domingo, 21 de abril de 2013


LA ÉPOCA DORADA DE LAS ORQUESTAS MEAÑESAS (II)


En esta segunda y última entrega del reportaje nos detenemos en los hermanos Dovalo, quienes promovieron a lo largo de la etapa la creación de diversas formaciones en Meaño, todas ellas desaparecidas hoy, y nos desplazamos al núcleo Lores que, junto con Simes, es el que mantiene todavía algún residuo de actividad.


Orquesta de señor Lores en una actuación en Samieira en 1954. De izquierda a derecha: Vicente "de Simes", Rafa Dovalo, Pablo Dovalo, Manuel Lores, Pepe Sineiro y "Maracas" de Samieira

Para hablar de la época dorada de las orquestas meañesas en la segunda mitad del XX es obligado detenerse hermanos Dovalo. La primera referencia que se tiene de ellos data de mediados de los años 50 cuando se les veía  dos de ellos, Pablo y Rafael, integrando una pequeña formación que lideraba Manuel Lores, otrora trompetista de la "Columbia" y, en su etapa postrera, mítico director de la banda de Meaño. Apenas unos años después encontramos a estos dos hermanos integrando la orquesta “Iris” que, aunque cambadesa en origen por cuando estaba promovida por “Encarnadito”, ensayaba durante aquella época en O Pazo (Xil) y contaba con un nutrido grupo de músicos meañeses como Pepe “de Pelaio”, Amancio “de Concepción” o Avelino “de Xil” amén de los citados Pablo y Rafael.

Orquesta "Iris". Pablo Dovalo (acordeón derecha), "Encarnadito" (acordeón izquierda),
Pepe "de Pelaio" (trombón), Avelino "de Xil" (contrabajo), Amancio "de Concepción"
(batería), y saxos de izquierda a derecha, Baldomero "do Grove", Laureano
"de Concepción" y Rafa Dovalo

Finalmente en el año 1958 el mayor, Pablo, gestó su primer proyecto propio, la orquesta “Los Diamantes”, con músicos meañeses como su primo Rosendo Fernández y Luciano Castro (saxos), Amancio “de Concepción” (batería), Manuel Méndez “Naveiro” y José Sineiro (trompetas), Pepe “de Pelaio” (trombón), Daniel “de Fixón” (bajo) o el vocalista Francisco “Lovis” -de la desaparecida Columbia-. En 1962-63 la reclamación de una orquesta coruñesa, que pretextaba tener registrado el nombre, obligó a la formación a mudar aquel por el de “Los Brillantes”. Pero el cambio se hizo ya sin un Pablo Dovalo que se había embarcado -nunca mejor dicho- en una aventura como concertista en trasatlánticos de la compañía Ybarra y Transatlántica Española, y que regresaría en 1965 para gestar, pero ya en Pontevedra, formaciones como la orquesta “Florida” o el grupo “Los Microns”. Pablo Dovalo, que vive hoy jubilado y entregado a su grupo “Amigos do Acordeón Rías Baixas”, rememora aquellos años: “fue una época de orquestas con grandes músicos -afirma-, todos versados en el método de solfeo, en contraposición con el tocar de oído que se impone hoy, una época donde las orquestas sonaban sin artificios y ofrecían una música más variada: pasodobles, cumbias, fox-trok, merengues, tangos, valses…”

"Los Diamantes" en 1958, de izquierda a derecha: Luciano Castro, Rosendo Fernández, Rafa Dovalo, Amancio "de Concepción", Manuel Méndez "Naveiro", Pepe Sineiro, Pepe "de Pelaio", Daniel "de Fixón", y abajo Pablo Dovalo (acordeón) y Fracisco "Lovis"

            Mientras tanto en Meaño, a inicios de los 70, los otros dos hermanos Dovalo, Rafael y Miguel, impulsaban nuevos proyectos. El primero era un maestro versado en una amplia gama de instrumentos, y el segundo acabará ejerciendo durante años como ingeniero de un sonido que llevaba desde la parte trasera de los escenarios en su posición de batería. Un Miguel -el menor de los tres- que empezara como tocanddo en “Los Diamantes” con tan sólo 11 años  porque, como recuerda, “a mis hermanos les hacía falta uno en la batería y entonces me metieron a mí”, Precisamente de su mano surgió primero “Los Salneses”, un proyecto que se gesta en 1970-71 y que se mantuvo diez años para, tras un paréntesis, transformarse bajo la batuta de Rafael en “Solera” (1978), formación que éste impulsó durante su estancia de dos años en Galicia (1978-80) al regresar temporalmente de su migración finlandesa. “Solera” empezó siendo un quinteto, con ambos hermanos (Rafa teclados y Miguel batería), su primo Rosendo (saxo), y los grovenses Quico (bajo) y Rafita (guitarra). Luego, ya sin Rafa Dovalo que regresara a Finlandia, acabó convirtiéndose en sexteto y hasta octeto con la incorporación, entre otros, el  trombonista de Dena Vicente González.

"Solera" original, 1978, de izquierda a derecha: Miguel Dovalo, Rosendo Fernández,
Rafa Dovalo, Quico y "Rafita"
    En su dilatada trayectoria como instrumentista Miguel Dovalo acumula una vida llena de anécdotas. “Recuerdo que en los 70 -narra- íbamos a tocar a Braganza en Portugal, pero tuvimos problemas en la frontera porque uno de nuestros músicos estaba haciendo el servicio militar y en Tui le exigían un permiso especial para cruzar. Nos vimos obligados a regresar a la caja de reclutas en Pontevedra a por el documento, y cuando llegamos a Braganza, por unas carreteras complicadas, era la una de la madrugada”. “Nos temíamos que la gente nos corriera a palos del pueblo -continúa-, pero sin embargo, cuando llegamos nos acogieron bien, nos llevaron raudos al campo de fiestas, montamos y empezamos a tocar de madrugada… Y luego estuvimos tocando allí hasta las ocho de la mañana.” Fue, sin duda, la fiesta en la que más tarde se bajó del escenario.

"Solera" hacia1982, de izqueirda a derecha, arriba: Rosendo, Rafa Barreiro, Miguel y Manuel González;
y abajo "Rafita", Vicente González y Quico

Miguel nos confiesa que para él siempre resultaban peculiares las fiestas del interior de Galicia: “En Ourense -refiere- era muy habitual que se juntara mucha gente en la clásica sesión vermouth, sobre todo porque en ese momento era costumbre leer en alto el listado de las aportaciones que cada vecino había hecho para la fiesta, y eso siempre suponía un pique”.
            Su último proyecto, y más ambicioso, fue la creación en los a finales de los 80 de la orquesta “Principal”. El representante Froiz Plá negociara con “Solera” el transformar aquel, en su última etapa octeto, en una gran orquesta de doce números. Estamos ya la época de de los trailers, los montadores, las luces, y toda esa puesta en escena que prima en las orquestas de hoy. La “Principal” resultó un éxito rotundo. La formación triunfó durante una década, no sólo en Galicia, sino más si cabe fuera por cuanto, de la mano de Froiz Plá, su presencia se hizo habitual en Barcelona, Valladolid, Zamora, León, País Vasco o Asturias entre otras zonas. Así fue que “de aquella buena parte del tiempo la pasábamos en carreteras de media España” recuerda Miguel.

Orquesta "Principal" hacia 1995: de izquierda a derecha, arriba: Rosendo, Rafael Barreiro, Rosendo Castro, Paco?, Daniel "de Uruguay", Vicente, Miguel Dovalo y Miguel Lema; y abajo: Reyes, Ángel "Barry" y Ana "de Sevilla"

            Pero con el tiempo la competencia cada vez mayor entre representantes y el encarecimiento de los costes provocaron una merma de ganancias. Por si fuera poco el mundillo se había llenado en los últimos años de músicos llegados de fuera “sobre todo sudamericanos, que supusieron una competencia porque tocaban por mucho menos dinero lo que acabó por hundir los salarios”. Todo ello, unido al cansancio de los líderes de aquella de la formación y del propio Dovalo con muchos años sobre los escenarios, hizo que la orquesta aceptase en 2002-03 la tentadora oferta de un empresario de Rianxo que compró material y nombre. La “Principal” continuó pues -y sigue hoy-, pero con otros músicos y a modo de pálida fotografía que aquella original meañesa que definitivamente se había apeado de la carretera.
            Miguel Dovalo reconoce que aunque algunos compañeros le dicen hoy que echan de menos aquellos años “yo desde luego que no. Fueron muchas noches sin dormir y muchos kilómetros en la carretera. Hasta el punto que te digo que hoy no voy a fiestas porque quedé harto de ellas”. “Además -continúa- tampoco me atrae porque, con los complementos técnicos que se han incorporado en los últimos 20 años -en relación a ayudas de bases rítmicas artificiales-, todas las orquestas suenan igual, los músicos ceden el protagonismo a unos cantantes que se han convertido más que nada en animadores y bailarines, tanto que hay formaciones que tienen cuatro o cinco, casi tantos como músicos, lo que desvirtúa a éstos”.

El núcleo de Lores
Lores fue la tercera cuna de las orquestas meañesas. Aquí se gestara un primer proyecto con el  grupo “Alfa”, una formación integrada por siete adolescentes, buena parte de ellos de Lores (Javier Rosal, Sito Basdediós, Manolo Balboa, José Cortegoso, Lito Méndez “de Xil”, Mª José y Angel “de Castrelo”), que se mantuvieron activos entre 1979-82. Se estrenaran por primera con un concierto en su Lores natal, pero luego durante sus años de actividad la formación se movió sobre todo por Lugo y Ourense.

Orquesta "Novedades" en 1984 en A Lanzada. De izquierda a derecha: Orencio Méndez, Amancio Muñiz, Ana Mª Filgueira, Raúl Filgueira, Etelvino Rey, Luis Miniño, Javier Lázaro y Luciano Méndez

Y a partir de la desaparición de la mítica charanga “Os Pinos” de Paradela -cuyo nombre se debía al apodo de la familia que la integró en origen-, se gestaron desde Lores dos formaciones más. Una, de la mano de Raúl Filgueira, emigrante retornado de Alemania que, tras tocar el bombo en “Os Pinos”, impulsó la charanga “Los Linces” la cual derivó hacia 1984 en orquesta “Novedades”, en su arranque con músicos como Orencio Méndez, Amancio “de Muñiz”, Etelvino Rey, Luis Miniño, Javier Lázaro, Luciano Méndez, Cándido “de Samieira” o el citado Raúl Filgueira más la voz de su hija Ana Mª. “Novedades” se mantuvo hasta 1998, tiempo en que recorrió Galicia “y llegamos a actuar en Gijón -recuerda Raúl- a donde viajamos en el autobús de Valentín”.

"Mediterráneo" en 2012: de izquieda a derecha, arriba:
Manolo "de Ponteareas", María, Meixús y Marcos;
y abajo: Manuel, Juan Manuel, Pablo y Suso
El otro proyecto se gestó de la mano del bajista Manuel Domínguez, que también se iniciara en “Os Pinos”, y que alumbró el grupo “Mediterráneo”, una formación integrada por siete músicos -hoy ocho, cinco de ellos de Lores- y que comenzó su andadura a finales de los 90. El grupo mantiene hoy su actividad pese a que su mentor acaba de anunciar estos días que abandona la formación y, por extensión, el mundo de la música. Amén de Galicia, “Mediterráneo” llegó a tierras de Oviedo o incluso a Suiza “a donde fuimos llamados para actuar un fin de año en un Centro Cultural Gallego” recuerda Domínguez.

Todas aquellas míticas orquestas meañesas se han apeado hoy de la carretera. Tan sólo se mantienen “Gran Coliseo” y “Mediterráneo” como canto del cisne de una época que se apaga. Sobre los escenarios el relevo lo ha tomado una banda que se recuperó en 1985 y que vive en este inicio del siglo XXI su momento de esplendor. Pero esa es ya otra historia.



Catel pormocional de la Orquesta "Iris"
Otras fotografías para el recuerdo

Mítica foto de la Orquesta "Iris":
A la derecha Pablo Dovalo; en el centro de pie, Pepe de Lino

Orquesta "Los Diamantes" hacia 1963, con un joven Miguel Dovalo (11-12 años) en la batería
           
"Solera" última etapa, hacia 1988-89
"Solera" hacia 1981, 
ya sin Rafael Dovalo
           



Orquesta "Novedades" en A Toxa
Orquesta "Novedades"
en la ermita de A Lanzada







1 comentario:

  1. Impresionante reportaxe Tino. É certo que nesa época, as orquestras eran "de verdade" e non de videoxogo, como agora.
    Que tempos aqueles nos que se enchía unha verbena porque viñan as dúas "grandes" de Galicia: Os Satélites e a Sintonía, cando aínda eran músicos de verdade.
    Recordo que viñeran a Meaño na segunda metade da década dos 80, e non cabía nin unha alma máis na Feira.
    A Sintonía, formada básicamente por músicos da banda da Escola Naval, empezara a súa actuación coa Boda de Luis Alonso, se mal non recordo, todo un alarde instrumental; e os Satélites cunha non menos impresionante versión da 5ª sinfonía de Beethoven.
    Os Satélites tiñan nas súas filas a un extraordinario trompetista de fama mundial chamado Willy Marambio "El Chileno", que me deixou totalmente alucinado.
    Si señor, gran época con orquestras de verdade, donde o que importaba eran os músicos, e non os watios nin a coreografía.

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