LA BATEA: DEL MONTE AL MAR
Las bateas forman parte del paisaje de costa en Galicia |
Nave de la firma Forjas del Salnés en Dena, empresa líder en el sector bateeiro |
“El
primer secreto de una buena batea está en el monte donde hay que seleccionar
madera de primera calidad para que la estructura dure más años”. Quien así
habla es Rodrigo Méndez Arosa, directo de Forjas, que se encarga de la sección
de trabajo en el monte. “La madera debe ser eucalipto cultivado en zona alta o
rocosa -explica- porque el de zona baja y húmeda es de peor calidad y en el mar
comenzará a pudrir en en seis o siete años, mientras el otro resistirá quince o
más”. La de eucalipto es elegida con respecto a otras maderas “por su mayor
flexibilidad y menor coste porque, aunque se ha experimentado con otros
materiales, estos son de momento mucho más caros”.
Preparar
la madera para una batea le supone a una cuadrilla de tres personas una semana
de duro trabajo en el monte. Tras talar los árboles seleccionados -deben tener
un mínimo de 30 centímetros de diámetro y 30 metros de largo- se preparan sobre
el terreno las diferentes vigas con sección cuadrada para confeccionar el
emparrillado, a saber: 6 vigas maestras de 40x40 cms. y 27 metros de largo, que
van directamente encima de los flotadores; 11 transversales, de 30x30 y también
27 metros de largo; dos “látigos” de 40x20 y 20 metros de longitud para unir la
puntas en los laterales; y una viga de amarre de 40x40 y 8 metros de largo, que
es donde se engarzará la cadena que une con el “muerto” de hormigón, anclando
así la batea al fondo. La estructura se completa con 70 puntones -de 10x8
centímetros- de 4,50 m. de largo y otros 70 de 6,50 m. En total, se calcula que
una batea estándar necesita entre 60 y 65 toneladas de madera.
En
los últimos años Forjas del Salnés consigue buena parte de esa madera en la
comarca de Santiago “porque allí hay menos minifundio y se pueden encontrar
montes que aporten 70 u 80 vigas, mientras que en O Salnés tenemos que hacerlo
cortando en varias parcelas y eso resulta menos rentable”
El
traslado de la madera a la nave de Forjas en Dena o a la base donde se monta la
batea -caso de esta de Domaio- se realiza mediante un transporte especial por
parte de una empresa externa contratada al efecto, el cual debe autorizar la
Guardia Civil de Tráfico. “Se cursa un solicitud -explica Rodrigo Méndez- y
Tráfico marca el horario y define el trayecto que debe realizar el camión que
porta la vigas y que debe viajar siempre con dos vehículos de apoyo, uno
delante y otro detrás”. “Si algún lugar de paso es complejo -añade- es la
propia Guardia Civil la que cursa aviso a la policía local del municipio en
cuestión que espera al convoy para aclarar el tráfico en ese punto”.
Dada
las características del convoy el viaje es lento en aras de la seguridad.
“Desde Santiago a Dena un porte de vigas dura unas tres horas” precisa Rodrigo
Méndez, quien añade que “en este
momento sólo existe una empresa en Galicia autorizada para efectuar estos
portes por toda la comunidad, y es la meañesa Transportes Simane, que es con
quien trabajamos, las demás tienen
limitado su radio de acción y sólo pueden realizar el traslado de vigas dentro
de una circunscripción determinada”.
Mientras,
en la sede de Dena durante las dos últimas semanas los siete operarios del
Forjas del Salnés, han venido construyendo los seis flotadores que sostendrán
la estructura sobre el agua. Se trata de piezas cilíndricas de 4 metros de
largo por 2,20 de diámetro -medida estándar, que puede variar ligeramente según
la demanda del cliente- que se elaboran en chapa industrial de hierro de 8
milímetros de espesor y recubierta de poliéster. Esta es otra de las claves que
apunta el gerente José Manuel Méndez Lázaro: “hay que ir siempre a materiales
de primera calidad, un buen poliéster, una buena madera… en ello va la
longevidad de la batea”. “Nosotros tenemos flotadores en bateas que llevan 40
años en el mar -añade- y que van con su cuarto emparrillado encima, esos
flotadores no aguantarían tanto tiempo si el material fuera de segunda”.
Bateas en la costa de Dena, en espera de ser tratadas por Forjas del Salnés |
En
este caso de Domaio, cuando la batea se acabó de montar en la rampa, se
aprovechó una pleamar para soltar las amarras que la unía al muelle y la
estructura acabó flotando en el agua y arrastrada luego por un barco a su
destino. En cambio, cuando el montaje se ejecuta el Dena la empresa, con nave a
pie de costa, trabaja directamente en ribera. “Aprovechamos la seca de la
bajamar más larga que se produce cada 15 días -explica Rodrigo Méndez- para
tener más margen de maniobra: en ese tiempo colocamos los flotadores y montamos
las primeras vigas, para luego trabajar ya sobre esa estructura”. “Así
-continúa- la batea está en el mar desde el primer día y no hay que bajarla.
Cuando está terminada, aprovechamos el momento de pleamar más grande que se
produce también cada dos semanas para que el barco del cliente disponga de
calado suficiente, llegue, la enganche y la traslade a destino”.
Una
vez en anclada en el mar la empresa ofrece también labores de mantenimiento.
“En los primeros años ni es necesario -indica José Manuel Méndez- pero luego
con el tiempo, es como un coche, y hay que ir realizando algunos reaprietes de
tornillería”.
Una
de las alternativas que maneja el sector es la batea con vigas de polietileno
de alta densidad, material en el que Forjas del Salnés ya fabricó en 2011, en
colaboración la firma ferrolana Tepsa -líder del sector en España-, una batea
piloto que está anclada desde entonces en aguas de Combarro. “Cabe seguir
investigando porque el material es aún algo flexible de más -apunta Rodrigo
Méndez-, pero la batea en sí está comportando bien: le han quitado ya varias
cosechas y no ha habido que practicarle aún ningún reapriete”. La ventaja del
material es que “una batea así puede durar 40 ó 50 años en vez de los 15 de una
convencional con vigas de eucalipto”. El inconveniente está en el precio
“porque la de polietileno ronda los 120.00 euros, el doble que la de
eucalipto”. Rodrigo Méndez reconoce que varios bateeiros se han interesado por
este nuevo material “y de hecho se han puesto en contacto con nosotros, pero de
momento hay que esperar, investigar y mejorarlo más”.
La
crisis también sacude al sector. “Hace años fabricábamos unas 30 bateas
anuales, ahora hacemos 7 u 8” indica Rodrigo Méndez, quien apunta razones para
la merma: “la crisis económica, el sector del mejillón está muy desunido, hay
problemas con los precios, la toxina… todo ello lastra el sector”. Cierto que
los precios fabricación de una de estas estructuras flotantes no ha bajado y
sigue rondando los 60.000 euros “porque están ya muy ajustados, y sólo podría
rebajarse a costa de la calidad, a lo que nosotros no estamos dispuestos”.
En
este momento la firma tiene en cartera cuatro pedidos, dos para Domaio y otros
dos para Dena. Además no pierde de vista el exterior por cuanto cabe que tengan
que construir este año dos bateas en Valencia donde ya montaron otras cuatro en
2010. “En Valencia existen actualmente 20 bateas dedicadas a la “clóchina”, que es como conocen allí el
mejillón -explica Rodrigo Méndez-. Son estructuras construidas sobre el
esqueleto de casco de barcos, tal y como se hacía antes aquí. Ahora allí están
empezando a renovarlas y copiando ya el modelo de las actuales bateas
gallegas”.
Otra imagen de la nave Forjas del Salnés en Dena |
Pero
la crisis también afecta a los propios bateeiros que, según reconoce Rodrigo
Méndez “tratan de alargar la vida de la batea reparándola un poco aquí y allí
para ir tirando, cierto que en ocasiones a costa de la seguridad, no sólo de la
estructura sino de la persona que trabaja encima de ella”. “El problema -añade-
es que, al estirarle la vida en exceso, se suelte un flotador o una viga
maestra, y la batea se vaya al fondo o la deriva y haya que ir a buscarla como
ya tiene ocurrido en alguna ocasión”. De hecho recuerda como los temporales del
pasado año “dieron al traste con unas quince bateas, en parte porque van más
viejas”.
Al
final de su vida útil la batea es traída de nuevo a tierra. “Si los flotadores
están en buenas condiciones -apunta Rodrigo Méndez- se les dota de una nuevo
emparrillado y de nuevo al mar, sino se desmonta todo y tanto madera como
flotadores se reciclan a través de empresas especializadas”.
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