domingo, 6 de mayo de 2018


Roberto Varela delante de la exposición fotográfica de los 50 años del colegio de Dena
El ex conselleiro de cultura Roberto Varela volvió esta semana a las aulas de su colegio de Coirón en su Dena natal. Lo hizo en el marco de una iniciativa que promueve el centro para conmemorar su 50 aniversario y que incluye una exposición fotográfica a modo de retrospectiva más la elaboración de un documental sobre la historia del colegio. Ayer Roberto Varela aprovechó su presencia en Dena, y aceptó la invitación de colegio para acercarse a este que fue su centro, departir y someterse a las preguntas de los alumnos de 5º y 6º de Primaria en un encuentro que resultó entrañable.       Fotos: Noé Parga 

ROBERTO VARELA REGRESÓ A LAS AULAS DE SU COLEGIO DE DENA

El diplomático y ex conselleiro departiendo con los alumnos
“Cuando entraba en el colegio -reconocía el ex conselleiro a los niños- reconozco que me embargó un ataque de nostalgia y morriña de mis 10 años, cuando cursaba estudios aquí. Se acababa de inaugurar el colegio, y yo, como tantos, veníamos de la escuela Don Francisco en A Chanca. Recuerdo bien el pasillo que daba acceso al despacho de la directora, Doña Lourdes Reboiras, y como cada vez que me llamaba a él siempre se me erizaba la piel, pensando si había hecho algo”. Fueron las primeras palabra de Roberto Varela de un encuentro en que el ex conselleiro y diplomático -hoy Director General de Cultura e Madrid-, hablando en gallego, se mostró cercano, sincero y por momentos hasta emotivo al recordar su paso por aquellas aulas: “me da la sensación -reconocía- que mi corazón aún sigue brincando por este colegio y por su patio que, como todos los patios escolares, son siempre lugares de una felicidad enorme”.
Roberto Varela consersando con los alumnos
“Yo me crié aquí en Dena hablando gallego -les explicaba Varela- y cuando llegué al colegio me costaba leer y escribir en castellano, tanto que mis padres me enviaron un año a Zamora para curtirme en esa lengua. A mí eso de irme fuera para soltarme en otro idioma me marcó mucho”. El ex conselleiro se afanó en trasmitir a los alumnos su pasión por la literatura en edades tempranas “porque los libros que se leen en la infancia se recuerdan durante toda la vida”. “De pequeño -refería- yo leía mucho, pero no libros de mi mi edad, porque eran de mi hermana que tenía 10 años más que yo, de hecho recuerdo que con 10, me leí ‘Cien años de soledad’, no lo entendía mucho, pero me gustaba”. De los primeros libros que le cautivaron recomendó a los chavales la historia de amistad del “Huckleberry Finn” de Mark Twain, junto con otra de sus pasiones infantiles, el “Moby-Dick” de Herman Melville “que me regalaron una vez los Reyes”.

Quería ser actor
El joven público siguió con expectación al ex conselleiro
“De pequeño -confesó -, cuando cursaba estudios en este colegio, lo que yo quería de verdad era ser actor, pero mis padres nunca me dejaron”. Su estancia este centro fue corta, “porque la directora consideró con mi padres que servía para estudiar y me enviaron al colegio de La Salle en Santiago “donde el único deporte en el que destacaba era el baloncesto porque entonces era alto”
Luego vinieron sus años en Filosofía, su estancia en Alemania “porque quería especializarme en Hegel, y para eso había que leerlo en alemán”, y más tarde su apuesta por Ciencias Política y la carrera diplomática que le llevó a estudiar francés un año en París y más tarde inglés.
De sus recuerdos por Dena, rememoró  sus tardes de juegos “con mi primo Javier  tratando de acertar las matrículas de los coches que pasaban por la carretera, y el jugar a la guerra por el monte, pero con piñas de verdad, no con el ordenador ni el móvil”. “La otra pasión de mi infancia -apuntaba- era la de quedar con algún amigo dar paseos por el campo, saltar cerca del río y por los viejos molinos”.
Varela contestando a preguntas de los alumnos
A preguntas de los escolares también habló de su labor de diplomático. “Es una profesión muy vocacional -explicaba-, porque es una vida dura en lo emocional, dado que en esta profesión estás siempre llegando y despidiéndote: llegas, te acostumbras al país, a su cultura, haces amigos y cuando los tienes de verdad, llega un telegrama, las despedidas y otro destino. Así, en mi vida, hasta en ocho ocasiones”. “Cierto -agregó- que luego es una vida que tiene algo de cinematográfico, y también del mundo de los servicios secretos y del espionaje”.
Sobre la  importancia de la labor diplomática aseguró que “siempre es muy gris, y una de las claves muchas veces es no decir lo que realmente uno piensa, sino tener siempre presente la labor de fondo. Así, si ves un partido con el presidente de Uruguay toca que ir con Uruguai, no discutir las jugadas”.

Roberto Varela recordó algunas de sus anécdotas de carrera diplomática
Gorbachov y otras anédotas
Muchos han sido los personajes con les que le tocó mediar en su labor diplomática en países como Kuwait, Alemania, Estados Unidos o Uruguay. De todos aquellos que tuvo la ocasión de tratar reconoció que “me cautivaron Mijail Gorbachov y Bill Clinton, porque era dos estadistas que irradiaban una personalidad muy marcada”. También reconoció su admiración por el presidente uruguayo José Mujica, con el que coincidió en sus años de embajador en Montevideo, “una persona humilde donde la hay y verdaderamente entrañable”, y del que relató alguna de sus anécdotas: “a mí me tocó organizar la visita cuando los Reyes de España viajaron a Uruguay, y recuerdo, como si fuera hoy, cuando el presidente Mujica los recibió en su humilde casa, que era una choza en la que vivía, sentó al rey Juan Carlos en un taburete y le dijo: ‘usted ha nacido rico, porque ya ha nacido rey, en cambio, como ve, yo nací pobre y pobre soy”.

Roberto Varela ante los alumnos del CEUP de Coirón
Otras anécdotas aderezaron el encuentro. Entre ellas una de su etapa de cónsul en Nueva York: “me llamaron para asistir a un español que había sido apresado en el aeropuerto transportando droga -refirió- Cuando me personé en la cárcel me pidió que informara a su esposa que estaba preso en Nueva York”. “Cuando llamas al alguien -explicaba- para comunicar algo así, uno se asegura siempre: pregunté su nombre y apellidos, le dije el nombre y los de su marido para que me los confirmara, incluso le detallé su DNI… Y cuando le digo que su marido estaba preso en Nueva York por tráfico de drogas ella contestó: ‘imposible, mi marido está en la vendimia’. Cuando insistí ella me contestó: ‘señor, usted se confunde, mi marido se fue a la vendimia’, a lo que le repuse ‘iría a vendimiar, pero no eran uvas”
Preguntado por si un día podría volver a la política, pongamos que para ser alcalde en su Meaño natal, reconocía que “para nada, a la política no vuelvo ni en sueños, a mí lo que verdad me satisface es el cuerpo diplomático”.

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