domingo, 17 de diciembre de 2017

Galicia ofrece a lo largo y ancho de su geografía un abanico de topónimos exóticos que pueden provocar la hilaridad del más pintado. Desde La Picha en Friol -topónimo que, en realidad, proviene del “picho”, o tubería por la mana la fuente- al Vilapene de Lugo, pasando por la Pedra do Carallo en Santa Leocadia de Arteixo, un menhir encastrado en una piedra que evoca un pene erecto. Cualquiera de estos destinos no sería el recomendable para una excursión de adolescentes de instituto en pleno despertar hormonal. Pero también la comarca arousana ofrece sus topónimos peculiares que pueden sonrojar a muchos. Este reportaje es una guía para descubrirlos.
Fotos: Iñaki Abella

LA AROUSA MÁS EXÓTICA

Recuerdo como en cierta ocasión un amigo le respondió a su interlocutora femenina, a quien no conocía de nada, que vivía en A Parrocha. La mujer se sonrojó visiblemente, no sabiendo si considerar aquello una ofensa o una broma de mal gusto. Pero nada más lejos de la realidad, y es que aquel vivía efectivamente en A Parrocha, barrio de Portonovo cuyo nombre no guarda relación alguna con una de las acepciones vulgares de los genitales femeninos, sino con las parrochas, xouvas pequeñas que son un pescado bien apreciado en Galicia, y que da nombre a este un pequeño barrio de una villa marinera de tradición pesquera como es Portonovo. Pero no sólo aquí, por cuanto Pontevedra o Vigo, con su Rúa da Parrocha, incluyen este nombre entre sus topónimos, u otra Parrocha podemos encontrarla en el interior de Galicia a medio camino entre Silleda y Monterroso.

Barrio de Cabeza de Boi en Armenteira
Amén de éste, la comarca de Arousa-O Salnés cuenta con una serie de topónimos, unos singulares y otros exóticos, que pueden provocar la hilaridad en más de uno. Como animal, el buey es uno de los recurrentes en la toponimia arousana, con Cabeza de Boi, barrio de Armenteira que, según los lugareños, debe su nombre al buey que poseía un vecino y cuyos servicios ofrecía para apareamiento de vacas. El topónimo puede resultar singular, pero más aún si usted se va a vivir a la parte opuesta de la cabeza de este animal, optando para ello por establecerse en Cu de Boi, enclave de Meaño ubicado dentro del barrio de Pereiras y que, aunque  pueda pasársele algún comentario fácil  por la mente, el lugar no tiene porque oler precisamente mal, máxime teniendo en cuenta que es enclave preciado de viñedos que alumbra dorada uva albariña.
Hablando de olores, si usted lo que desea es continuar este exótico itinerario aprovechando su presencia en Meaño, puede descubrir el lugar de A Cajallona, una explanada entre Meaño y Xil que hizo las veces de campo de fútbol en los años 40 y donde dieron sus primeras patadas algunos equipos de la zona en frenéticos derbis locales, pero que hoy está copado también de viñas. Y, dado que estamos metidos en medio de topónimos un tanto escatológicos, no podemos obviar el Campo das Cajallas, lugar éste ubicado, nada más y nada menos, que en el señorial barrio de Fefiñáns en Cambados, y en cuyas inmediaciones la villa acogía en tiempos pretéritos un mercado de ganado donde se vendían vacas, bueyes, carneros y hasta animales salvajes como el lobo cervado, cuando los mercados y ferias cambadesas de los siglos XVI y XVII.

Señal que indica el camino Rabo do Porco
Pero volviendo a los animales, de los cuales el cerdo el rey, si usted gusta de visitar un lugar vinculado al cochino, no dude en acercarse Rabo do Porco, barrio de Raxó en el concello de Sanxenxo, y cuyo nombre los lugareños portan con salero. Cierto que algunos refieren como hace anos años unas vecinas, recién llegadas e instaladas en preciados chalets construidos en la zona, intentaron gestiones en el concello de Sanxenxo para mudar aquel nombre que entendían denigrante, mas no encontraron apoyo de los vecinos que sentenciaban: “isto toda a vida foi Rabo do Porco, e o seguirá sendo, ao que non lle goste, que se vaia”.
Y si quiere no apartarse en nuestro peculiar ruta del gorrino puede visitar en Armenteira el barrio de Cuchín que evoca al cocho, acepción gallega del cerdo. Un Cuchín que precisamente debe su denominación a una antigua cochinera que existía en el lugar, y que hoy poblado con apenas con media docena… de casas.
Otras criaturas, que habitualmente provocan rechazo, pero que tienen también su reseña toponímica en Arousa, son O Piollo, zona del barrio cambadés de Santomé, o el propio Ratón, barrio meañés de la localidad de Cobas que linda ya con Barrantes y donde, pese al nombre, los roedores no pululan aquí más que en otras zonas mundanas. Y, si lo que pretende, es un animal en peligro extinción el monte de Forca da Loba en Meaño puede ser el destino elegido.

Señal que anuncia la entrada en el barrio de Ratón en Meaño
Si, en cambio, opta por decantarse por una  opción más otoñal y melancólica no dude en darse un paseo por el Camiño da Pena en Vilagarcía de Arousa. Y, si recorriendo la senda, se le escapa en gallego un “Ai” lastimero, lo mejor es desplazarse a la localidad de Nogueira para conocer el auténtico de Ai, barrio meisino enclavado de lleno en medio de un auténtico paraje rural.
Pero si lo que busca es una experiencia para, lo que coloquialmente, se entiende como flipar puede intentar descubrir la Tomada dos Porros, una zona de monte en Cobas (Meaño), cercano ya Ridadumia, donde lo que a buen seguro encontrará serán pujantes eucaliptos, pero nada de los conocidos pitos de marihuana con que uno puede uno relacionar el nombre.
En fin, Arousa ofrece también sus posibilidades  para este peculiar turismo exótico con una dosis de humor. Y, una última recomendación: si usted se atreve fuera de la comarca, aunque cerca para no gastarse mucho dinero, no dude visitar en Vilaboa el Con dos Caralletes. No, no piense en esas acepciones coloquiales de “carallete” que puedan venírsele a la cabeza, dado que este “carrallete”, en realidad, hace referencia al nombre con el que se conoce un tipo de navajas que tradicionalmente se marisqueaba. La piedra en cuestión era el lugar donde los mariscadores solían amarrar las embarcaciones cuando faenaban. Y es que la toponimia, en ocasiones caprichosa y coloquial, no para de sorprendernos. Diviértase.

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