domingo, 14 de junio de 2020


 LOS DOS EULOGIOS... la saga continúa


Fue en 2013 cuando POLO VENTANUCO se abría a una historia de corazón, recogiendo aquella botella lanzada al mar por Estela Domínguez Rivarrosa, desde allende del océano, en tierras argentinas. Aquel mensaje vibró a este lado del océano, y alentó a sumergirnos y bucear para dar con sus raíces. Fue una labor ardua, con esas dosis de paciencia y fortuna, para tirar del hilo hasta dar con sus ancestros, y poder abrir entonces de par en par nuestro Ventanuco a este reencuentro. Lo hacíamos con la sensación de haber podido amplificar los corazones en busca de esas pequeñas cosas, que no se cuantifican, pero que nos dan tanto. Nos enseñó, una vez más, que lo maravilloso del mundo son "esas pequeñas cosas", que hacen que los corazones palpiten con la algarabía que alienta la memoria, para seguir escribiendo renglones en el capítulo de las emociones.
El último de esta saga, y que compartimos aquí, acaeció el pasado mes de febrero, antes del confinamiento por el Covid-19: el viaje ex profeso desde Argentina de Facundo y Mauricio, dos jóvenes del linaje de los Eulogios que, acompañados de su madre Alejandra, quisieron conocer sus orígenes meañeses, palpar la que fuera casa de los Eulogios en Vilarreis, pisar el camposanto de sus ancestros, y reencontrarse a través de este Ventanuco con Divina García, su tía-abuela, en O Couto de Abaixo en Castrelo. Un vínculo del que tanto habían hablado, pero que nunca habían tocado. Hasta este febrero.


Mauricio, Facundo y Alejandra, con la tía abuela Divina y su marido en Castrelo

En sus días en Dena tuvieron su momento para prendarse de la ría, del cruceiro de Morouzos, de las estructuras de las parras de viñedo, de la bodega casera de la tía-abuela Divina González y del hórreo que jalonaba su era. Y como en todo reencuentro de rigor que se precie en tierras salinienses, se descorchaba para la ocasión una botella de albariño -de la firma meañesa Attis- para rubricar el momento, brindando en la cocina, en uno de esos entrañables ambientes familiares que se tornan al instante tan cercanos, con tantas y tantas cosas por contar. Se hubiera necesitado de días, quizás de semanas, para relatar y beber las emociones que se generaban por doquier.
 
Alejandra ante la casa de los Eulogios en Vilarreis

Un viaje, este de Facundo y Mauricio más su madre que, en origen, remonta sus razones al año 1881, cuando nace en Dena Eulogio Domínguez Méndez, el primero de la saga, y que fue bautizado en la iglesia parroquial por el cura párroco Manuel Torres. En 1915, como tantos, partió por el puerto de Vigo para hacer las Américas rumbo Argentina, dejando en Vilarreis esposa y hijo recién nacido, el que sería el segundo Eulogio. Lo suyo fueron cinco años de suplicio en la avenida Belgrano, en el centro de Buenos Aires para, enfermo de tuberculosis, tener el tiempo justo para regresar en barco y morir en Dena el 1 de agosto de 1920.
Su esposa Dolores García Pardellas tomó entonces su relevo en la aventura americana, y se embarcó rumbo a Buenos Aires, dejando en Dena a que era su único hijo, Eulogio, con tan sólo cinco años, que quedab a cargo de su abuela Josefa Pardellas, “la molinera”, y de la entonces joven tía de niño, Divina (García). El 1929 el muchacho, el segundo Eulogio (Domínguez García), cuando cumplió los 14 años, fue requerido por su madre desde Argentina, y completó solo la travesía del Atlántico en barco para nunca más volver.


Eulogio Domínguez García y su hija Estela bailando la muiñeira en Argentina

El Eulogio Domínguez García, tras cursar Ciencias Económicas, acabó trabajando de contable en un organismo dependiente del gobierno, que era la Junta Nacional de Granos. Fruto de su matrimonio con la vasco-francesa-piamontesa, Noemí Rivarrosa Bufil, nació  Estela Domínguez Rivarrosa. Ni la abuela de ésta, Dolores, fallecida en 1965 a los 83 años, ni su padre Eulogio Domínguez García, finado en 1994 a los 80 años, pisaron ya su nunca Galicia natal. “A mi padre -rememoraba hace unos años con emoción Estela Domínguez- cuando le preguntaban la edad, acompañaba siempre la respuesta diciendo “hace 20 años que falto”, “hace 30 que falto”… Él contaba los años por su ausencia de Dena y Meaño, como si él debiera estar allá”.


Estela en su llegada a Pontevedra en 2014

Desde este Ventanuco indagamos y tiramos del hilo hasta dar con sus orígenes en Dena, con pequeña y vieja casa de la Pardellas y los Eulogios en Vilarreis, con los hijos de aquella tía Divina que, fruto de su matrimonio con Manuel González alumbró once hijos, de los cuales vivían entonces tres, en las personas de la Divina González en Castrelo, Gumersindo en O Pazo en Xil y Serafín, que desde hacía décadas emigrara también a Argentina. Desde aquí posibilitamos el reencuentro de Estela Domínguez con los suyos, aquí y tambíen en Argentina con Serafín (hoy fallecido). Fueron reencuentros -y despedidas- cargados de gestos y lágrimas agridulces, que aún guardan hoy sabor pleno en los corazones. Desde aquí los agitamos para recordar.


Estela Domínguez ante la casa de sus ancestros en Dena en 2014 
(vínculo con la foto anterior de Alejandra)

La crisis del Covid-19 cogió a Estela Domínguez en Málaga, en casa de Paqui Ramos, su amiga del alma y de la infancia que había represado hace años a España, y con la que mantiene el vínculo emocional. En sus planes estaba una segunda visita de esta traductora de inglés a Dena esta misma primavera, pero que se frustró con el confinamiento. Un viaje que ahora aplaza hasta el próximo año en espera de que la situación de normalice. Desde 2014 (rememorando al segundo Eulogio)... "Estela, hace 6 años que faltas".

 

        

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