sábado, 26 de noviembre de 2016

La energía solar fotovoltaica ha conocido un vuelco de en los últimos años con una legislación que recortado ostensiblemente los beneficios previstos por los promotores de plantas fotovoltaicas que apostaran por ellas como un negocio de futuro. Pero las cuentas ya no salen, por lo menos de forma tan holgada, y las previsiones de amortización de su inversión se han trastabillado de la noche a la mañana. Los promotores de plantas más modestas se hallan desencantados por un negocio que pudo ser y hoy no es tanto. Algunos aseguran sentirse víctimas de una estafa que entienden auspiciada desde el gobierno por unos compromisos que no se ha cumplido. Pero por otro lado la normativa abre ahora la puerta a un autoconsumo. Lo hace a través de camino que, con la ley vigente, aún se ve tortuoso en exceso.

LOS JARDINES SOLARES SE MARCHITAN

José Dadín en su huerto solar de Simes
Hace diez años, José Dadín Varela, un joven empresario meañés, apostó por la energía fotovoltaica. Había descubierto esta posibilidad de negocio a través de un reportaje de televisión. Tras decidirse instala en una finca del lugar de Quintáns en Simes 315 de estos paneles solares sobre 21 seguidores, a los que sumó 215 más en estructura fija sobre la cubierta de una nave cercana. Invirtió 370.000 euros, lo que eran parte de sus ahorros más un préstamo bancario para hacer frente a tamaña apuesta. Los paneles de la finca de Quintáns producen 55 kWh o, lo que es lo mismo, una media de 550 kW al día, suficiente para mantener un barrio de doce viviendas. Eso sí, condición obligada entonces, verterla a la red general, por cuanto la normativa no permitía entonces aprovechar este tipo de instalaciones para autoconsumo.
El negocio se asentaba sobre un acuerdo escrito, refrendado por ley, por el que, tanto a él como a otros promotores en su situación, se les pagaría la electricidad generada durante los 25 años siguientes un 575 por ciento más cara que el precio de mercado. Hace una década ese precio era del entorno de 8 céntimos por kilovatio, por lo que se le abonaría en realidad a 44 céntimos. Sería el Estado, y no las eléctricas, quienes financiarían el sobrecoste. Era el precio por impulsar las energías limpias y reducir de paso nuestra dependencia energética del crudo.

Técnicos de Inelsa colocando paneles fotovoltaicos
Las previsiones de Dadín Varela eran que, con unos ingresos previstos de 60.000 euros anuales durante esos 25 años, su planta fotovoltaica quedaría amortizada en torno a 2016-18. A partir de esos 25 años regirían los precios de mercado pero la planta, que ya estaría amortizada de largo para entonces, seguiría aportando una renta básica que, preveía nuestro protagonista, “haría las veces de un plan de para la jubilación”.
Pero fue el cuento de la lechera. El cambio de normativa del gobierno dio al traste con sus previsiones hasta el punto de que hoy, una década después, no sólo no tiene amortizada su inversión, sino que reconoce se está convirtiendo hasta en un lastre. “Ya le perdí la pista y hasta la ilusión -lamenta en la actualidad José Dadín-, tengo que hacer números para pagar el crédito al banco, y hay meses en debo aportar dinero del bolsillo porque al precio al que pagan hoy la energía fotovoltaica, sobre todo si el invierno es malo, no da para cumplir con el banco”. Otro hándicap es que el gobierno ahora ha limitado las horas de sol: “En la zona que estoy te pagan la electricidad por un máximo de 1.270 horas de sol al año -explica-, por encima de esas horas no te abonan nada. Además estás atado durante los 25 años firmados: tienes la obligación de mantener la planta operativa, tanto que si no cumples con un mínimo de producción, que puede ser debido a falta de mantenimiento de la planta, pierdes el dinero que responde a la parte de la subvención de todo el año”.

Caída y apuestas nuevas
Rafael Domínguez, director técnico de Inelsa
“La rentabilidad de este tipo de plantas fotovoltaicas cayó del 14 al 7,5 por ciento desde 2013, debido a los dos recortes aplicados por el gobierno desde entonces”. Quien así habla es Rafael Domínguez Piñeiro, director técnico de la empresa instaladora Inelsa, afincada en Noalla y que es uno de los referentes gallegos del sector. A la firma, vinculada en esta actividad desde 1998, le avala el haber instalado hasta la fecha 4,2 millones de paneles solares, así como su presencia internacional en cuatro continentes, incluyendo países como Inglaterra, México, Chile, Honduras, Tanzania, Mozambique, Kuwait o el emirato de Dubai entre otros. “Esas rebajas -añade Domínguez Piñeiro- significaron la puntilla para las plantas fotovoltaicas que vertían a la red, tanto que hoy habilitar una instalación de este tipo ha dejado de ser rentable, dado la inversión necesaria para ello y el precio al que te pagan luego esa electricidad”.
“El real decreto de 2015 -explica el director técnico de Inelsa- abre como mejor alternativa la de instalación de paneles fotovoltaicos en empresas y hogares, pero orientados hacia el autoconsumo, si bien también aquí hay mucho camino por andar, dado que la legislación vigente en España lo constriñe en exceso”. “Uno de los problemas -precisa- es que la ley dificulta en extremo el empleo de baterías, cuya función es hacer posible el almacenamiento de la energía obtenida durante los momentos punta del día, para consumirla luego por la noche. Únicamente puedes consumir la energía en el momento justo en que la obtienes, y esto te deja sin posibilidad de autoconsumo durante la noche”. “Las baterías tipo Tesla o similares -precisa- son legales ya en España y se podrían utilizar, pero la ley ha fijado para ellas unos peajes tan elevados que impiden que, en la práctica, sean rentables”.

Los peajes lastran la fotovoltaica en España
“El otro hándicap -añade- es que la normativa establece el pago de peajes, esto es, aquella persona que se autoabastezca con fotovoltaica en su vivienda, tiene que abonar una tasa a la compañía suministradora por usar la red para verter a ella la energía sobrante obtenida en horas punta, la cual, por encima, no te van a pagar, salvo si se trata de una gran instalación industrial de más de 100 kW, pero ese no es el caso de una vivienda particular”.
“La normativa en nuestro país -apunta Rafael Domínguez- debería avanzar en el sentido de la legislación que impera desde hace años en países como Alemania, Estados Unidos, Chile o México, incluso ahora en Portugal". "En ellos -añade- se hace lo que se llama 'balance neto', esto es, si produces 10.000 kW en las fotovoltaicas de tu vivienda y consumes 8.000, los otros 2.000 que viertes a la red te los pagan. En España, actualmente, por esos 2.000 kW no te que pagarían nada”. “De hecho -agrega- este balance neto era la línea de un borrador de ley que pretendía la oposición y que, pienso tiene visos de prosperar en la próxima legislatura, con lo que realmente se abrirían muchas puertas para la fotovoltaica de autoconsumo”.

Empresas
Víctor Muñiz, co administrador de Pescados Vixa, en la cubierta de la nave en Xil
Con el real decreto de 2015 algunas empresas sí han apostado por la generación de fotovoltaica para autoconsumo con el objeto de reducir su factura eléctrica. Es el caso de Pescados Vixa, que con tal fin ha instalado en las cubiertas de su nave enclavada en el área industrial de A Pedreira en Xil un total de 1.140 paneles fotovoltaicos. La firma, dedicada a la exportación de pescado congelado y que vende actualmente a una treintena de países en los cinco continentes, genera una facturación anual de más de 10 millones de euros, y su apuesta por la fotovoltaica le ha valido la mención del informe Ardan Galicia como la quinta gran empresa de España por innovación.
“Uno de los nuestros principales gastos radicaba en la factura eléctrica -explica el co-administrador Víctor Muñiz- por eso nos avinimos a estudiar fórmulas de ahorro. Dado que teníamos un consumo muy lineal en la planta de congelados, valoramos la posibilidad de una energía alternativa. En principio barajamos una fórmula mixta eólica-solar, que incluyera un aerogenerador y placas fotovoltaicas, pero luego, tras un estudio realizado con la empresa instaladora EDF Solar, nos decantamos sólo por la fotovoltaica”.
Sofía Muñiz, administradora de la firma, precisa que la instalación les supuso una inversión de 700.000 euros “pero contamos para ello con una línea de subvenciones que se contemplaba para la modernización del sector pesquero, y a través de la cual la administración nos sufragó el 60 por ciento del coste”. Las estimaciones son, según ella, que “con los paneles solares la empresa está ahorrando en torno al 20 por ciento en su factura de electricidad anual, por lo que prevemos que, en cuestión de unos siete años, podamos tener amortizado la parte de esos 700.000 euros que tuvimos que aportar”.

Autoconsumo en el hogar
Rafael Domínguez en Noalla
¿Es rentable el autoconsumo en el hogar en base a fotovoltaica? Rafael Domínguez entiende que en el momento actual ya lo es: “los paneles en casa pueden permitir un ahorro de energía entre un 50 y un 60 por ciento” apunta. “Una vivienda unifamiliar de tamaño medio -explica-, con untodo eléctrico, consume en torno a 500 kW hora al mes. Con la normativa vigente el propietario puede instalar en ella una potencia máxima de 10 kWp (el “kilovatio de pico” es la máxima potencia que genera un panel solar en la hora de máxima insolación), si bien con 5kWp, esto es, 15 paneles, es suficiente para sacarle partido”. “Teniendo en cuenta que el precio del material fotovoltaico ha bajado mucho en los últimos años -apunta- ese propietario precisa de una inversión de unos 6.000 euros”. La administración contempla subvenciones “pero aún suponiendo que no lograra ninguna, esos 6.000 euros estarían amortizados en unos 8 años, y con subvención por medio ese plazo se reduciría a 5”.
Eso sí, cabe señalar que la duración de los paneles es de 25 años por lo que, vencido ese plazo, habría que volver renovar la inversión. La posibilidad de optar por baterías de almacenamiento no parece de momento la mejor opción con la legislación actual “dado el elevado peaje que pagan -precisa Rafael Domínguez-, pero si el gobierno cambia la ley y retira ese peaje, permitiendo la apuesta por baterías inteligentes tipo Tesla, lo revolucionarían todo”. “Con una de estas baterías, capaz de acumular 7 kWh de energía y cuyo coste en el mercado es de unos 3.000-4.000 euros, bastaría para una vivienda unifamiliar tamaño medio”. “Son baterías -agrega- que permitirían además, si te sobrea energía, cargar con ellas la batería de un vehículo eléctrico, o viceversa, esto es, transportar la energía de la batería del vehículo a la de la propia vivienda”. “Entonces -añade- la fotovoltaica para autoconsumo familiar sí daría un vuelco, y esa posibilidad es la que hace echar humo a las eléctricas. Aun así, con todo, no dispondrías de un autoconsumo al 100 por cien, por cuanto hay días de invierno en que vas a tener que tirar de la red”. “Lo que es una lástima -lamenta- es que es que en España estemos desaprovechando el sol, cuando países como Alemania con muchas menos horas de sol que nosotros, le están quitando más partido. Sólo es una cuestión de voluntad política”.
Con todo, el futuro de las alternativas es, según Rafael Domínguez imparable: “suyo será el protagonismo, pero aún así el futuro del hogar pasa por mix energético, esto es la vivienda no se abastecerá por una única fuente, sino de varias: fotovoltaica, hidrógeno, gas… hacia eso es cara a lo que caminamos”.


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