El
“muiño do Crego” en Quintáns, uno de los emblemas de la ruta de los molinos de
Lores, recuperado y convertido en aula didáctica y museo etnográfico por su
dueño, se dispone a cerrar sus puertas forzado por las trabas que la normativa
de Augas de Galicia le impone para que el agua del río Chanca entre por su
canal, y permita las demostraciones de molienda tradicional que su propietario
brindaba de manera altruista a escolares, campamentos y cuanto grupo de
organizado se la demandaba.
Fotos: Rafael Dovalo
EL “MUIÑO DO CREGO”, EMBLEMA DE LA RUTA MEAÑESA, ABOCADO AL CIERRE
Exterior del "muiño do Crego" en Quintáns |
Del
viejo molino de Quintáns, o de “O Crego”, se tiene constancia documental desde
el año 1752 en que el catastro del Marqués de la Ensenada lo recoge en su
relación, atribuyendo su propiedad a José Gómez Presbítero. Desde siempre se
sirvió para la molienda del agua de prorrateo del río Chanca, de la que
también se conserva constancia documental fehaciente.
Cuando
en 1999-2000, dentro del proyecto obradoiro "A Segorella", concello y Diputación
empiezan a acometer las obras de construcción de la senda fluvial con la
recuperación de los viejos molinos, su propietario actual, Pablo Dovalo, invirtió en él tiempo y dinero, sin ayuda pública alguna, tanto que, de hecho, fue el primer
molino recuperado en toda la ruta. Su pasión por el mundillo le llevó a
convertirlo en un aula-museo didáctica que se enorgullecía en mostrar en
cuantos se lo demandaban, sin percibir dinero alguno por las visitas.
Ahora
Augas de Galicia se dispone a dar al traste con la pasión de este meañés. “El
pasado mes de octubre -explica Dovalo- recibí una comunicación de Augas
de Galicia por la que, según una normativa del año 2009, por utilizar el agua
para el molino se me exige el pago de un canon de 214 euros. Pero no sólo eso,
sino que, para que se me autorice a dicho uso, me obligan a presentar un
proyecto de un ingeniero sobre el molino, estipulando entre otros aspectos, el
caudal que entra por el canal de acceso, habilitar un contador de entrada
más otro de salida del agua, y otros requisitos, a los que no estoy dispuesto”.
“Podría -agrega- atreverme con la tasa, pero no con el proyecto porque su coste
supera los 2.000 euros”.
Un grupo de turistas sobre el canal de acceso del agua al molino |
Dovalo
entiende que el suyo es un caso único: “no existe ningún otro precedente en la
provincia de Pontevedra de un molino que haya recibido una comunicación
similar”. En su escrito Augas de Galicia le advierte además que, de seguir
haciendo uso indebido del agua, se expone a una sanción “de entre 5.000 y
20.000 euros”. Es por ello que el propietario se ve abocado a cerrarlo “no me
queda otra -lamenta- y, llegado el caso, tendré que desmantelar las piezas porque
no estoy dispuesto a que me las roben”.
Último recurso
La
situación podría afectar a otros molinos en la comarca que usan el agua
de río para demostraciones de molienda tradicional. Mismo en Meaño, apenas unos
metros más abajo, se encuentra el de “Entremuiños”, en la actualidad propiedad
del concello, que organiza en él demostraciones de molienda tradicional para
grupos organizados, lo mismo que en Ribadumia los molinos de Batán o el de Chantada, entre
otros. Pero Dovalo insiste: “soy conocedor del mundillo porque formo parte de
la asociación Amigos dos Muiños, y ninguno de los asociados ha recibido esta comunicación. Mi
caso -añade- es una injusticia manifiesta o una persecución, alguien tiene que
explicármelo”.
Cortina de agua en el exterior |
Dovalo
presentó en su descargo un pliego de alegaciones que le fueron denegadas. Su
último asidero es el concello de Meaño y la Mancomunidade do Salnés: “cuando los
ayuntamientos están acometiendo la reconstrucción los molinos de río -explica-
no están solicitando la gestión del agua, y ellos mismos están en idéntica
situación a la mía, también están incumpliendo la norma”. Con tal motivo acaba
de presentar por registro en el concello de Meaño un escrito en el que solicita
que las administraciones locales demanden a la Xunta la exención del canon del
agua “a los molinos que, como el mío, funcionan como aulas didácticas o
etnográficas, y donde no se cobra entrada alguna a los visitantes, para mí tan
sólo supone el orgullo de mostrarles una tradición tan arraigada en Galicia
como era molienda de río”. Si ello no es posible Dovalo demanda, en su defecto
que, cuando menos, “las administraciones locales colaboren mediante sus
técnicos en la redacción de los proyectos que exige la normativa, de lo
contrario molinos como el mío, si la ley se aplica a todos por igual, están
abocados al cierre”.
Un molino con historias
Pablo Dovalo (tercero por la derecha) con un grupo tras una visita guiada |
Cuando
Pablo Dovalo volcó tiempo y dinero de su jubilación en su recuperación, el
“muiño do Crego” era una construcción derruida e invadida por la maleza.
Documentos del siglo XVIII referían que se abastecía del agua del río Lotar,
que así era conocida la zona de fincas en que se enclava-. De José González
Presbítero -que es el primer propietario del que se tienen noticias- el molino
fue heredado a través de generaciones hasta el que a finales del XIX llegó a
manos de Miguel Padín Laredo, “un cura sin cargo de parroquia -explica Pablo
Dovalo- que era conocido como “O crego de
Quintáns, de ahí el nombre del molino”. Existe constancia documental de
venta en el año 1918 por un montante de 1.000 pesetas -unos 6 euros de hoy-, "500 a abonar al
contado y otras 500 a lo largo de un año". Dovalo heredó el viejo molino de su
abuela cuando él contaba sólo tres años: “dicen que me lo dio -precisa- por la
alegría de que yo era su primer nieto, y que me parecía a ella en la nariz”.
Vista de la entrada al viejo molino |
“Este
molino era de maquía -explica su propietario-, por lo que el molinero se
quedaba con una parte del grano, en torno a 2 kg. por cada 20, lo que era para
él un medio de vida”. Hasta aquí bajaban gentes de Meaño, Lores, Simes, Nantes,
Dorrón y Bordóns “porque era un molino rápido por podía moler unos 20 kg por
hora”. “Tengo referencias -añade Pablo Dovalo-, tanto escritas como orales, de
maquieros que trabajaron en él, caso de O Ferrolán, Ramón Lema y otros, siendo
el último, en los años 70 e inicios de los 80 del pasado siglo en que el molino
dejó de moler, un vecino de Lores conocido con el alias de O Xabeiro, que picaba las piedras cada 8 ó 15 días según el uso”. Dentro de este molino los maquieiros tenían hasta cocina y habitación. El mundo de los que
pasaron por él está repleto de anécdotas, "las más sonadas asuntos de
faldas -refiere Dovalo- y es que en los tempos
da fame, en los que la harina era un bien preciado, algún maquieiro
perdonaba la maquía a algunas mujeres a cambio de favores sexuales”. “Incluso
me consta -agrega- que cierto maquieiro fue sorprendido aquí dentro, en pleno acto sexual, por
sus hijos, que reaccionaron arrojando a la mujer al agua”. “U otro -añade- que,
según la información que recabé, con 80 años cumplidos, concibió aquí dentro un
hijo con una mujer de 40… Hay un sinfín de historias que encierra cada molino”.
En
2004 un grupo de 30 expertos internacionales visitaba este “muiño do Crego” y
otros de la ruta en el marco de un “Simposio Internacional de Molinología”,
alabando la labor realizada. Ahora todo ello amenaza con venirse abajo por una
norma que, según denuncia el afectado, “sólo tiene afán recaudatorio, sin
importarles si con ello se están cargando nuestro pasado y nuestra historia”.
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NOTA: Para ver un encuentro entrañable de vecinos en el interior de este molino
pincha en el icono de play del seguiente vídeo
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