sábado, 15 de abril de 2017

El “muiño do Crego” en Quintáns, uno de los emblemas de la ruta de los molinos de Lores, recuperado y convertido en aula didáctica y museo etnográfico por su dueño, se dispone a cerrar sus puertas forzado por las trabas que la normativa de Augas de Galicia le impone para que el agua del río Chanca entre por su canal, y permita las demostraciones de molienda tradicional que su propietario brindaba de manera altruista a escolares, campamentos y cuanto grupo de organizado se la demandaba. 
Fotos: Rafael Dovalo

EL “MUIÑO DO CREGO”, EMBLEMA DE LA RUTA MEAÑESA, ABOCADO AL CIERRE 

Exterior del "muiño do Crego" en Quintáns
Del viejo molino de Quintáns, o de “O Crego”, se tiene constancia documental desde el año 1752 en que el catastro del Marqués de la Ensenada lo recoge en su relación, atribuyendo su propiedad a José Gómez Presbítero. Desde siempre se sirvió para la molienda del agua de prorrateo del río Chanca, de la que también se conserva constancia documental fehaciente.
Cuando en 1999-2000, dentro del proyecto obradoiro "A Segorella", concello y Diputación empiezan a acometer las obras de construcción de la senda fluvial con la recuperación de los viejos molinos, su propietario actual, Pablo Dovalo, invirtió en él tiempo y dinero, sin ayuda pública alguna, tanto que, de hecho, fue el primer molino recuperado en toda la ruta. Su pasión por el mundillo le llevó a convertirlo en un aula-museo didáctica que se enorgullecía en mostrar en cuantos se lo demandaban, sin percibir dinero alguno por las visitas.
Ahora Augas de Galicia se dispone a dar al traste con la pasión de este meañés. “El pasado mes de octubre -explica Dovalo- recibí una comunicación de Augas de Galicia por la que, según una normativa del año 2009, por utilizar el agua para el molino se me exige el pago de un canon de 214 euros. Pero no sólo eso, sino que, para que se me autorice a dicho uso, me obligan a presentar un proyecto de un ingeniero sobre el molino, estipulando entre otros aspectos, el caudal que entra por el canal de acceso, habilitar un contador de entrada más otro de salida del agua, y otros requisitos, a los que no estoy dispuesto”. “Podría -agrega- atreverme con la tasa, pero no con el proyecto porque su coste supera los 2.000 euros”.

Un grupo de turistas sobre el canal de acceso del agua al molino
Dovalo entiende que el suyo es un caso único: “no existe ningún otro precedente en la provincia de Pontevedra de un molino que haya recibido una comunicación similar”. En su escrito Augas de Galicia le advierte además que, de seguir haciendo uso indebido del agua, se expone a una sanción “de entre 5.000 y 20.000 euros”. Es por ello que el propietario se ve abocado a cerrarlo “no me queda otra -lamenta- y, llegado el caso, tendré que desmantelar las piezas porque no estoy dispuesto a que me las roben”.

Último recurso
La situación podría afectar a otros molinos en la comarca que usan el agua de río para demostraciones de molienda tradicional. Mismo en Meaño, apenas unos metros más abajo, se encuentra el de “Entremuiños”, en la actualidad propiedad del concello, que organiza en él demostraciones de molienda tradicional para grupos organizados, lo mismo que en Ribadumia los molinos de Batán o el de Chantada, entre otros. Pero Dovalo insiste: “soy conocedor del mundillo porque formo parte de la asociación Amigos dos Muiños, y ninguno de los asociados ha recibido esta comunicación. Mi caso -añade- es una injusticia manifiesta o una persecución, alguien tiene que explicármelo”.

Cortina de agua en el exterior
Dovalo presentó en su descargo un pliego de alegaciones que le fueron denegadas. Su último asidero es el concello de Meaño y la Mancomunidade do Salnés: “cuando los ayuntamientos están acometiendo la reconstrucción los molinos de río -explica- no están solicitando la gestión del agua, y ellos mismos están en idéntica situación a la mía, también están incumpliendo la norma”. Con tal motivo acaba de presentar por registro en el concello de Meaño un escrito en el que solicita que las administraciones locales demanden a la Xunta la exención del canon del agua “a los molinos que, como el mío, funcionan como aulas didácticas o etnográficas, y donde no se cobra entrada alguna a los visitantes, para mí tan sólo supone el orgullo de mostrarles una tradición tan arraigada en Galicia como era molienda de río”. Si ello no es posible Dovalo demanda, en su defecto que, cuando menos, “las administraciones locales colaboren mediante sus técnicos en la redacción de los proyectos que exige la normativa, de lo contrario molinos como el mío, si la ley se aplica a todos por igual, están abocados al cierre”.

Un molino con historias
Pablo Dovalo (tercero por la derecha) con un grupo tras una visita guiada
Cuando Pablo Dovalo volcó tiempo y dinero de su jubilación en su recuperación, el “muiño do Crego” era una construcción derruida e invadida por la maleza. Documentos del siglo XVIII referían que se abastecía del agua del río Lotar, que así era conocida la zona de fincas en que se enclava-. De José González Presbítero -que es el primer propietario del que se tienen noticias- el molino fue heredado a través de generaciones hasta el que a finales del XIX llegó a manos de Miguel Padín Laredo, “un cura sin cargo de parroquia -explica Pablo Dovalo- que era conocido como “O crego de Quintáns, de ahí el nombre del molino”. Existe constancia documental de venta en el año 1918 por un montante de 1.000 pesetas  -unos 6 euros de hoy-, "500 a abonar al contado y otras 500 a lo largo de un año". Dovalo heredó el viejo molino de su abuela cuando él contaba sólo tres años: “dicen que me lo dio -precisa- por la alegría de que yo era su primer nieto, y que me parecía a ella en la nariz”.

Vista de la entrada al viejo molino
“Este molino era de maquía -explica su propietario-, por lo que el molinero se quedaba con una parte del grano, en torno a 2 kg. por cada 20, lo que era para él un medio de vida”. Hasta aquí bajaban gentes de Meaño, Lores, Simes, Nantes, Dorrón y Bordóns “porque era un molino rápido por podía moler unos 20 kg por hora”. “Tengo referencias -añade Pablo Dovalo-, tanto escritas como orales, de maquieros que trabajaron en él, caso de O Ferrolán, Ramón Lema y otros, siendo el último, en los años 70 e inicios de los 80 del pasado siglo en que el molino dejó de moler, un vecino de Lores conocido con el alias de O Xabeiro, que picaba las piedras cada 8 ó 15 días según el uso”. Dentro de este molino los maquieiros tenían hasta cocina y habitación. El mundo de los que pasaron por él está repleto de anécdotas, "las más sonadas asuntos de faldas -refiere Dovalo- y es que en los tempos da fame, en los que la harina era un bien preciado, algún maquieiro perdonaba la maquía a algunas mujeres a cambio de favores sexuales”. “Incluso me consta -agrega- que cierto maquieiro fue sorprendido aquí dentro, en pleno acto sexual, por sus hijos, que reaccionaron arrojando a la mujer al agua”. “U otro -añade- que, según la información que recabé, con 80 años cumplidos, concibió aquí dentro un hijo con una mujer de 40… Hay un sinfín de historias que encierra cada molino”.
En 2004 un grupo de 30 expertos internacionales visitaba este “muiño do Crego” y otros de la ruta en el marco de un “Simposio Internacional de Molinología”, alabando la labor realizada. Ahora todo ello amenaza con venirse abajo por una norma que, según denuncia el afectado, “sólo tiene afán recaudatorio, sin importarles si con ello se están cargando nuestro pasado y nuestra historia”.

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NOTA: Para ver un encuentro entrañable de vecinos en el interior de este molino 
pincha en el icono de play del seguiente vídeo




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