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Roberto Varela Fariña
Embajador
de España en Uruguay
Es
el meañés que ha desempeñado el cargo político más relevante: fue conselleiro
de cultura de la Xunta de Galicia en el gobierno de Alberto Núñez Feijóo entre
abril de 2009 y enero de 2012 y actualmente es el embajador de España en
Uruguay. Roberto Varela Fariña (Dena, 1959) es licenciado en Filosofía por la
Universidad de Barcelona y en Relaciones Internacionales por La Sorbona de
París.
“MI ETAPA COMO CONSELLEIRO ME SIRVIÓ
PARA APRENDER MUCHAS COSAS DE LA VIDA”
Roberto Varela en casa de sus padres en Dena |
Cuando se aprestaba a comenzar sus estudios su padre pretendía para él la carrera de derecho pero la rehuyó: “menos médico y abogado -recuerda el padre que le dijo- cualquier cosa: para médico hay que trabajar con la sangre y para abogado hay que saber mentir: para eso no sirvo, no sé hacer ninguna de las dos cosas”. Roberto
Varela es diplomático desde hace 23 años y desempeñara antes su trabajo en las
embajadas de Bonn, Kuwait, más en el consulado de Nueva York, ciudad ésta en la
que estaba cuando en 2009 le llama Alberto Nuñez Feijóo. Estos días estuvo en España acompañando
al presidente uruguayo José Alberto Mujica de visita en nuestro país, la cual
incluyó Galicia. Un pequeño impasse permitió a Roberto Varela una visita fugaz
de apenas 24 horas a Dena para ver a sus padres con 90 años cumplidos. Pese
a su visible cansancio por una agenda repleta nos recibe de buen grado cuando
nos presentamos de imprevisto en casa de sus padres a última hora de la tarde. Al
momento entrevemos al hombre cercano y afable.
- Pese
al cansancio no se quita la corbata ni en casa a esta hora.
-
No me la quito ni para dormir (risas)
-
Presencia
fugaz la suya en Dena.
-
Sí, se debe a que acompaño al presidente
Mujica que estos días está de visita en España. Estuve con él en Cádiz, en el
País Vasco, también aquí en Galicia… Y esa visita iba a interrumpirse día y
medio en que el presidente Mujica se iba a Italia. Esa ausencia es la que me
permite venir a Dena en un impasse de trabajo para visitar a mis padres y el
resto de la familia, pero es una estancia de apenas 24 horas. Mañana miércoles [día 5 de junio para el lector] me
encuentro de nuevo en Madrid con el presidente Mujica para viajar juntos de
vuelta a Uruguay en un vuelo que supone la inauguración de la línea directa
Madrid-Montevideo por parte de la compañía Air Europa, retomando así una
conexión directa con Uruguay que había desaparecido hace unos años cuando la
dejó Iberia.
-
Uruguay
como país ¿es un destino tranquilo para un embajador?
-
Evidentemente lo es en cuánto conflictos se
refiere, pero es un destino con una buena carga de trabajo, el hecho mismo de organizar
esta visita del presidente Mujica ha supuesto un esfuerzo grande. El objetivo
de ésta es facilitarle el camino a las inversiones allí por parte de empresas
españolas, y entre ellas gallegas. Tenemos muchas empresas que están llegando,
un centro cultural con mucha actividad que depende de la embajada, un centro
cooperación, otro de formación… trabajo no falta.
-
¿Hay
recorrido en Uruguay para la inversión por parte de empresas españolas?
-
Sí, hay recorrido. Hay que tener en cuenta
que Uruguay en un país pequeño con 3,2 millones de habitantes, por lo que
consumidores potenciales no hay muchos, pero es una buena puerta de entrada
para Latinoamérica. El país está registrando unas tasas muy buenas de
crecimiento económico de más de un 5 por ciento, tiene una necesidad importante
en infraestructuras: navales, fluviales, ferrocarriles, tratamiento de
residuos…, es un país que ofrece además un buen marco jurídico con garantías
para hacer negocios, y todo esto junto hace que sea un buen momento para entrar
allí.
-
En las embajadas estamos sujetos a los mismos
recortes que se producen en el resto de la administración, de hecho al personal
se le recortó igual que al resto de los funcionarios. Por lo demás tenemos de
unos presupuestos que se han ajustado y disponemos para gastar lo que determina
el gobierno, no tenemos libertad para ir más allá. Lo que ocurre es que las
embajadas tienen en casos una imagen que no se corresponde con la realidad.
Esos edificios fueron comprados en otras épocas y que ahora nosotros únicamente
nos limitamos a mantenerlos. Por otra parte la labor de un embajador es buscar
contactos, y para ello muchas veces tienes que invitar a comer a personas que
nos puede interesar tanto política como económicamente, forma parte de nuestro
trabajo, y creo que muchas veces se infravalora esa importancia de hacer de
relaciones públicas, algo que, lógicamente, tiene un coste, pero siempre
ajustado a los presupuestos.
-
Cambiando
de tercio. ¿Cómo valora su experiencia de conselleiro? Usted que estaba como
cónsul en Nueva York ¿se dijo alguna vez aquello de “si lo sé no vengo”?
-
No, para nada. La etapa de conselleiro fue
una época de mi vida muy difícil, dura y de mucho trabajo, pero no me
arrepiento en absoluto de nada. La política tiene cosas malas, pero también las
tiene buenas, sin duda la mejor es que es un trabajo al servicio de la
gente. Mi etapa como conselleiro me ha servido para aprender muchas lecciones
de la vida, de hecho creo que ahora no soy la misma persona que antes: me volví
más prudente, más cuidadoso a la hora de hablar… No, no me arrepiento en
absoluto de la experiencia.
-
¿Se
fue desencantado?
-
No, vine con el propósito sobre todo de hacer
el año jacobeo que era el 2010. En ese tiempo que estuve al frente de la
consellería aprendí mucho y entendí perfectamente la decisión del presidente de
reducir el gobierno en las circunstancias actuales. Además estaba la opción de
volver a mi carrera diplomática y hacerlo en un país tan vinculado a Galicia
como es Uruguay. De hecho el traer al presidente Mujica aquí a Galicia es
también un pequeño triunfo de mi gestión, porque estaba prevista su visita a
Madrid, al País Vasco que es de donde dice que proceden sus antepasados, de ahí
que su viaje tuviera cierto componente sentimental, pero yo insistí mucho en
que incluyera también en su visita nuestro país porque existe un vínculo muy
grande de entre Galicia y Uruguay.
-
¿Le
gustaría volver a un cargo político?
-
No cierro esa puerta pero en este momento
estoy de embajador, un cargo que tiene también su componente político, es mi
carrera en la que llevo 23 años y estoy a gusto en ella, prefiero no pensar en
el futuro porque aún tengo muchas misiones en Uruguay.
-
El
fallecido Jorge Domínguez le dijo un día que usted debía presentarse a alcalde
de Meaño.
-
Tengo un grato recuerdo de esa anécdota.
Jorge era una gran persona y un día, no sé si medio bromeando o medio en serio, me preguntó: “oye, ¿por qué no te presentas a alcalde de Meaño?”. Yo me
eché a reír, no sé si me estaba tomando el pelo o si estaba en serio y le
contesté: “bueno, a lo mejor nunca se sabe, cualquier noche sale el sol”.
-
Y
pensando en el futuro ¿nunca se le pasó por la cabeza una posibilidad así?
-
Todo lo que sea labor de servicio público es
algo que me agrada y que hice toda la vida, pero la verdad es que nunca se me
pasó por la cabeza, pero, vamos, nunca quiero decir que no a nada.
-
Usted
mantuvo ciertos vínculos con Jorge Domínguez, quien era además de su misma
quinta aquí en Meaño. ¿Cómo se entera de su fallecimiento?
-
Mi hermano me mandó inmediatamente un sms, y
acto seguido llamé al concello donde me lo confirmaron. Al poco me empezaron a
llegar teletipos. Fue un momento duro porque cuando la muerte de una persona
querida le pilla a uno lejos parece que le afecta un poco más. Tengo muy buenos
recuerdos de Jorge y de él solo puedo decir cosas buenas. Durante mi época de
conselleiro me pidió muchas cosas para Meaño pero coincidió con la época del
inicio de los recortes, la etapa fue además breve, apenas tres años y,
desgraciadamente, no hubo mucho tiempo. Pero tuvimos una buena relación, me
hacía sentir cómodo y el estaba orgulloso que la Xunta tuviera un conselleiro
de Meaño.
-
Hubo
incluso una iniciativa por parte del grupo de gobierno de Jorge Domínguez es su
última etapa de nombrarlo a usted hijo predilecto de Meaño.
-
Sí, no sé como quedó eso al final, pero no
importa. Para mí lo que realmente fue un honor es que poco tiempo antes de
fallecer Jorge se acordara de mí y quisiera reconocerme, con eso es suficiente,
lo demás no importa.
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