sábado, 13 de agosto de 2016

La naturaleza es en ocasiones caprichosa. Que se lo digan si no a José Etelvino Castro un vecino de barrio de Ganón en Xil (Meaño) que desde hace un par de meses cría en su corral un pollo blanco con una singularidad: el ave tiene tres patas. Le llegó regalada desde una agraria de Vilanova, dado que ningún cliente la quería. Caso insólito el de este meañés, que a punto de cumplir los 85 años -lo lo hace este próximo domingo- reconoce que nunca tal había visto.

EL POLLITO FEO


La curiosa ave llegó al barrio de Ganón, donde vive Etelvino Castro, con un mes de vida, procedente de “Agrogande”, un comercio agrario de Vilanova donde trabaja su sobrino, Rogelio Paz, “Una cliente comprara en la agraria un remesa de polluelos -explica el propio Rogelio Paz- y al cabo de unos días se presentó de nuevo en el establecimiento para devolver este ejemplar porque había descubierto tenía tres patas”. “Todos quedamos estupefactos cuando lo vimos -reconoce-, a la clienta se le dio otro polluelo y el comercio se quedó con este ejemplar de tres patas”. “Y como pasaba el tiempo -continúa- y todos los clientes lo rechazaban, mismo a los compañeros les daba algo de repelús, el jefe me lo regaló y lo traje para casa en Xil”.
El pollo, que actualmente pesa casi los tres kilos, posee dos patas dispuestas en su posición normal, a las que suma un tercera, situada entre ambas pero dispuesta más atrás, a modo de apéndice, de tal forma que apenas sí utiliza para apoyarse. Cuando la vio, Etelvino Castro no puso ningún reparo al ave. “Cuando mi yerno apareció con el pollo casa -afirma- no me planteé rechazarlo ¿por qué razón? Lo de las tres patas es una singularidad, nada más, por lo demás es un ave totalmente normal: come, camina por la era en libertad e incluso intenta montar en las gallinas”.
Eso sí, como el resto del gallinero percibe diferente al nuevo inquilino las demás aves le son hostiles, por lo que el dueño hubo de tomar medidas para protegerlo. “No puedo tenerlo encerrado en el gallinero con el resto de los pollos y gallinas porque lo atacan -explica Etelvino Castro-, por esa razón lo acostumbré desde los primeros días a andar suelto por la era. Y se cría así, en libertad, por el día da varias vueltas alrededor de casa y por la noche se acurruca en un rincón del alpendre junto a la lavadora y ahí duerme”.


Etelvino Castro cría en su gallinero doce gallinas, dos gallos de corral y una kika. “Crío la aves -apunta- para sacrificar luego y comer porque nos gusta la carne de pollo de casa”. “Y este pollo -en relación a ejemplar de tres patas- seguirá el mismo camino, e cuestión de unos cinco meses… allá para Navidad, bien preparado al horno”, si bien, cuando lo comenta, su hija no disimula y frunce el ceño: “a mí lo de las tres patas… no sé” murmura. Por tanto la peculiaridad de sus patas no indultará al ave.
A sus casi 85 años y después de haber criado pollos y gallinas toda su vida Etelvino Castro reconoce no haber visto nunca un caso así. “Sí cuando era joven, allá por los años 50 del siglo pasado cuando yo tenía unos veinte años, vi en cierta ocasión un caso realmente mucho más extraño que era el de un ternero con ocho patas y dos rabos… como lo cuento”. “Y mucho dinero hicieron los feriantes -continúa Etelvino Castro-, que eran de la zona de Mosteiro, con aquel animal porque lo llevaban de feria en feria y de fiesta en fiesta para exhibirlo. Lo tenían en un camión tapado y cobraban una entrada por ver aquel animal, yo mismo recuerdo haberla pagado para verlo en las fiestas de Portonovo”.       

     

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