sábado, 14 de marzo de 2015

LA BATEA: DEL MONTE AL MAR

Las bateas forman parte del paisaje de costa en Galicia
Las bateas forman parte del paisaje del mar de Arousa y, por extensión, de la costa gallega donde actualmente existen 3.500 de estas estructuras flotantes en las se cría mejillón y ostra. Un emparrillado de 60 toneladas de madera, sustentado por seis flotadores de chapa industrial de hierro, y del que penden las cuerdas para la cría del molusco, son la base de esta estructura de mar que nace en el monte mismo. En Galicia existe una única empresa que ejecuta todo el proceso al completo y es la meañesa Forjas del Salnés, asentada desde hace más de 30 años en una nave de la costa de Dena. De su mano en este reportaje seguimos paso a paso el proceso de fabricación de una de esas estructuras que acabó botada al mar esta misma semana en aguas de Domaio.

Nave de la firma Forjas del Salnés en Dena, empresa líder en el sector bateeiro
Forjas del Salnés es una empresa familiar -hoy en tercera generación- que arrancó en un taller de herrero en As Covas-Meaño y que en 1974 comenzó a especializarse en la construcción de flotadores metálicos para el nuevo modelo de batea que empezaba a imponerse. Aquellos flotadores se derivaban entonces a las diversas carpinterías de mar que existían en las riberas de Arousa y donde se montaba la batea propiamente dicha. Fue en 1982 cuando Forjas del Salnés empresa levanta una nave industrial en Seixiños en Dena y empieza a asumir todo el proceso al completo. Hoy es, con 32 años, la gran firma gallega -y por extensión española- especializada en la construcción de estas estructuras. Se calcula de que su mano se han fabricado más de 500 bateas en las últimas décadas hoy a flote no sólo en la ría de Arousa sino también aguas de Combarro, Aldán, Vigo, Sada, e incluso en aguas mediterráneas de Valencia y Málaga.

Preparando vigas de batea en un monte de Xil
En el monte
“El primer secreto de una buena batea está en el monte donde hay que seleccionar madera de primera calidad para que la estructura dure más años”. Quien así habla es Rodrigo Méndez Arosa, directo de Forjas, que se encarga de la sección de trabajo en el monte. “La madera debe ser eucalipto cultivado en zona alta o rocosa -explica- porque el de zona baja y húmeda es de peor calidad y en el mar comenzará a pudrir en en seis o siete años, mientras el otro resistirá quince o más”. La de eucalipto es elegida con respecto a otras maderas “por su mayor flexibilidad y menor coste porque, aunque se ha experimentado con otros materiales, estos son de momento mucho más caros”.
Preparar la madera para una batea le supone a una cuadrilla de tres personas una semana de duro trabajo en el monte. Tras talar los árboles seleccionados -deben tener un mínimo de 30 centímetros de diámetro y 30 metros de largo- se preparan sobre el terreno las diferentes vigas con sección cuadrada para confeccionar el emparrillado, a saber: 6 vigas maestras de 40x40 cms. y 27 metros de largo, que van directamente encima de los flotadores; 11 transversales, de 30x30 y también 27 metros de largo; dos “látigos” de 40x20 y 20 metros de longitud para unir la puntas en los laterales; y una viga de amarre de 40x40 y 8 metros de largo, que es donde se engarzará la cadena que une con el “muerto” de hormigón, anclando así la batea al fondo. La estructura se completa con 70 puntones -de 10x8 centímetros- de 4,50 m. de largo y otros 70 de 6,50 m. En total, se calcula que una batea estándar necesita entre 60 y 65 toneladas de madera.
En los últimos años Forjas del Salnés consigue buena parte de esa madera en la comarca de Santiago “porque allí hay menos minifundio y se pueden encontrar montes que aporten 70 u 80 vigas, mientras que en O Salnés tenemos que hacerlo cortando en varias parcelas y eso resulta menos rentable”

Vigas de eucalipto cargadas para ser trasladas del monte a la costa
El transporte
El traslado de la madera a la nave de Forjas en Dena o a la base donde se monta la batea -caso de esta de Domaio- se realiza mediante un transporte especial por parte de una empresa externa contratada al efecto, el cual debe autorizar la Guardia Civil de Tráfico. “Se cursa un solicitud -explica Rodrigo Méndez- y Tráfico marca el horario y define el trayecto que debe realizar el camión que porta la vigas y que debe viajar siempre con dos vehículos de apoyo, uno delante y otro detrás”. “Si algún lugar de paso es complejo -añade- es la propia Guardia Civil la que cursa aviso a la policía local del municipio en cuestión que espera al convoy para aclarar el tráfico en ese punto”.
Dada las características del convoy el viaje es lento en aras de la seguridad. “Desde Santiago a Dena un porte de vigas dura unas tres horas” precisa Rodrigo Méndez, quien añade que   “en este momento sólo existe una empresa en Galicia autorizada para efectuar estos portes por toda la comunidad, y es la meañesa Transportes Simane, que es con quien trabajamos, las demás  tienen limitado su radio de acción y sólo pueden realizar el traslado de vigas dentro de una circunscripción determinada”.

Flotadores para bateas dispuestos en el exterior de la nave de Forjas en Dena 
El montaje
Mientras, en la sede de Dena durante las dos últimas semanas los siete operarios del Forjas del Salnés, han venido construyendo los seis flotadores que sostendrán la estructura sobre el agua. Se trata de piezas cilíndricas de 4 metros de largo por 2,20 de diámetro -medida estándar, que puede variar ligeramente según la demanda del cliente- que se elaboran en chapa industrial de hierro de 8 milímetros de espesor y recubierta de poliéster. Esta es otra de las claves que apunta el gerente José Manuel Méndez Lázaro: “hay que ir siempre a materiales de primera calidad, un buen poliéster, una buena madera… en ello va la longevidad de la batea”. “Nosotros tenemos flotadores en bateas que llevan 40 años en el mar -añade- y que van con su cuarto emparrillado encima, esos flotadores no aguantarían tanto tiempo si el material fuera de segunda”.

Bateas en la costa de Dena, en espera de ser tratadas por Forjas del Salnés
El montaje de la estructura se realiza en Dena si la batea está destinada para Arousa o a la ría de Pontevedra. En otros casos, como este de Domaio, se monta sobre una rampa del puerto concebida para esta finalidad “y en otros lugares como Sada las montamos arriba en el muelle y luego se bajan al mar con dos grandes grúas tipo Doniz”. Manuel García dirige desde hace 20 años el equipo de montaje. “Es un trabajo que nos puede llevar tres -afirma-, primero montamos vigas sobre flotadores y atornillamos con martillos neumáticos, y luego vamos colocando el resto de la madera hasta confeccionar toda la estructura”.
En este caso de Domaio, cuando la batea se acabó de montar en la rampa, se aprovechó una pleamar para soltar las amarras que la unía al muelle y la estructura acabó flotando en el agua y arrastrada luego por un barco a su destino. En cambio, cuando el montaje se ejecuta el Dena la empresa, con nave a pie de costa, trabaja directamente en ribera. “Aprovechamos la seca de la bajamar más larga que se produce cada 15 días -explica Rodrigo Méndez- para tener más margen de maniobra: en ese tiempo colocamos los flotadores y montamos las primeras vigas, para luego trabajar ya sobre esa estructura”. “Así -continúa- la batea está en el mar desde el primer día y no hay que bajarla. Cuando está terminada, aprovechamos el momento de pleamar más grande que se produce también cada dos semanas para que el barco del cliente disponga de calado suficiente, llegue, la enganche y la traslade a destino”.
Una vez en anclada en el mar la empresa ofrece también labores de mantenimiento. “En los primeros años ni es necesario -indica José Manuel Méndez- pero luego con el tiempo, es como un coche, y hay que ir realizando algunos reaprietes de tornillería”.

Las cuerdas, donde cría del mejilón, penden de las bateas bajo el mar
La alternativa
Una de las alternativas que maneja el sector es la batea con vigas de polietileno de alta densidad, material en el que Forjas del Salnés ya fabricó en 2011, en colaboración la firma ferrolana Tepsa -líder del sector en España-, una batea piloto que está anclada desde entonces en aguas de Combarro. “Cabe seguir investigando porque el material es aún algo flexible de más -apunta Rodrigo Méndez-, pero la batea en sí está comportando bien: le han quitado ya varias cosechas y no ha habido que practicarle aún ningún reapriete”. La ventaja del material es que “una batea así puede durar 40 ó 50 años en vez de los 15 de una convencional con vigas de eucalipto”. El inconveniente está en el precio “porque la de polietileno ronda los 120.00 euros, el doble que la de eucalipto”. Rodrigo Méndez reconoce que varios bateeiros se han interesado por este nuevo material “y de hecho se han puesto en contacto con nosotros, pero de momento hay que esperar, investigar y mejorarlo más”.

Vista aérea de la costa gallega pagada de bateas
El sector y la crisis
La crisis también sacude al sector. “Hace años fabricábamos unas 30 bateas anuales, ahora hacemos 7 u 8” indica Rodrigo Méndez, quien apunta razones para la merma: “la crisis económica, el sector del mejillón está muy desunido, hay problemas con los precios, la toxina… todo ello lastra el sector”. Cierto que los precios fabricación de una de estas estructuras flotantes no ha bajado y sigue rondando los 60.000 euros “porque están ya muy ajustados, y sólo podría rebajarse a costa de la calidad, a lo que nosotros no estamos dispuestos”.


Otra imagen de la nave Forjas del Salnés en Dena
En este momento la firma tiene en cartera cuatro pedidos, dos para Domaio y otros dos para Dena. Además no pierde de vista el exterior por cuanto cabe que tengan que construir este año dos bateas en Valencia donde ya montaron otras cuatro en 2010. “En Valencia existen actualmente 20 bateas dedicadas a la “clóchina”, que es como conocen allí el mejillón -explica Rodrigo Méndez-. Son estructuras construidas sobre el esqueleto de casco de barcos, tal y como se hacía antes aquí. Ahora allí están empezando a renovarlas y copiando ya el modelo de las actuales bateas gallegas”.
Pero la crisis también afecta a los propios bateeiros que, según reconoce Rodrigo Méndez “tratan de alargar la vida de la batea reparándola un poco aquí y allí para ir tirando, cierto que en ocasiones a costa de la seguridad, no sólo de la estructura sino de la persona que trabaja encima de ella”. “El problema -añade- es que, al estirarle la vida en exceso, se suelte un flotador o una viga maestra, y la batea se vaya al fondo o la deriva y haya que ir a buscarla como ya tiene ocurrido en alguna ocasión”. De hecho recuerda como los temporales del pasado año “dieron al traste con unas quince bateas, en parte porque van más viejas”.
Al final de su vida útil la batea es traída de nuevo a tierra. “Si los flotadores están en buenas condiciones -apunta Rodrigo Méndez- se les dota de una nuevo emparrillado y de nuevo al mar, sino se desmonta todo y tanto madera como flotadores se reciclan a través de empresas especializadas”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario