domingo, 20 de julio de 2014

LOS SALONES DE BAILE DE LOS ABUELOS MEAÑESES
Los salones de baile, ocasionalmente convertidos en improvisados centros de teatro, eran en Meaño la única alternativa de diversión fuera del verano -en que tomaban protagonismo las verbenas- en tiempos de la II República y en pleno franquismo. Este reportaje -con la ayuda del objetivo de Iñaki Abella- pretende ser una guía de tiempos pretéritos para viajar al pasado y recorrer esos lugares donde se divertían los abuelos meañeses entre los años 30 y 70 del siglo XX. Todos ellos salones que hoy no conservan su función y sólo en casos contados mantienen su estructura original, pero que forman parte de la memoria colectiva de nuestros mayores.

A sus 89 años el abuelo de mayor edad de Meaño, Maximino Crespo, baila con su esposa Escolástica en las ruinas de baile de Otero
Foto: Iñaki Abella

Exterior de Salón-Cine Meaño que amergió en los tiempo de la II República
Buceando de las fuentes orales los recuerdos más antiguos nos retrotraen al “Salón-Cine Meaño” que en los años 30 estaba situado frente a la taberna de Digna en As Covas, inmueble que hoy permanece en pie convertido en alpendre de la familia de Delia Fernández. El salón estuvo años regentado por los hermanos Daniel y Benjamín Muñiz, y se mantuvo operativo durante la II República. En él se proyectaban películas de cine mudo “cuya entrada costaba tres chicas, si bien no iba mucha gente a la funciones” recuerda Maximino Crespo que, a sus 89 años, es la persona de más edad de la localidad meañesa. “El suelo -continúa- era de cemento y el público se sentaba en unos bancos sin respaldo”. Todavía hoy se conserva el hueco practicado en la pared sur del local desde donde con el proyector de cine se ponían en pantalla aquellas primeras películas de la época.


La actual propietaria, Delia Fernándes en el interior. En la pared del fondo 
a la izquierda se observa el hueco practicado para el proyector. Foto Iñaki Abella
El local sí se llenó en una función a modo de “gala artístico-literaria” promovida por Don Desiderio y Doña Ángeles, cura él de la parroquia y maestra de la escuela ella. Nos hicimos con constancia documental de la misma que se puso en escena el 27 de agosto de 1935 a las 21 horas con la interpretación del himno gallego a dos voces a cargo del coro infantil de Meaño, a lo que seguía dos repre-sentaciones teatrales con niños de la parroquia: “As trampas n’a feira”, tipificada como “de ambiente gallego” y la pieza cómica “Los tres valientes”. Maximino Crespo, que actuó en ambas lo recuerda: “en la primera hice de feriante y en la segunda tuve el papel de un personaje que se llamaba Urso”. Completaron el reparto gentes como Benilda Barbeito, Jorgelina Pérez, Óscar Pérez, Daniel Agís o el propio Germán Rodiño quien cuatro décadas después sería el primer alcalde democrático de Meaño tras la transición. El programa se completaba con un recitado poético, un cuplé francés, un monólogo -todo ello a cargo de niños de la parroquia- y la actuación de la orquesta pontevedresa del director Faustino Temes. La actividad del salón desapareció con la guerra “momento en que se convirtió en lugar de reuniones clandestinas de gente de izquierda” rememora Maximino Crespo. Los propios hermanos Daniel y Benjamín Muñiz, perseguidos por el bando franquista, se vieron obligados a la huir a Argentina para salvar su vida. Tras el conflicto armado el otrora salón funcionó durante unos años como local ocasional de comidas los días de feria en Meaño, los 13 y 29 de cada mes. En la pared exterior conserva todavía hoy las anillas donde ataban sus caballos los jinetes que hacían uso del local.

Exterior del "Baile de Otero" ó "baile de Tucho" en Meaño en la actualidad

El "baile de Otero" ó "baile de Tucho"
En Meaño no emergió otro salón similar hasta finales de los 40. Fue en la de Otero, nombre que rememora el de un antiguo comercio propiedad de Manuel Otero, que era tienda de ropa, calzado y alimentación, y hasta casa de comidas, y que existía en los años 20 en A Cubela, a pie de la que hoy es carretera PO 303 Castrelo-Samieira. Su prosperidad quebró en la posguerra tras la muerte traumática de su propietario. Viuda y herederos acabaron por vender el inmueble, un bloque de 60 metros de fachada cuya estructura exterior aún se conserva.
Valentín Castro Lage, que regentaba una tienda de ultramarinos en A Feira y ejercía también de taxista -suyo fue el primero de estos servicios que hubo en la localidad meañesa-, se hizo en alquiler con el cuerpo central que, tras destinar a garaje, convirtió en ocasional salón de baile hacia 1947-48. Eran años difíciles, donde la benemérita solía acceder al local interrumpiendo la música y cacheando al personal. “Nada más entrar la guardia civil los alfeizares de las ventanas se llenaban de navajas que cada cual se apresuraba a sacar el bolsillo antes de que se la encontrasen encima” recuerda por referencias familiares José Hermida.

Héctor M. Balboa "Tucho" en el centro en una imagen de 1991. 
Foto. Marcos Castro
Fue a mediados de los 50 cuando un carpintero de Meaño, Héctor Manuel Balboa Durán, más conocido como “Tucho de Barreiro”, invirtió buena parte de sus ahorros de emigrante en Venezuela, en adquirir el inmueble que hoy es propiedad de sus hijas. Con él el incipiente “baile de Otero” como era conocido, se consolidó y vivió su época dorada con sesiones en fechas señaladas: san Amaro (15 de enero), san Blas (3 de febrero), Carnaval, San Benito de Lores (21 de marzo) y la virgen de As Cabezas (lunes de Pascua). 


Interior derruido del baile de Tucho en la actualidad
Al salón, de 280 m2, se sumaba una cantina de 137 m2. Tenía suelo de hormigón y paredes pintadas de granate en su mitad inferior y blanco arriba. Eso sí, como todos los de la época carecía de servicios por lo que cada cual debía aliviarse por los aledaños. “El baile solía llenarse con unos 600 jóvenes que venían no sólo de Meaño, sino también con pandillas que llegaban hasta de Corón en Cambados” recuerda hoy Dolores Balboa, hija del entonces propietario. “En los primeros años -continúa- la entrada costaba unas 5 pesetas para los hombres y 3 para las mujeres, pero a finales de los 60 debía estar ya en 10 y 5 pesetas” apunta Dolores Balboa. En la puerta Etelvino Pérez “O Galego” y Daniel Muñiz -este último muy respetado por su carácter- vendían directamente las entradas, mientras que dentro Tucho, esposa e hijas se afanaban en servir bocadillos de sardinas, chorizo y queso en la cantina anexa, junto con tazas de vino, copas de ponche, anís y coñac, combinadas en ocasiones a modo de “sol y sombra”, tan habituales por aquellos años.


Otra imagen de Maximino y su esposa bailando en la ruinas del salón de Tucho. Además de haber bailado en él Maximino tocó aquí con la orquesta Melodías. Foto; Iñaki Abella
Por el “baile de Otero” pasaron en los 60 orquestas como “Melodías” -con el antes citado Maximino Crespo al saxo-, “Gran Victoria”, “Ritmo”, “Poceiro”, “Los Chicos de Jazz” o “Estrellas Azules” entre otras, cuyo caché podía estar entre 2.000 y 4.000 pesetas -12 y 24 euros de hoy- y cuyos músicos hacían un alto a medianoche un alto para dar cumplida cuenta de la cena que les preparaba Carmen Lores, la esposa del propietario. El local decayó a finales de los años 60 a la vez que emergía en Dena el salón Arosa. Dolores Balboa recuerda como “hacía falta una reforma que requería de una inversión importante a la que mi padre, ya entrado en años, no estaba dispuesto”. En 1971 el salón se convirtió en gallinero, una segunda faceta empresarial mostrada por Tucho “de Barreiro” que seguía viviendo de su taller de carpintería ubicado en un extremo de la vieja casona.

Baile de Torres en Coirón-Dena
Solar actual del "baile da Bichirija"
Dena y el "baile da Manca"
Mientras tanto Dena contaba en los 40 con el “baile de Torres” en Coirón y el “baile da Bichirija” en el centro, a pie de la PO 550 en el solar que hoy ocupa la firma Auto Recambios Dena, salones ambos precursores del “baile da Farraca”, también conocido como “baile da Manca”, que emergió en los 50 y alcanzó su plenitud en la década de los 60. Estaba situado en el solar que hoy ocupa la parrillada “O Compadre” a pie de la PO 550 en plena Rúa de Galicia. El salón debía su nombre a que empezó siendo regentado hacia 1952 por Aquilina “da Farraca” que alquilaba en local para representaciones ocasionales de teatro y títeres, amén de organizar algunos bailes. El otro nombre, el de “A Manca”, nos lo explica Luis Feijóo, vecinos de Xil vinculado a la familia: “Justo al lado de salón existía una taberna que regenta Juana Conde quien era conocida como “A Manca” porque había perdido una mano con 16 ó 17 años. Y en esa taberna enganchaban la luz del salón cada vez que había función o baile ocasional, pero “A “Manca” como tal nunca regentó en realidad el salón”.

Solar actual del antiguo "baile da Manca"
Hacia 1959 fue adquirido por José Otero, un vecino de Nantes conocido como “José de Pas” quien lo convirtió en salón de baile reglado. “En los años 60 acogía bailes casi todos los domingos y algunas fiestas de tradición en Dena como Santa Eulalia o Santa Lucía” recuerda Luis Feijóo. “Era un viejo alpendre de unos 150 m2 -continúa- que podía meter 200 o 300 personas. El suelo era de madera y al bailar había que tener cuidado con alguna tabla rota donde metías el pie a menudo”. Una de las formaciones asiduas era la “Orquesta de Freixo”, que debía su nombre al acordeonista de Simes que la lideraba. Luis Feijóo revive alguna anécdota del salón: “Benito de Pas, que era el hermano del dueño, ponía mucho celo en la puerta y en cierta ocasión Agapito “O Cochero”, que era muy echado para adelante, hizo un lazo con unas ramas se lo pasó por encima y lo arrastró fuera de la puerta permitiendo que muchos entraran sin pagar”.
El salón  acabó claudicando ante la competencia de la sala Capitol, que abrió unos metros más abajo. El viejo alpendre que fuera salón “da Farraca” lo adquirió en 1980 el propio Luis Feijóo junto con Mª Angustias Pintos y Alfonso Gondar que abrieron allí la parrillada “O Compadre” que se mantiene hoy regentada por otros dueños.

Exterior del "baile do Chosco" en Xil
Xil y el "baile do Chosco"
También la localidad de Xil tuvo su mítico salón. Fue el conocido como “baile do Chosco”. Regentado por Ramón Castro Torres, “O Chosco”, funcionaba en los 40 con bailes en fiestas señaladas en la parroquia como Santa Eulalia, San Miguel, San Antonio o Las Angustias. La hija de Ramón, Delfina Castro, lo recuerda hoy a sus 81 años: “Como el local era muy pequeño y había mucha gente estábamos todos muy apretujados, tano que bailar era complicado”. Convertido en garaje y alpendre
Delfina, Horacio y Mª Jesús, hijos y nieta de Ramón Castro 
"O Chosco" en el interior del salón hoy. Al fondo, el hueco 
que ocupaba el escenario. Foto: Iñaki Abella
todavía conserva hoy su estructura original con el pequeño escenario de ladrillo refractario incrustado en la pared norte del local, su suelo de cemento y la cubierta de teja. Sus escasas dimensiones -unos 90 m2- hacía imposible albergar barra alguna por lo que los que querían beber se acercaban a la taberna que el propio Ramón Castro regentaba mismo al lado. “Venía gente de Meaño, Cobas, Padrenda y Castrelo -recuerda Delfina Castro- pero aún así lo que se hacía en taquilla era tan poco que en ocasiones no daba para pagar la orquesta”. Su propietario lo alquilaba también para sesiones de cine ambulante “que venían por aquí y proyectaban durante una semana -apunta Delfina-, eran películas en blanco y negro como las que traía la familia Jiménez, que acabó asentada en Vilalonga”. El salón cerró sus puertas a finales de los 60. En los últimos años, cuando llovía, acabó albergando alguna verbena ocasional de las fiestas de Xil.

Aquí su ubicaba la sala Capitol, luego Arosa, en el centro de Dena
Otras salones
Otros salones nos quedan en el tintero. En Dena emergió en los 50 la “sala Capitol” de la mano de Luis Feijóo, que la alquilaba también para representaciones teatrales o de cine ambulante. A finales de los 50 la adquirió Calixto Varela que la convirtió a mediados de los 60 en salón reglado de baile bajo una cubierta de canizo -luego de uralita- con sesiones en domingos alternativos. Desde Meaño Valentín Castro Méndez empezaba a ofrecer un servicio de transporte pensando sobre todo en subir a los jóvenes desde Dena al regreso. La sala mudará su nombre para convertirse en el complejo Arosa que adquirió fama en los 70 con cine, discoteca, restaurante de eventos, cafetería y cervecería, pero esa es ya otra historia.

Casa hoy del viejo baile de Rodolfo
Algunos otros fueron muy ocasionales, caso del “baile de Rodolfo” y el “baile de Ernesto” en Simes, regentados por Rodolfo Fernández Otero y Ernesto Ucha Balboa en los números 11 y 23 de hoy del barrio de A Igrexa. El primero regentaba  un aserradero más una zapatería en Meaño, pero en los 50 se trasladó a Samieira para convertirse en marchante de alimentos de la Escuela Naval de Marín. Entonces aprovechó su casa vacía de Simes de forma ocasional para, a mediados de esa década,
Vivenda hoy del antiguo baile de Ernesto
ofrecer vinos y bocadillos, enmarcado todo ello por algún pequeño baile el día de San Blas (3 de febrero) y de alguna otra fiesta. Lo mismo hizo el segundo, Ernesto, que era un tratante de ganado “muy relaciones con la guardia civil en la época” según confiesa un vecino. Pero estas eran ya citas esporádicas, no salas de baile al uso, si bien ofrecían también su dosis de entretenimiento en fechas señaladas.






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