LA VIEJA RECTORAL DE LORES RECUPERA SU
ESPLENDOR
Ménsulas que sustentan la imponente balconada de la vieja rectoral |
La
parroquia meañesa de Lores, bajo la dirección de su cura párroco José Manuel
Taibo, está acometiendo la recuperación de la vieja rectoral, considerada una
de las mejores de la comarca de O Salnés, y cuya construcción se remonta al año
de 1465, según refiere una inscripción en piedra descubierta en la parte baja.
Se trata de una casona a pie de la iglesia parroquial que se distribuye en tres
niveles y que vuelca buena parte de su esplendor hacia el interior. Y es que
desde el exterior la vieja rectoral puede pasar hasta desapercibida a ojos del
viandante, pero dentro se abre a un patio de reminiscencias labriegas que,
junto con el edificio, recupera su riqueza merced a unas obras de
rehabilitación que se están llevando a cabo con mimo y tiento.
“Creo
que Lores se merecía la recuperación de la vieja rectoral que es sin duda una
de las mejores de la comarca” apunta el cura párroco José Manuel Taibo. Las
obras se están llevando a cabo poco a poco -el momento lo requiere- y en base a
fondos parroquiales, no en vano han comenzado hace un par de años y, según
reconoce el sacerdote “todavía queda mucho trabajo por delante”.
Antiguo retrete descubierto tras una pared del pasillo |
Un
paseo por la parte restaurada nos proyecta enseguida el tiento con que se está
acometiendo cada actuación, donde ha primado ante todo la recuperación del
pasado: desde viejas forjas de hierro, hasta muebles, pasando por hornacinas,
algún suelo, ropas sacerdotales, sacras barrocas… En la parte pública el
despacho sacerdotal de la primera planta, ya restaurado, se halla presidido por
un antiguo ropero, acristalado ahora, y en cuyo interior se exponen 16 casullas
sacerdotales del siglo XVII, mientras que de la pared cuelgan sacras litúrgicas
que enmarcaban los textos bíblicos de algunas misas solemnes del año. “Se
trata -explica el sacerdote- de crear un pequeño museo parroquial con ropas y
objetos litúrgicos que había en esta casa o en la iglesia, recuperarlos y
mostrarlos por su valor meramente afectivo y sentimental”.
La remodelación interior se lleva con mimo |
Salida al patio interior de la rectoral |
En la parte restaurada la vieja piedra desnuda preside las paredes interiores que han sido desprovistas de su argamasa original más de la cal. En alguna de estas operaciones se descubrieron partes ocultas de la vivienda, como dos antiguos retretes en piedra tras la puerta de entrada desde el atrio, que estaban tapiados y que ahora pueden verse tras un cristal como muestra de lo que fue la casona hace siglos.
Instantánea de la cocina rehabilitada |
Aspecto que ofrece la otra cocina parte no restaurada |
La
vieja rectoral contaba con dos cocinas, una de las cuales ha sido rehabilitada
siguiendo el patrón de la cocina labriega, con su lareira, pote, sólida mesa de
madera presidiendo el centro y dos hornos que tenía en origen para cocer el
pan, uno en piedra y otro en ladrillo. En las paredes, cerámica decorativa
inspirada en obras del pintor ferrolano Álvarez de Sotomayor. En la planta
superior, otra cocina, ésta todavía no recuperada y que hace las veces de local
de catequesis, nos muestra la estampa de lo que fue la vieja casona: paredes caleadas
y mugrientas, puertas descolgadas de sus bisagras, ventanas apolilladas…, y que cargan de argumentos la actuación que se está llevando a cabo para salvar el inmueble.
Las
obras realizadas se completan en el semisótano con una bodega que cuenta con
algunas pequeñas cubas de acero y roble francés donde se elaboran vinos
albariño, catalán, tinto Barrantes y Jaca -variedad silvestre ésta con escasa
presencia en la comarca y sólo aprovechable para el consumo casero-, uva toda
ella cultivada en los cuatro ferrados de viñedo de que dispone la rectoral en
sus aledaños.
Bodega en el sótano de la rectoral |
En
el exterior el patio está presidido por un olivo centenario, mientras en los
muros laterales las hornacinas, que evocan también el pasado, bien porque
algunas son antiguos ponederos de huevos de un viejo gallinero que ocupaba esa
parte de la rectoral, bien porque albergan garrafones de cristal en los que
llegaba el aceite de San Benito a Lores en los años 30 del siglo XX. A dicho
patio vierte la imponente balconada a modo de galería al aire libre sostenida
por majestuosas ménsulas, espacio del que gustaba el escritor cuntiense Roberto
Blanco Torres, quien pasaba largas temporadas en esta rectoral en los años 30
por cuanto su hermano Germán era por entonces cura párroco de Lores. Desde una
habitación que daba a esta balconada buscó muchas veces la inspiración para sus
artículos, algunos de los cuales tuvieron a Lores como protagonista.
Imagen de la balconada que vierte al patio interior |
El
cura párroco José Manuel Taibo reconoce que en la rehabilitación de la rectoral
colaboran algunos técnicos “por cuestiones de amistad”, y que alguna otra gente
realiza actuaciones casi de forma altruista para recuperar el conjunto
patrimonial “lo cual es de agradecer”. Incluso algunos cuadros que presiden el
despacho sacerdotal y la zona pública de la entrada, y que muestran imágenes de
Lores, son regalo de allegados vinculadas al mundo del arte.
Olivo en el patrio interior |
Lo
que algunos no entienden es el color púrpura elegido como pintura exterior de
un bloque de la rectoral ubicado en el noreste del conjunto, color que
contrasta en exceso con la piedra que preside el inmueble. El párroc José Manuel
Taibo lo explica: “se eligió el púrpura por su simbolismo -apunta- porque este
color evoca la espiritualidad y la sabiduría, y eso es precisamente lo
que se pretende con la elección”.
Las
obras continuarán en lo sucesivo con el objeto de completar el conjunto de la
rectoral. Un paso lento, sin pausa ni prisa, para recuperar parte del
patrimonio eclesiástico de Lores y, por extensión, del municipio meañés.
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