sábado, 19 de marzo de 2022

emprendedores.es: Manuel Crespo


Es una de las caras más conocidas de municipio meañés desde su RTV Crespo, que cumple justo este año 2022 los 40 de existencia. Manuel Crespo Domínguez (1954), es hijo de Maximino Crespo González (Meaño) y Escolástica Domínguez Domínguez (Lores). Pese a tener hoy edad ya para jubilarse, a sus 66 años lo suyo es seguir entregado a lo que define como pasión. Amén de ello, a lo largo de sus años, su persona estuvo muy vinculada a la parroquia: edil por la UCD con Germán Rodiño cuando la primera corporación democrática en la Transición, presidente de la Unión Musical de Meaño en los 90, integrante fijo de la organización de la Carreira Popular de Meaño a lo largo de sus 35 años. A la par fue creador, jugador y patrocinador de uno de los primeros equipos de fútbol sala del municipio, cuando el Campeonato de Empresas en Meaño en los año 80 (formato que contaba también con equipos Jorge Domínguez o Telmo Martín, como patrocinadores y jugadores en sendos equipos). Un vínculo que, añadido, le ha llevado contribuir a financiar toda cuando fiesta o evento del municipio le llegaba por la puerta demandando una aportación económica.
 

“ME ILUSIONA LLEGAR A LAS BODAS DE ORO CON ESTA TIENDA"  


Usted comenzaba a trabajar en los últimos años del franquismo y va camino de de las bodas de oro en el mundillo. ¿Cómo eran aquellos talleres de electrodomésticos aquellos años 70?

Muy diferentes. Eran los años de aquellas radios “superheterodinos”, de los magnetófonos para grabar, luego los primeros radio cassettes, que era la joya que traían los navegantes del extranjero, que aquí no había todavía. Entonces se trabajaba mucho en la reparación.
¿Se formó profesionalmente en escuela reglada, o lo suyo fue aprendizaje en talleres con otros técnicos?
Yo estuve en la primera promoción que empezaba y acababa en el colegio nacional que se construyera en Dena. Era el curso 1968-69, y entré a cursar directamente octavo de E.G.B. De ahí, me fui a estudiar la entonces Maestría Industrial, en la rama de electrónica, que se impartía en el que luego fue Politécnico de Pontevedra. La formación duraba cinco cursos [enla foto, nuestro protagonista en una instantánea reciente en su establecimeinto en Meaño]
¿Resultaba fácil encontrar trabajo al acabar?
Sí, era un sector en auge. Eran los últimos años de la dictadura, llegaba la democracia, mejoraba el nivel de vida y los electrodomésticos empezaban a hacerse cada vez habituales en el hogar. Nada más acabar, fui a trabajar con profesores que me dieran clase de electrónica: primero con Amando Quintáns Blanco, que regentaba un taller de reparación en la calle Figueroa en Pontevedra; luego con Alfredo Daporta, natural de Castrelo que, además de profesor, era  también era cura en Bértola.


Manuel Crespo hoy,  cos dos radios de época que conserva en su establecimiento

Supongo que era una forma de foguearse en la profesión.
Sí, tocaba empezar a trabajar a la par que seguir aprendiendo. El dinero que se ganaba era lo de menos, lo importante era poder practicar. Luego fui a trabajar con mi tío José Domínguez, que regentaba la firma de electrodomésticos Mardy en Pontevedra. Fue una etapa breve, de apenas ocho meses. Al cabo, leí un anuncio, creo que en Faro de Vigo: buscaban un técnico electrónico en la firma San Martín en Sanxenxo, allí me presenté por la oferta que acababa de leer, y me contrataron al momento.
¿Recuerda cuánto fue aquel primer sueldo?
Fueron 7.000 pesetas al mes (42 euros de hoy).
¿Y cuándo dio el paso a instalarse por usted?

Después de cuando completé la mili en Figueirido. Empecé haciendo los primeros pinitos en una habitación de casa de mis padres, que convertí en taller. Lo mío entonces era pura reparación. Eran los años 1975-76, se iniciaba la transición y era el boom de los auto-radios. Los coches no traían radio, había que ingeniárselas para ponerle el radio-cassette en una estructura, luego los altavoces… Puse muchos de aquélla. Y a la par, me llegó la oportunidad de vender los primeros televisores, todavía en blanco en blanco y negro.


Las tres generaciones de la familia Crespo:
Maximino y Manuel, padre e hijo

¿Recuerda a quien le vendió su primer televisor?

Sé lo vendí a Germán Rodiño, que fue primer alcalde de la etapa democrática en Meaño. Era un “kit clarivox”, esto es, un televisor sin marca: cuando lo encargabas, te llegaba un chasis y había que ensamblar y conectar el resto, todo ello en taller, era un trabajo por podía llevarte dos o tres horas.
Hablando de televisores: ¿Recuerda cual fue el primero que hubo en la parroquia de Meaño?
El primero lo tuvo el cura Desiderio Dovalo en la rectoral, a inicios de los años 60. Bien los sabíamos todos los niños, que nos permitía ir la tarde de los domingos a ver la televisión en la rectoral. Eso sí, como premio si antes habías ido a la catequesis.

¿Cuándo creó esta tienda?

En el bajo de la casa que acababa de construir, era el año 1982 hace justo 40 años. Luego, a finales de los 90 e inicios de este siglo llegó el instalarme en Sanxenxo, Portonovo y en Barrantes. Mismo comprara un bajo en Cambados, pensado en abrir también tienda allí, pero al final optamos por alquilar. Con el tiempo, aparcamos el proyecto de Barrantes. Meaño, Sanenxo y Portonovo son las tres tiendas operativas que tenemos hoy.

Mirando en perspectiva: alguna vez se arrepintió de tenerse metido en esta profesión? ¿A sus 66 años no hace planes para la jubilación?
Qué va! Nunca me pesó. A mis 66 años estoy encantado y no hago planes para jubilarme. Es más, me hace ilusión el cumplir las bodas de oro con la tienda. Disfruto del comercio y del contacto con la gente. La ventaja del comercio local es que el cliente no es anónimo, sino que es el vecino, y ese contacto nos gratifica a los dos.


Una instantánea del álbum familiar en los años 90
(con Maximino familiarizando ya al nieto benjamín con el saxo)


A estas pequeñas tiendas les cerca cada vez más la competencia de las grandes superficies ¿Daría algún consejo para salir a flote los pequeños?
Cierto, la competencia es muy grande. Pero en este tipo de comercio, más aún en el rural, el que el cliente pueda tratar directamente con el dueño, el generar confianza y el contar con un servicio técnico propio, es algo que valora mucho la gente. Estás cerca y puedes solucionar en poco tiempo, cosas que los servicios oficiales, entre desplazarse y reparar, tardan lo suyo. El comercio local, a la larga, se basa en crear fidelidad con el cliente, yo tengo algunos de toda una vida, e incluso de dos y hasta tres generaciones, en base a esa relación de confianza que nos hace valorar las personas. Recuerdo cuando, hace 30 o 40 años, la persona mayor no podía visitar la tienda porque no tenía en que desplazarse, me llamaban por teléfono y yo mismo iba a buscarla en mi vehículo. Con el tiempo, el cliente viene a estas de tiendas electrónicas por una relación confianza. Ese el gran secreto del comercio local. Mi consejo: nunca traicionar la confianza.
En los últimos años se habla de la resiliencia programada, esto es, la vida útil que cada vez es más corta de los electrodomésticos.
Se resume en que las cosas duran los que tienen que durar.
Me evoca usted a Boskov, aquel entrenador yugoslavo del Real Madrid con lo de "fútbol es fútbol", o sea, "electrónica es electrónica". A ver, cuénteme: ¿para cuánto viene programado durar hoy una lavadora?
Por término medio, 10 años. A partir de ahí, caso de avería, toca no reparar.
¿Y una nevera?
También, diez años.
¿Y un televisor?
Menos, los de ahora cinco o seis anos.


¿No se quiere ó no compensa reparar?
No compensa, no por la pieza en sí, sino porque hoy todo viene diseñado por módulos, y esa pieza en cuestión no la encuentras suelta. Por eso muchas averías te obligan a cambiar módulo completo, y eso resulta caro.  A la hora de decidirse, toca hacer cálculos sobre la resiliencia, sobre los años que le quedan de vida útil al electrodoméstico. Mi consejo es que, si le restan dos o tres años para agotar plazo, lo mejor es cambiarlo.
Los televisores semejan quedar desfasados a pasos agigantados, nos superan a cada paso. ¿Por donde pasa el futuro modelo de televisores? 
Lo último que está a la vuelta de la esquina es el televisor que va a ser como un cuadro, una pantalla que podrá estirarse o encogerse según precises, o gusto del espectador.  Será como un lienzo adaptado a medida. [En la foto anexa, Crespo en la organización de la Carreira Popular de Meaño 1990] 
Después de 40 años en tienda ¿conserva algunas reliquias?
Sí, algunas radios y radio cassettes, de los que no quise deshacerme, son piezas de museo para enseñar a los jóvenes. Mismo el otro día que deshice de uno de los frigoríficos más antiguos que recuerdo, me daba pena, pero ocupaba mucho.
¿Se ha planteado habilitar en tienda una sección vintage a modo exposición?
Algo tengo maquinado. La tuve en cabeza, no la monté, pero no lo descarto.
Lo suyo en Meaño fue más allá de la electrónica. No en vano, usted fue concejal cuando la primera corporación democrática. ¿La recuerda?
Por supuesto. Estábamos en la UCD con Germán Rodiño de alcalde, y los demás del grupo éramos, José Lores, Ángel García, Secundino Rosal Ignacio Pintos y yo. Luego por el PSOE, Laureano García Ruibal, Antonio García y Manuel Torres “Mundín”; por Unidade Galega, dos, Ángel Alfonso Piñeiro y Manuel Lores; y por Alianza Popular (otrora PP), Manuel Padín y Constante Frieiro.


Manuel Crespo, primero por la derecha, en su etapa de edil con Germán Rodiño (inicios de los años 80)

¿Cómo eran aquellos primeros e inéditos plenos?
Muy duros, porque Germán Rodiño tenía que lidiar, no sólo con la oposición, sino con su sus propios concejales, porque entonces no había unidad en eso de votar con el partido, cada concejal era un voto, y su voto no siempre estaba en función de su formación, sino que iba por libre. Eran plenos en el los que pesaban los localismos: cada concejal peleaba lo indecible por su parroquia, lo del partido era lo de menos, el edil votaba sobre si una obra o una actuación beneficiaba o no a su parroquia.


¿Cuál fue la oposición más dura que tuvo que padecer Germán Rodiño? [en la foto Manuel y Maximino Crespo]
La Laureano García Ruibal, que era portavoz del PSOE.
¿Una obra que le llenó de orgullo de aquella?
El haber construido el colegio de As Covas-Meaño.
Al margen de la política, su vínculo le llevó a presidir la asociación Banda de Música de Meaño a mediados de los años 90. ¿Cómo era la banda y la asociación de aquellos años?
Todo era más mucho más pequeño. La actividad para la asociación era sólo el Festival de Bandas. Amén de encontrar la financiación, el trabajo por excelencia era buscar refuerzos porque la banda, que entonces eran 50 números, carecían de algunos instrumentos que eran necesarios para los grandes eventos. Recuerdo el  tener que ir a buscar a un trombonista a Catoira, a una fagot a O Rosal o a un percusionista a Cangas.
Su vínculo con la banda le viene de padre e hijo.
Sí, mi padre Maximino Crespo había sido saxofonista de la banda muchos años, mi hijo  lo estaba siendo, y mis sobrinos los son ahora también… Todos saxofonistas.
¿A usted no la queda la espinita de no haber sido músico y tocar en la banda?
No. Hice algunos pinitos en música cuando mis años en Pontevedra, pero aquello no caló. Además a mí lo que realmente me gustaba el acordeón, no el saxo.


Desde siempre, Crespo en la locución de la Carreira Popular de Meaño


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