sábado, 30 de julio de 2022

 

conversas.com
Mª Jesús e Fina Castro García
Taberna do Chosco


Las tabernas tradicionales del rural, que pululaban hace medio siglo, son hoy un modelo en extinción. En el municipio meañés más de la decena repartidas entre las siete parroquias y hoy desaparecidas: taberna de Félix, Galiñáns, Victorino, Enrique, Cayetano… que así las mentaban los vecinos, a falta de nombre comercial. De ellas tan sólo subsisten hoy dos, que son las de de Valentín en Meaño y O Chosco en Xil, agotando ambas el postrero relevo generacional. Era un modelo de comercio local multisectorial donde en algunas al uso, amén de comestibles, podía encontrarse uno con el chiqueteo de vinos, la venta por telas, ropa, ferretería, comercio agrario y sede local de juegos. La más longeva, que se mantiene hoy, es
 la taberna de
 “O Chosco” en Xil, con un siglo a cuestas en el mismo local a lo largo de cuatro generaciones. A ella nos acercamos a través de la memoria de Delfina Castro García (Fina), a sus 89 años, y de su hija Mª Jesús, madre (que regentó) e hija (que lo hace hoy) este establecimiento. 

“LA TABERNA LA ABRIÓ EL BISABUELO VICENTE QUE REGRESÓ DE CUBA SIN UN OJO”

¿Cuándo se gestó la taberna y a qué debe el nombre?
FINA: La abrieron mis abuelos (bisabuelos de Mª Jesús), Vicente García Rosas y Delfina Moldes García. Él acababa de regresar de trabajar en Cuba, donde había quedado tuerto al perder un ojo. En su lugar traía un ojo de cristal, de ahí le quedó el nombre por su apodo “O Chosco”.
Situándonos en el tiempo: ¿de qué años estamos hablando?
FINA: Yo nací en 1933. A mi abuela ya no la conocí porque falleciera, pero sí al abuelo Vicente. Cuando tenía yo unos cuatro o cinco años, recuerdo ya esta taberna. Calculo que podía llevar abierta diez o más. El abuelo Vicente contaba que esta taberna había sufrido el ataque de ladrones bajaban con mulas de robar en el monasterio de Armenteira.


María Jesús Castro García en su taberna de "O Chosco"

Una tienda que lleva, ahí es nada, abierta un siglo.
Mª JESÚS: Si, a excepción de un año, en que al acabar la Guerra Civil las autoridades franquistas mandaron cerrarla.
FINA: Fue la tirria entre los dos bandos. Se conoce que el abuelo simpatizaba con los republicanos y el otro bando (el franquista) lo sancionó cerrándole la taberna por un tiempo. En ese tiempo mismo abrió una segunda tienda en Xil, que era la de Martiño.
Supongo que el establecimiento pasó de abuelos a sus padres.
FINA: Así fue. Pasó a manos de mis padres, Ramón Castro Torres y Rosa García Moldes. Mi madre falleció cuando yo tenía 13 años (1946). Nosotros éramos cinco hermanos, de ellos tres mujeres. Como yo era la más joven me quedé al cargo de la taberna y de mi padre, y mis otras dos hermanas hicieron vida, una en Ribadumia y otra en Pontevedra.
¿La taberna fue el modo de vida de la familia?
FINA: La taberna y las ferias. Mi madre vendía telas por las ferias: en las de Meaño (cada 13 y 29 de mes), en las de Cambados, Mosteiro... Hacían kilómetros y kilómetros con los fardos en cuestas en un carrillo. Aquellos sí eran tiempos duros. Mi madre acabó cogiendo una anemia, le afectó al pulmón, y ello precipitó su muerte a los 43 ó 44 años.

Fina Castro al frente de la taberna familiar hacia 1956

¿Cuándo asumió usted la taberna?
FINA: Muy joven. Con 20 años estaba ya al frente de ella. Y siempre soltera… A mis 89 años creo que ya no tengo edad para casarme (risas).
¿Recuerda las cartillas de racionamiento cuando venía a comprar la gente?
FINA: Sí. En las cartillas apenas sí había cupones para dos o tres cosas: aceite, harina y azúcar, poco más.
¿Cómo era la taberna de aquellos años 50 ó 60?
Mª JESÚS: Era tienda de comestibles, telas, ropa, sulfatos, ferretería… y bar a un tiempo. Abría todos los días de la semana… y del año. Aquí se vendía de todo. Añadido, al fondo, en un local al que se entraba por la propia taberna, cortaba el pelo y afeitaba el barbero de Xil, Hermosindo Solla,  que acudía dos tres veces por semana, más el domingo incluido. Además, aquí ensayaban los vecinos las “xaneiras” para salir luego con ellas de noche por Navidad. Por lo demás, la taberna, con una zapatería que había justo al lado, eran lugares de encuentro de vecinos cada noche. Aquí compartían tiempo, juegos, y otras veces discutían o incluso peleaban.
¿Cómo eran los artículos de alimentación que se vendían entonces?
Mª JESÚS: El aceite se vendía a granel por cuartillo, lo mismo el azúcar, la harina... Había que pesarlo todo. Recuerdo como hasta el chocolate, que era el duro de tableta gruesa de “La Perfección”, se vendía por onzas.
FINA: Tal eran las dificultades, que recuerdo bien como, cuando por Navidad, una mujer muy humilde entró a comprar dos pesetas de membrillo, que era fina lámina: “hoxe nace o Neno Xesús -dijo- e debo levar un postre para que a familia poida mollar os beizos con este dóce”.

Una imagen exterior de la "Taberna do Chosco" actualmente

¿Y qué se vendían en las demás secciones?
Mª JESÚS: Solían venderse telas, como mahón y lienzo. Por entonces las mujeres confeccionaban sábanas, pantalones, camisas… Por entonces toda mujer sabía de costura para tratar se vestir a la familia. También se vendían jerséis, chaquetas, un poco de todo. Luego estaba la venta de sulfato de piedra y otros, artículos de ferretería, herramientas de campos como “sachos” (azadas), rastrillos, “peneiras”…
Esto debía ser como unos grandes almacenes a pequeña escala en el rural, ¿no?. Y a la hora de financiar la compra ¿se contemplaba en fiar?
Mª JESÚS: Sí,  era un comercio con mucho abanico de productos. El fiar era una práctica habitual en unos años de muchas dificultades: algunos vecinos lo compraban así, añadiendo el “anótame ahí”. Era un acuerdo oral, que se basaba en la confianza. Luego pagaban poco a poco,  por semana, a fin de mes… según podían. En tienda tenía que llevarse esa contabilidad. La mayor parte de la gente era cumplidora, aunque alguno se hacían de rogar para saldar la deuda.

¿Se mantiene hoy en casos la práctica?
Mª JESÚS: No, ni tampoco lo demanda ya nadie. Es una práctica olvidada.
En cuanto a la sección de bar: qué era lo que más se servía en el mostrador en aquellos años 50 ó 60?
Mª JESÚS: En las horas punta de bar, sobre todo se servía tinto país y catalán blanco. Aquí era también parada de los autobuses de la firma Balea, y a la hora en que llegaba, se apeaba la gente que venía de Pontevedra y mismo el conductor, que entonces tenía  ya preparada en el mostrador su chiquita diaria de vino.
¿Recuerda servir los primeros albariños?
Mª JESÚS: El albariño era un vino que había algo en esta casa, pero se tomaba en una ocasión especial,  no era vino de mostrador. A lo sumo, se tenía servido en alguna ocasión, y recuerdo la protesta de un cliente que le decía al abuelo que aquello no era vino… Cuando pedían un vino blanco, se servía catalán (vino hoy prácticamente desaparecido).
¿También servían café?
FINA: No. La gente que podía de aquélla solía tomárselo en casa. Bueno, café no, se tomaba agua con achicoria, que era más barato. En ocasiones, si podía permitírselo, mezclarle un poquito de café.

Otra instantánea en el interior de la taberna

La taberna era también sitio de juegos, ¿no? ¿Cuáles eran aquéllos en los que más mataba el tiempo la gente?
FINA: Sobre todo se jugaba a las cartas. En aquellos años, cuando se producía un incendio en el monte, era obligado subir a apagarlo. Cuando eso sucedía, los que estaban echando la partida en la taberna, se escabullían saliendo por una escalera de atrás, para no ser reclutados por las autoridades y tener que subir al monte a apagar el fuego.
Mª JESÚS: Otro de los juegos era la llave. Se tenía una en taberna y la colocaban ahí fuera cuando la pedían los clientes. En año los 90, cuando se retomaron un tanto los juegos populares olvidados, alguien nos la pidió que la teníamos ahí parada, yaquella llave ya no volvió.

¿Y para cuando llegaron los primeros refrescos?
Mª JESÚS: Los primeros que recuerdo aquí era el Fis-Fas en los años 70. Luego, la gaseosa Pitusa, la Mirinda (en la imagen el refresco de una generación) los primeros helados de Avidesa. Por aquellos años cinco o seis pesetas cundían mucho.¿Cuándo entran en decadencia estas tabernas del rural?
En alimentación fue con la llegada de los supermercados en los años 80. Luego, más aún, con las grandes superficies. Las crisis afectan más a los comercios más pequeños.
¿Percibió algún tibio repunte en ventas con la irrupción de la COVID?Mª JESÚS: Testimonial. Cuando el confinamiento y el miedo a salir, algunos vecinos optaban algo más por este comercio inmediato y cercano.
¿Cuál es el tipo de cliente que entra por la puerta?
Mª JESÚS: Gente mayor y cercana. Los jóvenes compran en las grandes superficies y, la última, es hacerlo por internet.

¿No le ve futuro a este modelo?
Mª JESÚS: Para nada. Es un modelo a extinguir, mismo invertir en el local no es rentable. A mi caso, a mis años mantengo la tienda para tratar de cotizar como autónoma, lo que se dice subsistir y esperar a que llegue a jubilación.
¿No le ve la opción de reconvertir el modelo para mantener vivo el espíritu de la “taberna do Chosco” en otra vertiente?
Mª JESÚS: Como modelo la taberna que fue y es aún, no lo veo posible, máxime en el rural. Si acaso, si alguien opta por querer alquilar y darle un giro al establecimiento al modo hostelero, pero a mis años no me veo en ello. 


1 comentario:

  1. Amarcord, un filme del 1973 dirigida por Federico Fellini, ganó varios premios entre ellos un Oscar.
    Era una película de recuerdos, creando un neologismo de una expresión „romagnola“ osea de la región Emilia-Romagna, „ a m’arcord“, osea „ yo me recuerdo“ la cual ha entrado en el imaginario colectivo volviéndose en un neologismo de la lengua italiana con el significado de recordar en clave nostálgica.
    La conversación con María Jesús ha llamado a mi memoria la película de F.Fellini.
    Los recuerdos, los detalles, la cronología son vivos, presentes, tangibles.
    Hay tanta nostalgia en la reconstrucción de la historia de familia, de la evolución y el declino de la actividad comercial creada con sacrificio y dedicación por sus abuelos.
    Hay tristeza en sus recuerdos? Si, creo que hay tristeza por un mundo que no existe mas y que las nuevas generaciones no conocen, ni comprenden. Es la historia de lo que ha sido nuestro pequeño mundo antiguo.

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