Si
hace una semana abríamos nuestro particular Ventanuco a hospedajes singulares
en O Salnés, hoy brindamos una peculiar guía para no perderse en locales
similares de hostelería, en los que el lector podrá disfrutar de una comida,
tomarse una copa o catar un vino, en una dependencia enxebre y cuyo uso mudó
del histórico original. Desde un antiguo palomar, reconvertido hoy en moderna
sala de catas, hasta un tonel dentro del que disfrutar de una romántica cena,
pasando por molinos de río que, fieles a su estructura, mudaron con mimo en
locales de restauración, o tradicionales piornos donde degustar un vino desde
una hamaca al atardecer. Y que mejor ocasión que el verano para disfrutar de
una experiencia en ellos.
Fotos. Iñaki Abella
Fotos. Iñaki Abella
HOSTELERÍA
CON ENCANTO
Bocoi de vino reconvertido en sala en el Muiño da Chanca |
En
Dena, a pie de la PO 550, el Muiño da Chanca ofrece en el exterior de su
restaurante una peculiar sala a modo de reservado para una cena romántica: el
interior de un auténtico bocoi de vino, traído en 2013 desde Ferreira de
Pantón, en Aguas Santas, hasta Dena, para convertirse en imagen de este
establecimiento hostelero. “Era un viejo barril del año 1915 -explica Antonio
Domínguez, quien regenta con su hermano el negocio familiar- cuya madera de
castaño se curtió durante décadas en la bodega de un cosechero artesano,
almacenando cada año 7.000 litros de vino, que era su capacidad”, “Recuerdo
-agrega- que lo adquirimos por 500 euros pero nos costó más dinero el porte.
Luego pagamos 700 a un carpintero por los trabajos de restauración, anclaje y
acondicionamiento interior, pero la verdad es que valió la pena, porque para
nosotros se ha convertido en todo un emblema”.
Mesa preparada en el Interior del bocoi de vino del Muiño da Chanca |
El
interior del viejo bocoi fue acondicionado con suelo de madera, una mesa y
sendos bancos a cada lado, de tal forma que sirviera para albergar una cena
íntima. “Hubo una época -comenta Antonio Domínguez mientras disponer la mesa en
el interior- en que una pareja de clientes vilagarcianos lo reservaban todos
los sábados para cenar”. A favor tiene además que, degustar un almuerzo o cena
dentro de las entrañas de este inmenso bocoy, no supone coste añadido sobre el
precio de carta.
Palomar para catas
Sala de catas dentro de un palomar en Pazo de Baión |
Quien
desee otra experiencia para los sentidos puede desplazarse hasta el Pazo de
Baión, adquirido en 2008 por Condes de Albarei donde, dentro del departamento
de enoturismo, puede acabar su visita degustando un vino de la cata en un
antiguo palomar. “Se trata de una de las joyas históricas del pazo -explica
Eugenia Castro, responsable del departamento de enoturismo- que, junto con la
edificación fue rehabilitado de la mano del arquitecto César Portela para
abrirlo al público en 2011”. La estructura, con planta circular, alberga en sus
paredes, dispuestos en 16 filas, en torno a un millar de originales nidos de
palomas, mientras el centro está presidido por una gran mesa de madera
cincundada por un banco corrido. Esta sala, con capacidad para 15-20 personas
es, sin duda, uno de los atractivos del pazo, no en vano en ella han degustado
el albariño desde visitantes norteamericanos a japoneses, pasado por mexicanos,
alemanes o australianos entre otras nacionalidades, los cuales han quedado
prendados de la belleza de la construcción.
“Cuando ofreces la cata en esa sala -explica Eugenia Castro-, nada
más entrar, la gente queda sorprendida por las paredes y la altura, y es
entonces cuando tienes que hacer una labor didáctica explicándoles que esos
huecos cuadrados de la pared, ni eran botelleros ni nada tenían que ver con el
vino, sino que eran, en realidad, auténticos nidos de palomas”. “La experiencia
de degustar un vino en esta sala -prosigue-, y en un entorno que aúna historia,
naturaleza y arquitectura, cautiva siempre al visitante”. Eso sí, uno puede
solicitarlo pero ha de tener fortuna en la asignación, por cuanto el pazo
dispone de cinco espacios para catas y es el departamento de enoturismo quien
dispone cada cual. No obstante, si entra en sus planes visitar este pazo y sus
bodegas, no lo dude, e inténtelo porque, por los 10 euros que cuesta visita y
cata, la experiencia le resultará inolvidable.
Panorámica desde el interior el horreo de la Quinta de San Amaro |
En un viejo hórreo
Pero
si lo del palomar de Pazo de Baion se le tuerce puede decantarse por otra de
nuestras opciones, como es la de degustar un vino o una copa acomodado en un
sillón-hamaca dentro de un viejo hórreo. Para ello deberá desplazarse hasta la
Quinta de San Amaro en Meaño, un hotel-restaurante enclavado en un entorno
rural, y que ofrece al cliente tal posibilidad. “Se trataba de un viejo hórreo
que existía en la finca -explica Nacho Crespo- y del que se mantenía en pie tan
sólo el armazón de piedra. Entonces se nos ocurrió acristalarlo y dejar este
espacio en la finca como un rincón de relajación y conexión con el paisaje”.
“Aquí -agrega- el cliente puede degustar un vino, una copa, un café… lo único
que no servimos dentro son comidas. Es un espacio cálido, muy demandado, ideal
para ver anochecer, sobre todo en invierno, luego en verano se recurre a él más
bien por la noche porque durante el día el calor dentro se hace excesivo”.
Horreo acristalado de la Quinta, lugar idóneo para degustar una copa al anochecer |
“El
turista extranjero -continúa Nacho Crespo- se sorprende con esta construcción,
tanto que algunos nos no han preguntado por qué tenemos monumentos funerarios
en casa… Sí, porque ellos ven una estructura con rectangular, elevada y
coronada por cruces, y algunos piensan que se trata de un templo funerario. Y
es que te paras a pensarlo y entiendes la confusión. Entonces les explicas lo
que es un hórreo, y para hacerlo más fácil lo que hicimos fue rehabilitar otro
que tenemos en la finca, con su duela en madera, para que pudieran comprender
más fácilmente su función original como almacén de mazorcas de maíz”.
Lita Escuedeiro en el interior de su Muiño do Ferreiro en Lores |
Molinos de río
Más
habitual, aunque no por ello deja de sorprender al visitante foráneo, son los
molinos de río, reconvertidos en locales de restauración. En Meaño se pueden
encontrar con hasta tres de ellos, los cuales conservan en su nombre el de la
construcción de origen: son los muiños de O Ferreiro, A Birta y A Chanca, los
tres enclavados en las riberas del río Chanca que, nacido del Valboa
(Armenteira), es la principal arteria atraviesa el municipio. De ellos, el de O
Ferreiro (Lores) es donde la intervención fue menor, tanto que conserva sus
piedras originales que sirven de soporte para mesas. Se trata de un viejo
molino-vivienda de maquía, que dejó de moler hace casi medio siglo. El concello
lo adquirió a inicios de este, y cedió su explotación como tapería. Hace apenas
una semana acaba de reabrir precisamente sus puertas tras una nueva concesión,
la cual recayó en Lita Escudeiro, una vecina de Simes afincada en Sanxenxo con
décadas de experiencia regentado kioskos de playa.
Responsables de sala y cocina del Muiño da Birta en Dena |
Los
molinos de A Birta y A Chanca (ambos en Dena) son dos viejas construcciones que
ya aparecen catalogadas como tales en el catastro del Marqués de la Ensenada,
propiedad entonces de Bernardo Camiña y Domingo Domínguez respectivamente. El
último, adquirido en 1984 por Antonio Domínguez, lleva 27 años reconvertido en
un restaurante -con capas de piedra de molino originales en barra incluidas-
donde la parrilla y el pulpo son verdaderos protagonistas. En el de A Birta en
Abuín, que ha último en llegar hace apenas un lustro, el visitante no debe dejar de pasar la
oportunidad de degustar, amén de la buena mesa casera y los preciados postres, uno
de sus cócteles de sobremesa, sin duda una de las especialidades de la casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario