sábado, 14 de enero de 2017

Después de 15 años de vida la ruta de los molinos del río Chanca que sube desde Lores hasta Armenteira sufre el deterioro del paso del tiempo, con daños y desperfectos de hacen necesaria una actuación urgente para su regeneración. La senda, pese a estar menos divulgada que la Ruta de Pedra e da Auga, se ha convertido en cita para centenares de senderistas que optan por el carácter más intimista que supone su recorrido. La oposición meañesa lleva  más de año demandando su regeneración y el concello tiene en cartera un plan para ello en 2017. Pero mientras tanto, toca seguir esperando.

LA RUTA DEL RÍO CHANCA CLAMA POR SU REGENERACIÓN


Una farola caída en en el tramo Couso-Axis desde hace meses
Un paseo por la ruta de ribera del Chanca desde Lores hacia Simes y Armenteira evidencia los daños del paso del tiempo sobre una senda creada hace quince años y que atrae cada temporada a centenares de visitantes ávidos de la naturaleza y el senderismo. La ruta, de 6 kilómetros de longitud que remonta el Chanca hasta su mismo nacimiento en un manantial terreño de monte en Valboa (Armenteira), sufre un deterioro que evidencia la necesidad de una actuación para recuperar su esplendor.
Así, partiendo de puente de Caxoi en Lores y en su marcha hacia Armenteira, el senderista puede encontrarse en el tramo bajo, entre Lores y Simes, con papeleras rotas, vallas de madera inseguras o caídas, alguna farola en el suelo e incluso la ausencia de un tramo de barandilla en el escalera de acceso al vial de Axís -en las inmediaciones del pontón recién remodelado-, cuyo peligro y riesgo de caída advierte una cinta plástica delimitadora de obras.

Impacto visual
Vallas que no ofrecen seguridad al viandante a la altura de Axís
Un pontón de Axís del que algunos senderistas lamentan el impacto visual que quedado tras su remodelación reciente. Y es que en medio de un paraje natural, donde prima la madera y la piedra antigua de los molinos de río, el senderista, en su llegada al pontón, se encuentra ahora con un grueso arco de hormigón -en torno a 1 metro de grosor- en forma de U invertida que sostiene un puente cuya parte superior sí está recubierta con piedra antigua. Vecinos y senderistas lamentan que esa piedra no recubra también cuando menos fachada de la estructura que sostiene el pontón, para de esta forma evitar el feísmo y hacerlo más acorde con el paraje en que está enclavado, emulando así el anterior pontón, todo él en piedra.
Subiendo de Axís hacia la conocida como “curva do sifón” de la PO 303 en las inmediaciones del cementerio de Simes, se repite la imagen de vallas rotas, otras caídas sobre el río y tablones sueltos en la pontella de “muiño do Pombal”. Luego, en el tramo que asciende desde la PO 303 hacia Armenteira, más agreste y por medio del monte, los daños se traducen en árboles rotos, caídos a cada paso sobre el cauce del río.

Árboles caídos sobre el río subiendo el Chanca
El deterioro de la ruta ha sido uno de los temas recurrentes por parte de la oposición en lo que llevamos de legislatura, en especial de la formación socialista de Icía García que, en reiteradas ocasiones, viene insistiendo en sesiones plenarias en la necesidad de regenerar una ruta “que es todo un emblema para Meaño, y cuyo pésimo estado contribuye a la mala imagen del municipio”. Cierto que las actuaciones de limpieza de la vegetación en los márgenes de la senda y de remodelación alguna estructura caída -caso de una pontella de madera en las inmediaciones de los molinos de Couso- han ido paliando hasta el momento la situación de una ruta que requiere, ahora ya sí, de un plan de completo regeneración. La alcaldesa Lourdes Ucha asegura que el mismo está en la agenda del grupo de gobierno para su puesta en marcha en 2017.
           
23 molinos
El molino de O Crego de Quintáns, uno de los 23 de la ruta. Foto: Rafael Dovalo
La ruta fluvial de Chanca es un trayecto de 6 kilómetros de ascensión con dos partes bien diferenciadas. La primera, más accesible y ascensión más tendida, discurre por un paraje de prados, donde los viejos molinos de río se suceden a cada paso, hasta completar el número de 23 construcciones. Alguno transformado en tasca rural, como el “muiño do Ferreiro”, de propiedad hoy municipal, y otros de gran valor, como el “muiño de Crego”, una construcción cuya existencia está documentada en el siglo XVII, y que a finales del XIX llegó a manos de Miguel Padín “o crego de Quintáns” -de ahí su nombre hoy-. Sus viejas ruinas fueron recuperadas hace unos años por su actual propietario, Pablo Dovalo, quien lo heredó de su abuela cuando el contaba sólo los 3 años de edad, y que creó en su interior una auténtica aula didáctica sobre estas construcciones.
Los trabajos de recuperación en otros molinos del tramo se han venido sucediendo a lo largo de los años. El último se está ejecutando estos días en el molino de A Besada en Simes, merced a un taller de empleo que ha puesto en marcha la Mancomunidade do Salnés, y a través de cual en Meaño se pretende recuperar esta construcción que ya aparecía recogida en el s. XVIII en el catastro del marqués de la Ensenada, propiedad entonces de Ygnacio de la Yglesia.
La segunda parte de la ruta, más agreste, asciende por la zona boscosa, con un río que discurre más encajonado, y donde el encanto se centra precisamente en el propio paraje natural del entorno.
La senda suma además una gran variedad de flora y fauna que la convierten en zona apropiada para el aprovechamiento didáctico por parte de los escolares. Así, sólo en el tramo bajo se han llegado a catalogar 15 especies distintas de árboles (olmos, robles, avellanos, abedules, nogales, castaños, pinos...), 14 de plantas (helechos, trébol blanco, diente de león, menta, ortiga, etc.) y 13 especies de fauna (colirrojo, golondrina, rana, libélula, caracol, trucha, lagarto de agua, etc.) que se añaden a la riqueza etnográfica de los molinos de río y la viejas pontellas.


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