sábado, 18 de junio de 2022

 

Que la música une más que parejas se evidenciaba esta primavera en el “XXX Festival de Bandas de Música de Meaño”. Una historia de hace unas semanas, que recuperamos hoy para compartir contigo desde este Ventanuco a las puerta del verano. En el festival meañés, sobre el escenario, la música congregó a matrimonios, padres e hijos en las bandas de Silleda, O Rosal y Meaño, sumando un total de siete familias. La que más, la rosalina, con cuatro componentes, aunando a dos generaciones. Una de ellas esperando hacer coincidir en unos años hasta tres sobre el escenario.


LA MÚSICA UNE MÁS QUE PAREJAS 

 
Los 37 años transcurridos desde aquel 1985, en que se estrenaba la Banda de Música de Meaño tras su refundación -amén de los 30 años del festival meañés-, daba para que dos generaciones familiares compartieran escenario en el festival de banda de este año en Meaño. Así, en las BUMM, dos familias. De una parte, Andrés Hay Hermida, saxofonista, y Soledad Fernández Viñas, ella anterior trompetista de la banda, cuya relación, compartiendo banda, acabó cristalizando en matrimonio en el año 2003. De esta unión nacieron dos vástagos, uno Manuel, que con 15 años es hoy saxofonista de la banda, y otra, Lucía que se estrenaba precisamente con la BUMM en el festival con su oboe. (En la foto, Andrés con sus hijos). Hay Hermida reconocía que “el compartir, no sólo banda, sino festival con mis dos hijos era una de esas ilusiones que fue creciendo conforme ellos se fueron decantando por la música”. Un Andrés Hay que, además, tiene en su haber ser el único músico que pervive desde la refundación en 1985 y siendo el único integrante que tocó en los 30 festivales celebrados en Meaño.


El otro vínculo familiar de la BUMM era el Daniel Portas González (trombonista) y sus dos hijas, Lara y Rocío Portas Carballa (en la foto, Dani Portas con sus hijas). La primera es clarinete en la banda meañesa, y a sus 19 años viene de completar los estudios del Grado Profesional de Conservatorio de su disciplina instrumetnal. Y la segunda, con 16 años, que cursa segundo de flauta de Grado Profesional en el Manuel Quiroga de Pontevedra. Natural de Simes, Daniel Portas recordaba sus inicios: “empecé a los 13 años yendo a clases con el entonces director de la banda, Manuel Lores, que era mi vecino, y con 14 me estrené en el festival, cuando era la segunda o tercera edición”. Un Portas González que hizo del trombón su profesión, no en vano es hoy músico funcionario de la Banda de Música de Santiago. Combina esta labor con la educativa, impartiendo clases de trombón en las escuelas de Silleda y Beade. “Mi idilio con el trombón -explicaba-, no fue el primero, sino que, en realidad, me inicié con la trompeta, pero el señor Lores que convenció para que me pasase al trombón, que era un instrumento del que adolecía la banda”. La pasión de sus hijas por la música, reconoce, “no fue inducida, sino que surgió como algo natural en ellas, quizás viéndome a mí estar tocando a menudo en casa”.
 
Silleda

La banda de Silleda contaba también con uno de estos núcleos familiares, mayor aún si cabe, por cuanto en ella compartían escenario el matrimonio integrado por Manuel Vidueiros, él tuba, e Irene Fuentes, ella clarinetista, a los que sumaban a su hija Rosalía, que tocaba la trompa. “Nos conocimos cursando magisterio musical -recordaba Manuel Vidueiros en relación su esposa-, la convencí para a venir de Carballo a tocar con la banda de Silleda, y así nos casamos unos siete u ocho años después”. Ambos, maestros de profesión, comparten pasión con su hija por la banda, a la que suman una segunda, Saínza, clarinete que a sus 12 años toca en la formación juvenil de Silleda y que en breve completará cuarteto familiar en la banda”. (En la foto Manuel Vidueiros, Irene Fuentes y su hija, Rosalía)
 

O Rosal
Por su parte la Agrupación Musical de O Rosal era la que más núcleos familiares sumaba, aunando cuatro sobre el escenario. Entre ellos, Nieves Álvarez, flautista, que fuera músico- fundadora de esta agrupación y que, con tan sólo 10 años, acudía por primera vez como flautista de la banda de O Rosal a participar en el que era primer festival de Meaño. Por medio han pasado tres décadas que mantienen vivo aquel recuerdo infantil en Meaño. La bada rosalina, y la propia Nieves Álvarez, repitieron participación en Meaño en cuatro ediciones. En este 2022, ella compartía escenario con sus hijos Rubén (tuba) y Ana María (flauta), no pudiendo concurrir a la cita el tercero, Manuel, también músico en la banda rosalina.


Las cuatro familias de la Agrupación Musical do Rosal
que compartieron escenario

Nieves Álvarez tenía sus palabras de reconocimiento para el director de BUMM Diego Javier Lorente López -otrora directo de la Agrupación Musical de O Rosal-: “Diego dejó su sello con un recuerdo imborrable en O Rosal, es un director que dinamiza mucho y que musicalmente se atreve con todo”. Un sello que está dejando en Meaño a lo largo de una etapa fructífera con obras y proyectos que cautivan a los músicos y el público.
O Rosal sumaba tres núcleos familiares más, compartiendo palco. Una, la integrada por Sito (trombón), su esposa Montse (saxo) y su hijo Andrés (fagot). Otra la de Rafa (tuba) y su hija Alba (clarinete). Y la tercera, que era la que formadada Montse (clarinete) y un hijo de sus hijos en la percusión. “La tercera generación -apuntaba Nieves Álvarez- se resiste, pero quizás en unos años pueda sumarse, porque alguna de estas familias tiene ya nietos pequeñitos. En algunas casas la música se respira como el aire y los niños se contagian fácil por esta pasión”.


La BUMM al término de su concierto en el festival

 

 

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