido
paliando hasta el momento la situación de una ruta que requiere, ahora ya sí,
de un plan de completo regeneración. La alcaldesa Lourdes Ucha asegura que el
mismo está en la agenda del grupo de gobierno para su puesta en marcha en 2017.
23 molinos
El molino de O Crego de Quintáns, uno de los 23 de la ruta. Foto: Rafael Dovalo |
La
ruta fluvial de Chanca es un trayecto de 6 kilómetros de ascensión con dos
partes bien diferenciadas. La primera, más accesible y ascensión más tendida,
discurre por un paraje de prados, donde los viejos molinos de río se suceden a
cada paso, hasta completar el número de 23 construcciones. Alguno transformado
en tasca rural, como el “muiño do Ferreiro”, de propiedad hoy municipal, y
otros de gran valor, como el “muiño de Crego”, una construcción cuya existencia
está documentada en el siglo XVII, y que a finales del XIX llegó a manos de
Miguel Padín “o crego de Quintáns” -de ahí su nombre hoy-. Sus viejas ruinas
fueron recuperadas hace unos años por su actual propietario, Pablo Dovalo,
quien lo heredó de su abuela cuando el contaba sólo los 3 años de edad, y que
creó en su interior una auténtica aula didáctica sobre estas construcciones.
Los
trabajos de recuperación en otros molinos del tramo se han venido sucediendo a
lo largo de los años. El último se está ejecutando estos días en el molino de A
Besada en Simes, merced a un taller de empleo que ha puesto en marcha la
Mancomunidade do Salnés, y a través de cual en Meaño se pretende recuperar esta
construcción que ya aparecía recogida en el s. XVIII en el catastro del marqués
de la Ensenada, propiedad entonces de Ygnacio de la Yglesia.
La
segunda parte de la ruta, más agreste, asciende por la zona boscosa, con un río
que discurre más encajonado, y donde el encanto se centra precisamente en el
propio paraje natural del entorno.
La
senda suma además una gran variedad de flora y fauna que la convierten en zona
apropiada para el aprovechamiento didáctico por parte de los escolares. Así,
sólo en el tramo bajo se han llegado a catalogar 15 especies distintas de
árboles (olmos, robles, avellanos, abedules, nogales, castaños, pinos...), 14
de plantas (helechos, trébol blanco, diente de león, menta, ortiga, etc.) y 13
especies de fauna (colirrojo, golondrina, rana, libélula, caracol, trucha,
lagarto de agua, etc.) que se añaden a la riqueza etnográfica de los molinos de
río y la viejas pontellas.
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