Aunque
olvidado en cuanto a reseñas arqueológicas, el concello de Meaño ofrece
hallazgos y potenciales yacimientos todavía no catalogados o excavados. Desde
petroglifos a antiguos castros, junto con mámoas o un singular molde de
fundición de la Edad de los Metales dejan su huella en este municipio enclavado en
pleno corazón de O Salnés. Este reportaje pretende ser una guía para
descubrirlos.
LA PREHISTORIA QUE DUERME EN MEAÑO
Petroglifos de A Sobreira en la actualidad |
Alumnos de Xil siluetean con tiza los petrogligos de A Sobreira en los años 80 |
No
son los únicos petroglifos hallados en el municipio meañés, pero sí los mejor
conservados. Y es que entre el monte de Meaño y Xil, a la altura del lugar de
Campos, aparecieron otros en unas rocas inmediatas a la autovía de O Salnés.
Algunos testimonios afirman que “se descubrieron en parte cuando se construyó la autovía, pero se echó tierra sobre el asunto para no
tener que variar el trazado de la infraestructura, y aquella obras se llevaron
algunos de los mejores grabados”.
Alumnos de Xil del colegio de Coirón en los años 80 sobre la piedra del monte de A Sobreira cuando descubrieron los petroglifos |
Castros
Amén
de estos dos hallazgos, existen indicios en el municipio de Meaño de la
presencia, cuando menos, de dos antiguos castros, uno en la cima del monte San
Cibrán en Cobas y otro en Dena, en el lugar cuyo toponímico reza precisamente
con el nombre de O Castro.
San
Cibrán es un montículo que se eleva 209 metros sobre el nivel del mar y en él
convergen los concellos de Meaño y Ribadumia. Desde su cima, enclavada en la
parte meañesa, se divisan algunas de las panorámicas más bellas de la comarca
arousana. El último tramo, más escarpado, lo convierten en una zona de fácil
defensa, idónea para el enclave de un castro. Las leyendas que versan sobre el
montículo no hacen sino refrendar la teoría.
El monte de San Cibrán algerga un castro en su cima |
Un
monte de San Cibrán sobre el que circulan antiguas leyendas vinculadas
precisamente a los castros, transmitidas de forma oral de una a otra
generación. Entre ellas, la de la “trabe de ouro” mito según el cual
existía una “trabe” a modo de viga de oro subterránea que unía castros o
lugares emblemáticos, fabulación que aludía a fastuosos tesoros escondidos.
Preguntado en 2015 el vecino de Cobas, Nicanor Riveiro, daba fe del dicho escuchado a sus
ancestros: “desde Monte Lobeira a San Cibrán -afirmaba-, pasando polos
Aforcados (monte de) hai unha cadea de ouro que vale sete reinados”. El dicho
mentaba la supuesta viga o cadena de oro oculta bajo tierra, versión del mito
de la “trabe” de oro de los castros en el noroeste peninsular. Incluso,
confiados en la leyenda, algunos vecinos de Cobas, provistos de pico y pala, cavaron en
los años 30 del siglo pasado durante días el monte en busca de aquel fastuoso
tesoro que nunca apareció.
Molino prehistórico hallado en el monte de Dena reconvertido en improvisado macetero |
Amén
de los citados, Meaño cuenta con dos enclaves más, propicios para la existencia de
antiguas castros. Uno a caballo entre las localidades de Nantes y Lores (“O
Castro” de Nantes), y otro en la zona de Outeiro, un promontorio escarpado con
caída hacia poniente también en la localidad de Cobas.
Molde de función para hachas
Molde para fundición hallado en el monte de O Castro en Dena |
La
importancia de la pieza estriba en la escasez de hallazgos relativos al proceso
de producción metalúrgico en Galicia. Se trata de un molde para fundir hachas
en sus dos caras, con forma navicular, y
una longitud máxima de 35 centímetros de largo por 18 de ancho, y un
máximo de 7 centímetros de altura. En su base curva posee también un molde
menor, de 75 por 55 milímetros, de peor factura. Es una pieza singular,
elaborada en granito de dos micas, de textura equigranular de grano fino y que
tiene propiedades refractarias. Los expertos apuntan que, posiblemente, el
molde tuviera una tapa de cierre que permitiría utilizarlo posición vertical aunque, probablemente, nunca se llegó a usar.
Otra imagen del singular molde de fundición |
Otros
dos hallazgos, probablemente de época neolítica, fueron encontrados hace años por el
escultor Francisco Pazos en la finca donde se asienta su casa-taller. en Cobas. Se
trataba de una hacha de piedra, de unos 17 centímetros de longitud, más otra pieza que
era un afilador de piedra. “Cuando trabajaba en la Escola de Canteiros de Poio -rememora el propio Francisco Pazos- se las dejé a un profesor que las iba a
presentar en el Museo de Pontevedra, pero,
avatares de la vida, las piezas no volvieron nunca a mis manos y, que yo sepa, tampoco acabaron en el Museo”.
Mámoas
Mámoas en la parte de atrás de las bodegas de Paco&Lola |
ASÍ SON LOS PETROGLIFOS DE A SOBREIRA... SILUETEADOS EN LOS AÑOS 80
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