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Marisa Dovalo Méndez
Dueña de "Marisa Moda" (Dena)
“Marisa Moda” fue durante más de 50 años uno de los emblemas de comercio meañés. Abierto a finales de los años 60 fue creciendo para pasar de taller de costura a mercería y, a mediados de los 80, en un comercio de moda al uso. En su haber, las dimensiones grandes y su apuesta por marcas únicamente españolas a fin de poder garantizar la calidad de prendas y calzado. Añadido, un servicio de costura abierto en un taller anexo en tienda, para ajustar la ropa y mismo confeccionar cortinas y ropa de casa a gusto y encargo del cliente. No en vano, Marisa (nombre que en su partida de nacimiento reza como Luisa Eligia), a sus 76 años sigue siendo una de las caras más reconocidas por su dedicación de más de 50 años cara al público en una tienda de moda que fue su vida, que rezaba con su nombre y que era un referente que ahora se extingue con el cierre.
“EL SECRETO PARA EL ÉXITO DE UNA TIENDA DE MODA ES TENER MUCHO FONDO DE ARMARIO”
¿Cómo
se inició en el mundo del textil?
Yo me
inicié siendo costurera a los 15 años. Aprendí a coser yendo a taller de
costura con Marina “A Bichirigha”.
Éramos cinco o seis alumnas con ella. Y ya con 15 años caminaba con una máquina
de coser en la cabeza para trabajar a domicilio allí donde me requerían: Dadín,
Seixiños, Morouzos, Paradela, Vilalonga, Nantes. Anduve muchos kilómetros con
la máquina sobre la cabeza (Marisa Méndez en la foto anexa)
¿Recuerda
cuál fue su primera máquina?
Era una
Alfa que me había comprado mi padre. No recuerdo el dinero que costó.
¿Y cómo
dio el salto a la costura y luego comercio?
Fue al
poco de casarme en 1966. Tito (su marido) y yo empezamos viviendo en casa de
mis padres en Vilarreis, pero al poco iniciamos la construcción de esta casa
(en Rúa Santa Lucía) y aquí en el bajo abrí un pequeño taller de costura.
Recuerdo que criaba a mis dos hijas pequeñas, entretenidas dentro de una cesta
aquí en el taller mientras yo cosía. Ahí se acabó lo de ir casa por casa.
¿Qué era lo que más le encargaban como
costurera a domicilio y luego más tarde en su taller?
De todo, porque en aquellos años 60 por aquí
se compraba poca ropa, más bien se confeccionaba: yo hacía blusas, faldas,
camisas, pantalones, sábanas, almohadas…
Y de ahí a la mercería...
Cuando abrí el taller de costura acabé abriendo también en él una pequeña
mercería, que rezó ya desde el inicio como “Mercería Marisa”. Era un pequeño
cuarto de apenas unos 30 o 40 m2, y empecé vendiendo en ella ropa interior,
luego alguna falda, algún jersey de señora, alguna chaqueta… Pero siempre
cosiendo: tocaba mucho subir bastas de pantalones, ajustar sisas, poner
hombreras, todos los ajustes los hacía yo misma en tienda, amén de ir
atendiendo encargos de confección.
Marisa Méndez en su tienda recién cerrada
¿En los 70 aún vendía en ocasiones a fianza?
Sí, sí, era práctica habitual. Los clientes
eran conocidos, pero la gente era fiel a la hora de pagar las deudas, salvo
algunas excepciones que siempre tiene habido.
¿Cuándo amplió para convertirse en “Marisa
Moda”?
Fue a mediados de los años 80, que ampliamos
para abarcar toda la planta baja y más, con un local amplio y una imagen
moderna, ajustada al momento. Añadido, tenemos un almacén anexo, y con el
tiempo dos, de los que poder tirar para tienda. El crecer hizo que pasáramos a
ser tres, yo y dos mujeres más, una en costura y otra tienda. A la par, también
trabajamos en la confección de cortinas y estores, por lo que pasamos a contar
con dos y tres operarios más para su instalación. Además, por entonces dimos el
paso a meternos también con mucho calzado.
Una de sus imágenes de campaña en "Marisa Moda"
¿La jubilación le apartó del este mundillo?
No, para nada. Sí dejé de estar cara al
público y fue mi hija Mayte Domínguez Dovalo la que asumió gestión y cargo de
la tienda. Pero yo seguía ahí, tomando decisiones en todo.
La tienda acaba de cerrar hace nada. ¿Cuál
fue la razón que le llevó a ello?
El COVID nos tuvo dos años sin vender ni
comprar nada. Fue la puntilla, porque se suma ahora a que mi hija Mayte y su
marido están afincados en Pontevedra, tienen sus negocios allí y les resulta
muy complicado gestionar también esta tienda en Dena. El problema es que es una
tienda muy grande, exige mucha atención, mover un volumen grande de ropa,
volver a llenarla después de los dos años por el COVID… Eso lo complica aún
más. En realidad, fui yo la que decidió cerrar, sugería a mi hija de que era lo
mejor.
Usted vendía también mucho para
celebraciones.
Sí, y con el COVID durante dos años no hubo
bodas, ni fiestas del Sacramento, ni primeras comuniones, que era épocas de
mucha venta, todo eso se paró y fue un lastre añadido.
Una imagen de "Marisa Moda" cuando estaba abierta
¿Cuál era el prototipo de cliente que recibía
en tienda a lo largo de tantos años?
Muy variado. Desde clientes pudientes a otros
que menos, gente mayor y otra joven, muchos clientes fieles de la zona, pero
mismo otros llegados desde Vilagarcía, Pontevedra o Marín que, por referencias,
se desplazaban ex profeso para comprar aquí. La verdad, a lo largo de todos
estos años me siento orgullosa de haber tenido una clientela muy buena y muy
fiel. La gente venía y volvía, y eso siempre era gratificante.
¿Ropa y calzado siempre de marca española o
entraba también en los últimos años ropa “Made in…” un país asiático?
Siempre ropa y calzado español. Se trataba de
mantener la calidad y nunca se nos pasó por la cabeza recurrir a lo asiático,
aún sabiendo que sus precios estaban siendo más bajos, y que significaba una
competencia adicional. Pero siempre nos mantuvimos fieles a la marca española.
¿Alguna marca de referencia en sus compras?
Hubo muchas, la que más, la firma malacitana
Sonia Peña, tanto en ropa como en calzado. Esa era una de nuestras referencias
a la hora de comprar.
Cuando el cliente supo de cierre anunciado
¿le manifestó algo?
Sí, mucha gente nos expresaba la pena por el
cierre, o mismo nos alentaban a seguir abiertos, porque para muchos éramos
tienda de referencia, cercana, que siempre le quitaban de un apuro.
¿Lo último fue rebajas de temporada o por
liquidación?
Fueron ya rebajas por liquidación en lo que
llevamos de año 2022.
Interior de la tienda hoy cerrada ya
¿Le queda mucha ropa o lo ha finiquitado
todo?
Queda mucha todavía en almacén. Ahora, la
única opción es que llegue algún feriante por la puerta para comprar el lote a
modo de saldo, casi regalada, para venderla luego en mercadillos y ferias.
Ahora, con la tienda ya cerrada: ¿siente
alivio o nostalgia?
Ninguna de las dos cosas, no tengo nostalgia
ni pena, además fue una decisión mía.
Desde que era conocido su cierre, la verdad
¿no tuvo una oferta para tomar el relevo de la tienda y aprovecharse de una
firma con solera que estaba vendiendo bien?
La verdad es que no. Esta es una tienda
grande y eso supone esfuerzo e inversión. El secreto para el éxito en una
tienda así es tener mucho fondo de armario. Eso que no se ve en escaparate ni
en tienda es muy importante, y ahí, en almacén tiene que haber volumen. El
riesgo del textil es lo que lo que compras igual no lo vendes.
Dado que la tienda está en la planta bajo de
su casa, y ha pasado ya el trago del cierre: ¿Estaría abierta a escuchar una
oferta?
Claro ¿por qué no? Pero llegado aquí ya nada
de eso me quita el sueño.
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