LOS SALONES DE BAILE DE LOS ABUELOS
MEAÑESES
Los salones de baile, ocasionalmente convertidos en improvisados centros de teatro, eran en Meaño la única alternativa de diversión fuera del verano -en que tomaban protagonismo las verbenas- en tiempos de la II República y en pleno franquismo. Este reportaje -con la ayuda del objetivo de Iñaki Abella- pretende ser una guía de tiempos pretéritos para viajar al pasado y recorrer esos lugares donde se divertían los abuelos meañeses entre los años 30 y 70 del siglo XX. Todos ellos salones que hoy no conservan su función y sólo en casos contados mantienen su estructura original, pero que forman parte de la memoria colectiva de nuestros mayores.
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A sus 89 años el abuelo de mayor edad de Meaño, Maximino Crespo, baila con su esposa Escolástica en las ruinas de baile de Otero Foto: Iñaki Abella |
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Exterior de Salón-Cine Meaño que amergió en los tiempo de la II República |
Buceando
de las fuentes orales los recuerdos más antiguos nos retrotraen al “Salón-Cine
Meaño” que en los años 30 estaba situado frente a la taberna de Digna en As
Covas, inmueble que hoy permanece en pie convertido en alpendre de la familia
de Delia Fernández. El salón estuvo años regentado por los hermanos Daniel y Benjamín Muñiz, y se mantuvo operativo durante la II República. En él se
proyectaban películas de cine mudo “cuya entrada costaba tres chicas, si bien
no iba mucha gente a la funciones” recuerda Maximino Crespo que, a sus 89 años,
es la persona de más edad de la localidad meañesa. “El suelo -continúa- era de
cemento y el público se sentaba en unos bancos sin respaldo”. Todavía hoy se
conserva el hueco practicado en la pared sur del local desde donde con el
proyector de cine se ponían en pantalla aquellas primeras películas de la
época.
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La actual propietaria, Delia Fernándes en el interior. En la pared del fondo
a la izquierda se observa el hueco practicado para el proyector. Foto Iñaki Abella |
El local sí se llenó en una función a modo de “gala artístico-literaria” promovida
por Don Desiderio y Doña Ángeles, cura él de la parroquia y maestra de la
escuela ella. Nos hicimos con constancia documental de la misma que se
puso en escena el 27 de agosto de 1935 a las 21 horas con la interpretación del
himno gallego a dos voces a cargo del coro infantil de Meaño, a lo que seguía
dos repre-sentaciones teatrales con niños de la parroquia: “As trampas n’a
feira”, tipificada como “de ambiente gallego” y la pieza cómica “Los tres
valientes”. Maximino Crespo, que actuó en ambas lo recuerda: “en la primera
hice de feriante y en la segunda tuve el papel de un personaje que se llamaba
Urso”. Completaron el reparto gentes como Benilda Barbeito, Jorgelina Pérez,
Óscar Pérez, Daniel Agís o el propio Germán Rodiño quien cuatro décadas después
sería el primer alcalde democrático de Meaño tras la transición. El programa se
completaba con un recitado poético, un cuplé francés, un monólogo -todo ello a
cargo de niños de la parroquia- y la actuación de la orquesta pontevedresa del
director Faustino Temes. La actividad del salón desapareció con la guerra
“momento en que se convirtió en lugar de reuniones clandestinas de gente de
izquierda” rememora Maximino Crespo. Los propios hermanos Daniel y Benjamín
Muñiz, perseguidos por el bando franquista, se vieron obligados a la huir a
Argentina para salvar su vida. Tras el conflicto armado el otrora salón
funcionó durante unos años como local ocasional de comidas los días de feria en
Meaño, los 13 y 29 de cada mes. En la pared exterior conserva todavía hoy las
anillas donde ataban sus caballos los jinetes que hacían uso del local.
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Exterior del "Baile de Otero" ó "baile de Tucho" en Meaño en la actualidad |
El "baile de Otero" ó "baile de Tucho"
En
Meaño no emergió otro salón similar hasta finales de los 40. Fue en la de
Otero, nombre que rememora el de un antiguo comercio propiedad de Manuel Otero,
que era tienda de ropa, calzado y alimentación, y hasta casa de comidas, y que
existía en los años 20 en A Cubela, a pie de la que hoy es carretera PO 303
Castrelo-Samieira. Su prosperidad quebró en la posguerra tras la muerte
traumática de su propietario. Viuda y herederos acabaron por vender el
inmueble, un bloque de 60 metros de fachada cuya estructura exterior aún se
conserva.
Valentín
Castro Lage, que regentaba una tienda de ultramarinos en A Feira y ejercía también
de taxista -suyo fue el primero de estos servicios que hubo en la localidad
meañesa-, se hizo en alquiler con el cuerpo central que, tras destinar a
garaje, convirtió en ocasional salón de baile hacia 1947-48. Eran años
difíciles, donde la benemérita solía acceder al local interrumpiendo la música
y cacheando al personal. “Nada más entrar la guardia civil los alfeizares de
las ventanas se llenaban de navajas que cada cual se apresuraba a sacar el
bolsillo antes de que se la encontrasen encima” recuerda por referencias
familiares José Hermida.
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Héctor M. Balboa "Tucho" en el centro en una imagen de 1991.
Foto. Marcos Castro |
Fue
a mediados de los 50 cuando un carpintero de Meaño, Héctor Manuel Balboa Durán,
más conocido como “Tucho de Barreiro”, invirtió buena parte de sus ahorros de
emigrante en Venezuela, en adquirir el inmueble que hoy es propiedad de sus
hijas. Con él el incipiente “baile de Otero” como era conocido, se consolidó y
vivió su época dorada con sesiones en fechas señaladas: san Amaro (15 de
enero), san Blas (3 de febrero), Carnaval, San Benito de Lores (21 de marzo) y
la virgen de As Cabezas (lunes de Pascua).
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Interior derruido del baile de Tucho en la actualidad |
Al salón, de 280 m2, se sumaba una
cantina de 137 m2. Tenía suelo de hormigón y paredes pintadas de granate en su
mitad inferior y blanco arriba. Eso sí, como todos los de la época carecía de
servicios por lo que cada cual debía aliviarse por los aledaños. “El baile
solía llenarse con unos 600 jóvenes que venían no sólo de Meaño, sino también
con pandillas que llegaban hasta de Corón en Cambados” recuerda hoy Dolores
Balboa, hija del entonces propietario. “En los primeros años -continúa- la
entrada costaba unas 5 pesetas para los hombres y 3 para las mujeres, pero a
finales de los 60 debía estar ya en 10 y 5 pesetas” apunta Dolores Balboa. En
la puerta Etelvino Pérez “O Galego” y Daniel Muñiz -este último muy respetado
por su carácter- vendían directamente las entradas, mientras que dentro Tucho,
esposa e hijas se afanaban en servir bocadillos de sardinas, chorizo y queso en
la cantina anexa, junto con tazas de vino, copas de ponche, anís y coñac,
combinadas en ocasiones a modo de “sol y sombra”, tan habituales por aquellos
años.
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Otra imagen de Maximino y su esposa bailando en la ruinas del salón de Tucho. Además de haber bailado en él Maximino tocó aquí con la orquesta Melodías. Foto; Iñaki Abella |
Por
el “baile de Otero” pasaron en los 60 orquestas como “Melodías” -con el antes
citado Maximino Crespo al saxo-, “Gran Victoria”, “Ritmo”, “Poceiro”, “Los
Chicos de Jazz” o “Estrellas Azules” entre otras, cuyo caché podía estar entre
2.000 y 4.000 pesetas -12 y 24 euros de hoy- y cuyos músicos hacían un alto a
medianoche un alto para dar cumplida cuenta de la cena que les preparaba Carmen
Lores, la esposa del propietario. El local decayó a finales de los años 60 a la
vez que emergía en Dena el salón Arosa. Dolores Balboa recuerda como “hacía
falta una reforma que requería de una inversión importante a la que mi padre,
ya entrado en años, no estaba dispuesto”. En 1971 el salón se convirtió en
gallinero, una segunda faceta empresarial mostrada por Tucho “de Barreiro” que
seguía viviendo de su taller de carpintería ubicado en un extremo de la vieja
casona.
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Baile de Torres en Coirón-Dena |
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Solar actual del "baile da Bichirija" |
Dena y el "baile da Manca"
Mientras
tanto Dena contaba en los 40 con el “baile de Torres” en Coirón y el “baile da Bichirija”
en el centro, a pie de la PO 550 en el solar que hoy ocupa la firma Auto
Recambios Dena, salones ambos precursores del “baile da Farraca”, también
conocido como “baile da Manca”, que emergió en los 50 y alcanzó su plenitud en
la década de los 60. Estaba situado en el solar que hoy ocupa la parrillada “O
Compadre” a pie de la PO 550 en plena Rúa de Galicia. El salón debía su nombre
a que empezó siendo regentado hacia 1952 por Aquilina “da Farraca” que
alquilaba en local para representaciones ocasionales de teatro y títeres, amén
de organizar algunos bailes. El otro nombre, el de “A Manca”, nos lo explica
Luis Feijóo, vecinos de Xil vinculado a la familia: “Justo
al lado de salón existía una taberna que regenta Juana Conde quien era conocida
como “A Manca” porque había perdido una mano con 16 ó 17 años. Y en esa taberna
enganchaban la luz del salón cada vez que había función o baile ocasional, pero
“A “Manca” como tal nunca regentó en realidad el salón”.
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Solar actual del antiguo "baile da Manca" |
Hacia
1959 fue adquirido por José Otero, un vecino de Nantes conocido como “José de
Pas” quien lo convirtió en salón de baile reglado. “En los años 60 acogía
bailes casi todos los domingos y algunas fiestas de tradición en Dena como
Santa Eulalia o Santa Lucía” recuerda Luis Feijóo. “Era un viejo alpendre de
unos 150 m2 -continúa- que podía meter 200 o 300 personas. El suelo era de
madera y al bailar había que tener cuidado con alguna tabla rota donde metías
el pie a menudo”. Una de las formaciones asiduas era la “Orquesta de Freixo”,
que debía su nombre al acordeonista de Simes que la lideraba. Luis Feijóo
revive alguna anécdota del salón: “Benito de Pas, que era el hermano del dueño,
ponía mucho celo en la puerta y en cierta ocasión Agapito “O Cochero”, que era
muy echado para adelante, hizo un lazo con unas ramas se lo pasó por encima y
lo arrastró fuera de la puerta permitiendo que muchos entraran sin pagar”.
El
salón acabó claudicando ante la
competencia de la sala Capitol, que abrió unos metros más abajo. El viejo alpendre que fuera salón “da Farraca” lo
adquirió en 1980 el propio Luis Feijóo junto con Mª Angustias Pintos y Alfonso
Gondar que abrieron allí la parrillada “O Compadre” que se mantiene hoy
regentada por otros dueños.
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Exterior del "baile do Chosco" en Xil |
Xil y el "baile do Chosco"
También
la localidad de Xil tuvo su mítico salón. Fue el conocido como “baile do
Chosco”. Regentado por Ramón Castro Torres, “O Chosco”, funcionaba en los 40
con bailes en fiestas señaladas en la parroquia como Santa Eulalia, San Miguel,
San Antonio o Las Angustias. La hija de Ramón, Delfina Castro, lo recuerda hoy
a sus 81 años: “Como el local era muy pequeño y había mucha gente estábamos
todos muy apretujados, tano que bailar era complicado”. Convertido en garaje y
alpendre
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Delfina, Horacio y Mª Jesús, hijos y nieta de Ramón Castro
"O Chosco" en el interior del salón hoy. Al fondo, el hueco
que ocupaba el escenario. Foto: Iñaki Abella |
todavía conserva hoy su estructura original con el pequeño escenario
de ladrillo refractario incrustado en la pared norte del local, su suelo de
cemento y la cubierta de teja. Sus escasas dimensiones -unos 90 m2- hacía
imposible albergar barra alguna por lo que los que querían beber se acercaban a
la taberna que el propio Ramón Castro regentaba mismo al lado. “Venía gente de
Meaño, Cobas, Padrenda y Castrelo -recuerda Delfina Castro- pero aún así lo que
se hacía en taquilla era tan poco que en ocasiones no daba para pagar la
orquesta”. Su propietario lo alquilaba también para sesiones de cine ambulante
“que venían por aquí y proyectaban durante una semana -apunta Delfina-, eran
películas en blanco y negro como las que traía la familia Jiménez, que acabó
asentada en Vilalonga”. El salón cerró sus puertas a finales de los 60. En los
últimos años, cuando llovía, acabó albergando alguna verbena ocasional de las
fiestas de Xil.
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Aquí su ubicaba la sala Capitol, luego Arosa, en el centro de Dena |
Otras salones
Otros
salones nos quedan en el tintero. En Dena emergió en los 50 la “sala Capitol”
de la mano de Luis Feijóo, que la alquilaba también para representaciones
teatrales o de cine ambulante. A finales de los 50 la adquirió Calixto Varela
que la convirtió a mediados de los 60 en salón reglado de baile bajo una
cubierta de canizo -luego de uralita- con sesiones en domingos alternativos. Desde
Meaño Valentín Castro Méndez empezaba a ofrecer un servicio de transporte
pensando sobre todo en subir a los jóvenes desde Dena al regreso. La sala
mudará su nombre para convertirse en el complejo Arosa que adquirió fama en los
70 con cine, discoteca, restaurante de eventos, cafetería y cervecería, pero
esa es ya otra historia.
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Casa hoy del viejo baile de Rodolfo |
Algunos
otros fueron muy ocasionales, caso del “baile de Rodolfo” y el “baile de
Ernesto” en Simes, regentados por Rodolfo Fernández Otero y Ernesto Ucha Balboa
en los números 11 y 23 de hoy del barrio de A Igrexa. El primero regentaba un aserradero más una zapatería en Meaño,
pero en los 50 se trasladó a Samieira para convertirse en marchante de
alimentos de la Escuela Naval de Marín. Entonces aprovechó su casa vacía de Simes
de forma ocasional para, a mediados de esa década,
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Vivenda hoy del antiguo baile de Ernesto |
ofrecer vinos y bocadillos, enmarcado
todo ello por algún pequeño baile el día de San Blas (3 de febrero) y de alguna
otra fiesta. Lo mismo hizo el segundo, Ernesto, que era un tratante de ganado
“muy relaciones con la guardia civil en la época” según confiesa un vecino.
Pero estas eran ya citas esporádicas, no salas de baile al uso, si bien
ofrecían también su dosis de entretenimiento en fechas señaladas.
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