sábado, 29 de abril de 2017

Cualquier tratado de geografía al uso refiere que las Rías Baixas comprenden un total seis rías -si incluimos Aldán- que se extienden entre la frontera portuguesa y el cabo de Finisterre. Sin embargo, algunos meañeses reivindican una séptima, la de Dena, en un tramo costero donde la desembocadura del río Chanca conforma una ensenada que algunas cartas náuticas reflejan como ría de Dena. Ello recuerda que Meaño, tenido por muchos como municipio de interior, en realidad dispone de una fachada costera que a lo largo de unos 1.500 metros recorre por poniente la localidad de Dena, y en cuyo extremo sur se abre esta bocana a modo de ría que los vecinos claman por regenerar.

LA RÍA DE DENA, ENTRE EL ESCOMBRO Y EL OLVIDO

Imagen de la ría de Dena con la marea baja y la isla de A Toxa al fondo
“En los años que trabajé embarcado -refiere un antiguo marino de Dena, hoy jubilado- pisé tierra en 37 países diferentes. Era el año 1973 o 74, y recuerdo bien cuando el capitán del buque finés Norrö, un gasero en el que estuve enrolado, cuando estábamos por las Bahamas se interesó por si de donde yo era había mar. Cuando se lo confirmé, buscó y unos días después me mostró en su carta náutica como esta zona figuraba con el nombre de ría de Dena”. “En este punto del río -continúa explicando a pie del puente de A Chanca-, cuando la marea alta es viva, el mar se adentra a través de la ría por el curso bajo del Chanca y la marea supera la PO 550, algo que muy poca gente sabe, excepto los que nos movemos en esta zona”.
A lo largo de esta fachada el tramo costero de Dena está salpicado de depósitos y vertidos que contribuyen a la mala calidad de sus aguas, los malos olores y a una imagen de semi abandono. En los años 90 e inicios de este siglo varios proyectos trataron de regenerar esta ría, pero al final la zona hubo de conformarse con una remodelación del área recreativa de Os Pasales más la reciente construcción de un pequeño sendero en zarzo que la vegetación amenaza con invadir a cada paso. Ni en los programas políticos de los partidos en las últimas municipales aparecía referencia expresa a la puesta en valor de este espacio protegido, de gran riqueza natural, no en vano forma parte del complejo intermareal Umia-O Grove, incluido en la Lista de Humedales de Importancia Internacional (Humedal RAMSAR), Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y Espacio Natural en Régimen de Protección General.

Una tubería que conectada directamente en la ría
Focos de vertido
Acompañados por el presidente de la asociación de vecinos de Dena, Nemesio Viñas, recorremos la zona. Durante el trayecto, con la marea baja -y el que nos encontramos con el anterior presidente del colectivo vecinal, Cesáreo Besada- advertimos en la orilla zonas de aguas turbias, limos, botellas de plástico, escombros de obra, restos de una tubería plástica, la carcasa de una vieja rueda de camión, fragmentos sueltos de batea, un depósito de caolín de una antigua baldosera e incluso una tubería de hormigón que vierte directa al mar. “Siendo yo un chaval -rememora el Nemesio Viñas-, cuando la marea estaba alta, nos bañábamos en estas aguas, y aquí se pescaban sollas, anguilas y chopos… hoy cualquier cosa de estas resulta impensable, esta ría de Dena perdió su riqueza y se asemeja más a un estercolero”.


El depósito de caolin de uan vieja baldosera se sigue vertiendo al mar
En el límite sur, próximo a Vilalonga, en las inmediaciones de la EDAR de Os Pasales nos muestra el que entiende como uno de los problemas: “a este punto -explica- vienen a parar todas la aguas residuales de Meaño, Castrelo y Vilalonga. Cuando se satura en invierno, con las pluviales que llegan a la red de residuales, sospechamos que se abren compuertas… y el olor, como mismo ahora estamos percibiendo con la marea baja, en pestilente”. “Visitar esta zona -añade- no resulta agradable en estos días, y quienes más lo sufren son los vecinos que viven en las inmediaciones”.
El presidente del colectivo vecinal incide en dos puntos más: el depósito de caolín de una vieja baldosera, “un montículo artificial del que el mar está arrastrando restos de manera continua, sin que se haya hecho nada por retirarlo o construirle una escollera”; y la vieja telleira de Noya “símbolo de Dena, que se rehabilitó con dinero público y que luego se cerró para disfrute privado”

Oposición     
Un fragmento de batea a la deriva en la ría de Dena
“Lo que primero para regenerar la zona es recuperar la calidad de sus aguas, y eso sólo cabe afrontarlo dentro de un proyecto conjunto que afecte a toda la ría de Arousa, algo que compete a la Xunta, y por eso el grupo socialista ya elevó en su día en este sentido una petición formal al gobierno gallego”. Así se manifiesta, cuando se le pregunta sobre el particular, la portavoz de PSOE meañés Icía García, que de seguido propone: “una vez recuperada la calidad del agua podría afrontarse un proyecto integral para atraer visitantes, involucrando en él a los concellos de Sanxenxo, Meaño y Cambados, que comparten este espacio, con el objeto de crear una senda verde desde Vilalonga, subiendo por Dena y Castrelo hasta la desembocadura del Umia”.
Por su parte José Manuel Aspérez (Meaño Independente) lamenta que “la ría de Dena, llamada a ser uno de los emblemas paisajísticos del municipio, la tengamos hoy que esconder, porque da una imagen penosa. Actuar en esta zona, para su puesta en valor, debería ser algo prioritario”.

La vieja telleira de Noya, símbolo de Dena en plena costa
Proyectos frustrados
A mediados de los años 90, en plena fiebre de los paseos marítimos, el entonces alcalde Jorge Domínguez concibiera la creación de uno para la costa de Dena. Era un proyecto de 1,23 millones de euros (205 millones de entonces), para el que Costas comprometió 1,08 millones, y el concello los 150.000 euros restantes. El mismo contemplaba la retirada del referido depósito de caolín más un paseo a lo largo de la ribera, con tres zonas de esparcimiento. Aquel proyecto se aprobó e incluso se adjudicó la primera fase de la obra a la firma coruñesa Arias Hermanos.
Pero todo se cruzó cuando tres propietarios -alguno de ellos con mucha superficie afectada- no aceptaron el precio de compra propuesto. Cierto que con uno de ellos, el empresario de Dena José Touriño, Domínguez llegó a formalizar un acuerdo verbal que permitía al concello hacerse de paso con una vieja fábrica de cerámica, situada en el extremo norte, que funcionó en su día como secadero de madera, con la intención de reconstruirla y habilitar en ella un centro para la tercera edad. Pero los otros dos afectados no cedieron. Ello y la negativa de Costas en Madrid a declarar dichos terrenos de urgente ocupación dio la puntilla a la expropiación y con ello a un proyecto que desde entonces pasó a dormitar en un cajón de la administración central, quedando definitivamente olvidado a finales de los 90.

El acceso a la telleira fue cerrado por un muro
No obstante, el concello se propuso actuar en la zona y en 1999 invirtió los 150.000 euros comprometidos. Buena parte de aquel dinero se destinó a la rehabilitación de la conocida como telleira de Noya o de Os Seixiños. La construcción, todo un símbolo para Dena, fue recuperada, recubriendo su interior con un líquido especial de aluminio, y remodelando su exterior, por el que se construyó una escalera de acceso a la parte superior con el objeto de que ese punto actuara como mirador sobre la ría y observatorio de aves. Pero la actuación en la vieja telleira, acometida con fondos municipales, se hizo sin asegurarse el gobierno local su posterior utilidad pública por lo que al poco de ser remodelada, su propietario, cerró al acceso, y hoy su disfrute es exclusivamente privado.

Aves en la ría de Dena, considerada zona de especial protección
Otros proyectos aparcados fueron la posibilidad de regenerar la ribera para ganar un tramo de playa en Dena, o el de construir unas piscinas naturales sobre una parcela adquirida por el concello a pie de costa entre Seixiños y Os Pasales, con una zona de césped en talud con leve caída hacia el mar. Pero también estos, concebidos a inicios de este siglo, se convirtieron en quimera. Desde entonces la administración local empezó a evitar esta ría de Dena que hoy parece dormitar entre el escombro y el olvido.

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