LOS DOS
EULOGIOS (II)
...la botella
en puerto
Hace
algunas semanas abríamos nuestra segunda temporada con un reportaje sobre la historia
de los “dos Eulogios”, lo que era la búsqueda vital de una argentina, Estela
Domínguez Rivarrossa, de sus antecedentes familiares en Dena (Meaño),
descendientes de aquellos Eulogios, abuelo y padre de nuestra protagonista
que, junto a su abuela Dolores, emigraran desde para Argentina en el primer
tercio del siglo XX. El primer Eulogio, enfermo, regresó para morir en 1919.
Los otros -esposa e hijo de aquel- que le sucedieron para “hacer las Américas”
no retornaron nunca. Es una de tantas historias de emigración dignas de ser
contadas, y que dormitó hasta que el empeño de una de sus protagonistas se
afanó por recuperar. Estela Domínguez lanzó su “botella al mar” desde
Argentina. En la otra orilla de Atlántico arribó hasta nuestro particular Ventanuco.
Aquí hemos contado su historia y pronto nos afanamos pensado que aquel viaje no
podía haber sido en vano. Iniciamos así una investigación, compleja por el excesivo
tiempo transcurrido desde la marcha de los Eulogios (1915 y 1929), pero
que al final ha dado unos frutos. Hoy los compartimos con nuestros lectores.
La "casa de las Pardellas" en Vilarreis hoy, donde se crió Eulogio Domínguez con la abuela Josefa y la tía Divina |
La vieja casa y su amigo del alma
Cuando
su madre Dolores García Pardellas emigró en 1920 Eulogio Domínguez García se
había quedado aquí en Dena, con cinco años de edad, al cuidado de su abuela
Josefa Pardellas y su tía, Divina García Pardellas -la otra hermana de Dolores-
en el barrio de Vilarreis. Aquel Eulogio, fallecido en Argentina en 1994 con 83
años, se había planteado en sus últimos años regresar a Dena pero no se atrevió porque, según nos refería su hija Estela desde Buenos Aires, “tenía miedo de no encontrar nada de lo que había sido su
vida aquí: ni la casa de la abuela Josefa con quien se crió, ni a su amigo del
alma, Lorenzo, ni sus gentes”. Mal sabía él que, si hubiera
vuelto, todavía habría dado con vestigios de lo que un día fue su vida aquí.
Así, la
vieja casa donde Eulogio Domínguez García se crió permanece todavía en pie, si
bien en ruinas, en pleno centro de Vilarreis, a pie mismo del vial que cruza el
barrio. Es la conocida como “casa de las Pardellas” en honor a la abuela, una
humilde vivienda de bajo y planta vendida hace medio siglo. El interior de la
planta baja lo conforman dos habitaciones, una de ellas la cocina con la vieja
lareira en el lateral sur. La planta alta, y según los testimonios, albergaba dos habitaciones si bien, dado el estado ruinoso, resulta
inaccesible,
Nos
refería Estela Domínguez desde Argentina que su padre les hablaba a menudo
Lorenzo, su amigo del alma en aquellos de infancia en Dena. ¿Quién era el tal
Lorenzo? Los testimonios
recabados no dejan lugar a duda. En realidad se trataba
de Lorenzo Vázquez Rodiño, que había nacido en Vilarreis y se criaba allí con
su familia, precisamente en una vivienda cercana en apenas cien metros a la
casa de las Pardellas. En su juventud el referido Lorenzo se casó con Carmen
García Martínez, natural de Xil, y con ella tuvo tres hijos. El matrimonio
vivió en Vilarreis, en lo que era la casa matriz de Lorenzo, y donde éste
falleció en 1999 a la edad de 85 años. Una de sus hijas continúa viviendo hoy al
lado de lo que había sido casa matriz.
Interior en ruinas de la casa. La vieja cocina con su lareira en la planta baja |
La abuela Josefa con su hija Divina y su nieto Eulogio Domínguez |
La abuela Josefa y la tía Divina
Dos referencias orales hemos hallado de la abuela Josefa Pardellas y la “tía” Divina. Una, en la persona de Alicia Gándara, una vecina cercana a vieja casa, natural del
barrio y que es de las personas de más edad en Vilarreis. Ella la recuerda por testimonio de
su madre: “la vieja Josefa crió a la mitad de los niños de Vilarreis -apunta-,
porque muchas madres le encomendaban el cuidado de sus hijos pequeños cuando tenían que salir a trabajar. Mi
madre contaba que cuando le lloraban por causa del hambre les hacía callar
metiéndoles la teta en la boca”. El otro testimonio es de Carmen
Naveiro, quien sus 89 años recuerda directamente a Josefa Pardellas: “la señora Pepa -refiere-, que así era conocida, vivía de comprar grano de maíz, lo molía y llevaba luego la harina a lomos de un
caballo para vender en O Grove, así era como se ganaba la vida". "La vieja casa -continúa- tenía una pequeña era con la cuadra del caballo que estaba al otro lado del camino. Luego poseía también una vivienda en el barrio de Morouzos, que tenía arrendada a un matrimonio de ancianos. Esa casa se vendió y fue luego la conocida como taberna de Cayetano".
¿Y qué fue de Josefa Pardellas y su hija, la “tía Divina?. Estela Domínguez apuntaba desde Argentina: “a las dos les perdimos la pista, sólo sé que la abuela cuando se casó la hija, Divina, dejó Dena para vivir con ella en Vigo o en Pontevedra”.
¿Y qué fue de Josefa Pardellas y su hija, la “tía Divina?. Estela Domínguez apuntaba desde Argentina: “a las dos les perdimos la pista, sólo sé que la abuela cuando se casó la hija, Divina, dejó Dena para vivir con ella en Vigo o en Pontevedra”.
La referencia no es correcta del todo. Fue cierto que al cabo de
un tiempo se fue a vivir con la hija cuando ésta se casó, pero no lo hizo
en Vigo ni en Pontevedra, sino mucho más cerca: Divina García Pardellas se casó en realidad en la localidad de Castrelo (municipio de Cambados), situada apenas a
cuatro kilómetros de Dena. Allí, contrajo nupcias con Manuel González
Serén (cuya familia era conocida por el apodo de “os Cantarelos”) y con el que vivió en una casa del barrio de Couto
de Abaixo. Fruto de aquel matrimonio nacieron ¡once hijos!. Dos de ellos
fallecieron durante la infancia y, actualmente, viven tres: Gumersindo,
Serafín y, la menor de todos, Divina -comparte nombre con su madre-.
La abuela Josefa siguió viviendo sóla en Vilarreis -según apunta con clarividencia Carmen Naveiro- y sólo cuando ya era anciana y no podía valerser se fue con su hija para Castrelo. En sus últimos
años quedó ciega y falleció hacia 1946 -sin poder precisar la fecha exacta por cuanto sus nietos vivos no la recuerdan-.
Foto de familia de Divina García Pardellas. Ella es la segunda por la izquierda, al lado de su marido (primero por la izquierda) |
La “tía” Divina dedicó su vida a la casa y al campo. Su marido e
hijos estaban volcados en la actividad industrial de la “telleira de Ansuíña”,
un viejo horno donde cocían teja y que propiedad de Manuel González. Divina García Pardellas falleció en
1978 a los 73 años de edad y sus restos reposan hoy en el cementerio parroquial de
Castrelo.
Los hijos de la “tía” Divina
Divina González, en el exterior de su casa de Castrelo |
Gumersindo González en Xil |
Otro de los hijos vivos es Gumersindo González García “Tucho”, que
tiene hoy 74 años y está casado en Xil con Dolores Moldes Conde con la que tuvo
seis hijos -tres varones y tres mujeres-. Con ella vive en una casa a pie de
carretera en el barrio de O Pazo. Su
juventud transcurrió trabajando en la telleira junto a su padre Manuel “pero
cuando me vine del servicio militar con 23 años cumplidos -recuerda-, me casé, y trabajé aún un par de años más en la telleira hata que cerró a inicios de
los 60”. Entonces también Gumersindo optó por la emigración a Alemania: “estuve en aquel país siete años -refiere- enrolado en un barco de altura que se dedicaba a la
pesca del bacalao en todo el dominio del frío: países bálticos, Islandia…”. “Las
campañas -continúa- duraban entre 21 días y 3 meses, según fuéramos a por
fresco o para salar. Yo trabajaba en cubierta con los aparejos o abriendo el
bacalao, luego, cuando se trataba de salar, la empresa contrataba a cuatro
portugueses especialistas en la tarea”.
Serafín González, hace unos años, en Argentina |
Así pues, el ansiado viaje que Estela Domínguez prepara a Meaño y a Dena se ha cargado aún más de razones. No obstante, es ahora a ella a la que le pertenece cubrir la primera etapa del mismo, la del puñado de quilómetros que separan las ciudades de Buenos Aires y Avellaneda, dentro de la misma provincia, para reencontrarse con su primo Serafín. Hace apenas unas horas le acabamos de facilitar sus señas, un teléfono y una dirección de correo electrónico. Tan cerca y tan lejos. Un encuentro que, de producirse -que seguro que sí-, estará desbordado de emociones. Pero esa será ya otra historia. Quizás un día podamos contarla también desde aquí. Por lo de pronto hemos cerrado el círculo y por hoy nuestro Ventanuco.
OTRAS FOTOS QUE COMPLETAN LA HISTORIA (agracedimientos: hijos de Divina y a Silvia)
La "tía" Divina junto a su marido Manuel González |
Manuel González, ya mayor, apoyado en su bastón en una foto en el exterior de su casa en Castrelo |
Otra perspectiva de la "casa das Pardellas" en Vilarreis |
Interior en ruinas de la "casa das Pardellas" |
Imagen de la techumbre de madera en ruinas de la planta baja |
Dolores García Pardellas, viuda del primer Eulogio y madre del segundo, en el patio de su casa en Argentina a donde ella emigró desde Dena en 1920 |
Chimenea de se conserva de la vieja "telleira da Ansuiña" |
Divina González con su marido Ernesto Casal en el exterior de su casa en Castrelo |
Foto de un joven Serafín González |
Sserafín y su espesa Carmen Varela en Argentina |
El primer Eulogio, emigrado en 1915 y que, enfermo, regresa a Dena para morir en 1919, Con él empieza y acaba esta historia. |
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