O conflito do Sahara é
unha das asignaturas pendentes da ONU e da diplomacia internacional. Tras da
retirada española en 1976 o territorio do Sahara foi repartido entre Marrocos e
Mauritania, mentras o Frente Polisario clamaba por un estado independente. Os
enfrontamentos con esta organización fixeron que Mauritania acabara renunciado a
sua parte en 1979. Sin embargo, a loita proseguíu con Marrrocos que non
estaba disposto a ceder a sua parte (2/3 da antiga colonia española) moi
preciada pora riqueza do subsolo, sobre todo en fosfatos. Finalmente en 1988
acordouse un alto o lume en base e un plan de paz da ONU para a zona que
contemplaba un referendo que nunca chegou a celebrarse. Hoxe un muro de 2.900
kms de lonxitude e 2 metros da altura, con campos minados preto, e vixiado por
100.000 soldados marroquís separa ambas zonas. A maioría do pobo saharaui
desprazado vive hoxe en campamentos de refuxiados no medio de deserto, sobre
todo dentro de Alxeria. O noso protagonista ven de estar nesos campamentos estos
días.
Basilio Camiña Ucha
Voluntario repatriado desde el Sahara
Basilio Camiña Ucha tiene 26 años y vive en Simes. Completó estudios de
grado superior de conservatorio en A Coruña en la disciplina de trombón, instrumento
en el que se inició en la banda de Meaño, formación ésta en la que estuvo doce
años. A ello añadió luego una carrera de magisterio y, ante la falta de
trabajo, se enroló como voluntario, primero en Marruecos, luego en el Sahara. Este
año había comenzado a desarrollar su labor de profesor como voluntario en un
campo de refugiados saharaui cuando el Frente Polisario, ante el conflicto en
Mali y Argelia, decidió repatriarlo junto a un grupo de quince personas más que prestaban su servicio en la zona. Hoy es uno más por la causa y acude a cuante marcha se convoca en defensa del pueblo saharaui.
“UN PROFESOR EN EL SAHARA GANA UNOS 100 EUROS AL TRIMESTRE”
Basilio Camiña en su domicilio de Simes |
- ¿Cómo se decide a hacerse voluntario?
- Quizá
fue por la necesidad de sentirme útil ahora que no hay trabajo con la crisis.
- ¿Y le llamó África?
- Sí,
todo surgió a raíz de moverme por Internet y contactar con la ONG “Felicidad
sin Fronteras” que tenía proyectos en Marruecos. De su mano surgió la
posibilidad de irme a Marruecos, en concreto a la ciudad de Azrau en pleno
Atlas, a unas dos horas de Fez. Allí estuve como voluntario un mes, julio de
2012, trabajando en un campamento de actividades, con 80 niños de entre 6 y 13
años. Allí, junto a una veintena de voluntarios, organizábamos juegos, poníamos
luego la mesa porque comían allí, recogíamos, lavábamos los platos…
- Y después le llegó la llamada del
Sahara.
- Sí,
lo del Sahara me llegó por otra ONG, “Profesores en el Sahara”. Necesitaban de
maestros y me seleccionaron como profesor de música. Fui destinado junto con
cuatro voluntarios más al poblado de Smara situado en el campo de refugiados de
Tinduf. Llegamos el 12 de enero. Allí vivía acogido por una familia. Comencé a
dar clases en un colegio a chavales entre 12 y 17 años, lo que sería la aquí la
ESO, todos ellos muy agradecidos y participativos. Manejaban el español porque
quien más o quien menos había estado cuatro o cinco veces en España gracias a
los programas de acogida en vacaciones. Además en los colegios se estudia el
español como asignatura.
- Pero la experiencia resultó breve ¿no?
- Sí, esta semana el Frente Polisario nos
repatrió a raíz del temor por el conflicto entre Mali y Argelia.
- ¿Había peligro en la zona?
- No,
nada, los hechos estaban ocurriendo muy lejos de donde estábamos nosotros, fue
para prevenir. La preocupación del Frente Polisario por nosotros se extremó un
par de días antes de volver: se interesaban más porque no estuvieras sólo,
venían por la noche a casa para ver que estabas bien… Saben que cualquier hecho
negativo con nosotros en seguida lo explota Marruecos para denostar al Frente
Polisario.
- ¿Cómo resultó la salida?
- Sin
problemas, pero eso sí, nuestro traslado se hizo con muchas medidas de
seguridad, mucho control militar y eso, mas no pasó absolutamente nada. Lo que no quieren allí es problema alguno con
la seguridad del voluntariado, y dado que se habla de células de Al-Qaida,
secuestros y demás entendieron que lo mejor era repatriarnos por una cuestión
seguridad.
Las jaimas y la casas de adobe jalonan el campamento de refugiados de Smara. Foto: Basilio Ucha |
- Fue
de repente. Me dijeron que lo mejor era irse, me dieron dos horas para hacer las
maletas y despedirme de la familia que me tenía acogido. Me trasladaron junto
con los demás a Rabuni. Éramos diez españoles, dos alemanes, un italiano y un
canadiense. Y de ahí a Madrid.
- ¿Apenado por el regreso?
- Mucho,
porque lo peor es lo que la gente de allí se pierde. Si los alumnos se quedan
sin profesores tienen que volver a sus casas, se vino con nosotros una
fisioterapeuta que trabajaba con personas discapacitadas… Donde yo estaba tan
sólo se quedaron tres o cuatro médicos de la cruz roja.
- ¿Piensa volver?
- En
cuanto pueda. De hecho ya nos dijeron que nos van a facilitar el visado para el
próximo curso y estoy ilusionado con poder volver porque quedé prendado de todo
aquello.
- ¿Qué se encontró en el Sahara?
- Me
encontré a un pueblo que vive en campos de refugiados en medio del desierto, hospitalario,
muy familiar, con gente tremendamente agradecida y amable que se desvive para
que estés bien. Las casas de adobe, las jaimas, el desierto pedregoso que no
deja crecer nada. El 70 por ciento de la gente son mujeres y niños porque los
hombres se van a trabajar a Argelia, Mauritania o España para enviarles
dinero.
- Se
la traen en camiones desde Argelia. Aquello es puro desierto, no hay
agricultura, no crece nada. Tan sólo algunas cabras que se alimentan no de
hierba sino de las sobras de la comida.
- ¿De qué vive la gente en esos campos de refugiados?
- De
la aportación internacional. He visto como Acnur les entrega harina, azúcar,
arroz, aceite de oliva… y hay otras ONG trabajando en la zona.
- ¿Cómo es el día a día?
- La
gente se pasa día bebiendo té. No hay bares, ni cines… para los jóvenes el ocio
se limita para a algún centro con voluntarios. Consiguen algo de luz eléctrica
gracias a unas pequeñas placas solares que conectan a la batería de un coche.
Ello les para encender un par de bombillas en casa por la noche durante una ó dos
horas, más el televisor, que está llegando a los hogares, una hora y media, a
lo sumo dos. Excepto el vecino que teníamos al lado que se acababa de casar y
le regalaron un placa solar grande, ese tenía luz todo lo que quería.
- ¿Y la comida?
- Bien,
se come sobre todo carne de cabra y camello, pollo poco porque es caro. En
realidad allí todo resulta caro porque llega de muy lejos. Y la gente gana muy
poco. Un profesor en el Sahara gana unos 100 euros al trimestre.
- ¿El ocio?
- Muy poco, algún centro de juventud para los jóvenes atendido por voluntarios y esas pocas hora de televisión. Allí no hay bares porque no beben alcohol.
- Podía mantener contacto asiduo con la familia en Simes?
- Podía mantener contacto asiduo con la familia en Simes?
- Sí,
llamaba cada tres días. Y es que allí hay móviles y llamar es barato. Móviles,
coca-cola y seguidores del Barcelona, eso resultaba muy fácil de encontrar. Ah,
y talleres de coches. Y es que los coches son muy viejos y transitando por el
desierto se averían cada dos por tres, por eso hay tanto taller.
- ¿Cómo asume el pueblo saharaui el estar
fuera de su tierra?
- Sueñan
con volver un día y el Frente Polisario lucha por ello. Pero es una
reivindicación pacífica, no son ni terroristas, ni activistas, ni
independentistas como se les quiera
hacer ver por parte del gobierno marroquí. Ellos fueron expulsados de
sus tierras para el interior, para el desierto, y para separarlos han
construido un muro de 2.900 kms. de longitud, el segundo más grande de la
tierra, vigilado hasta el extremo por Marruecos para que nadie, ni la prensa
internacional, se acerque a él.
Sarahauis en el campamento de refugiados de Smara. Foto: Basilio Ucha |
- Como antigua colonia española ¿cuál es
la posición de la gente saharaui con respecto a nuestro país?
- Algunos
ancianos recuerdan el tiempo en que eran colonia y te enseñan el carnet de
identidad español que tenían entonces. En cuanto al conflicto te repiten que
España tiene la llave para la solución y para que cambie su situación. Es por
ello que muchas de sus esperanzas están puestas en nuestro país. Cuando ven
allí tantos voluntarios españoles, porque somos mayoría, nos preguntan si vamos
tantos porque tenemos un sentimiento de culpa por lo que le ha ocurrido al pueblo
saharaui.
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