sábado, 26 de diciembre de 2015

*** Opinión
Elecciones: Podemos o no?
Que nadie se engañe. Si algo ha quedado claro del resultado de las pasadas elecciones generales es que el pueblo no quiere mayorías ni conchabeos pactistas. Los ciudadanos han votado, y lo han hecho por un parlamento plural donde las leyes no prosperen por la simple acción del rodillo de turno, lo que ahora se demanda es debate y consenso parlamentario con el telón de fondo del interés general -y no el partidista- para sacar adelante cada propuesta de ley. Los ciudadanos no piden nuevas elecciones, simplemente desean que leyes como la última de educación del ministro Wert o la mal llamada “ley de sustentabilidad de la administración local,” concebida para restar competencias a los concellos, no se aprueben por capricho del uso y abuso de la mayoría del partido de turno, mientras el resto del arco parlamentario -que, no olvidemos, representa a una parte importante de la ciudadanía- está en contra. Se trata de que recuperemos el debate, así de sencillo.

Y a la hora de elegir presidente y desginar nuevo ejecutivo, ante todo cabe el arte de negociar -no del conchabeo, insisto- el cual no es fácil y parece hasta olvidado. Por una parte, cabe no echarse en brazos del partido de turno a las primeras de cambio ofreciendo un salvoconducto “sine die”, tal y como hizo Albert Rivera en los últimos días de campaña anunciando su decisión de permitir con la abstención la investidura del candidato del partido más votado -léase Partido Popular por cuanto todos sabían de entrada que iba a retener tal condición-, pecado éste por el que luego Ciudadanos purgó su penitencia el 20-D. Y por otra, ojo con las líneas rojas que se trazan a las primeras de cambio, y es que a la hora de negociar has de saber que no saldrás de la mesa con todas las propuestas con las que entraste. 

Debería tenerlo en cuenta Podemos en algunas de esas líneas rojas que son, en definitiva, las maestras de su programa electoral. Para Podemos y Pablo Iglesias cabe discernir entre lo prioritario y lo accesorio. Y lo prioritario de su agenda es el espíritu del 15-M que lo encumbró: la lucha en favor de las clases desfavorecidas, por mitigar las desigualdades, la lucha contra la corrupción auspiciada por los partidos turnistas, contra los lobbies que presionan al gobierno en pro de leyes complacientes, el fin de las puertas giratorias. El último minuto de Pablo Iglesias -brillante donde los haya- del debate a cuatro, marca lo prioritario, lo demás es prescindible. Cuando menos de momento. De no leerlo así, el pecado puede arrastrar también su penitencia. Al tiempo. 


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