Meañeses por el mundo (III): Nicaragua
Guillermo Rodríguez Barreiro
A
sus 34 años el meañés Guillermo Rodríguez Barreiro dirige la delegación de la
ONG “Amigos de la Tierra” en Nicaragua. Desde este país centroamericano evoca
su Meaño natal y nos habla de sus proyectos y sus sueños -entre ellos su
ilusión de expandir allí el cultivo de la vid y experimentar con cepas
albariña en Nicaraguas-. El país lo acogió hace ahora doce años y le caló tan hondo que decidió establecerse y formar allí una familia. “Guiller” es uno de esos
entrañables meañeses que tenemos hoy por el mundo.
“PLANTÉ CUATRO CEPAS DE ALBARIÑO QUE ME
TRAJE EN LA MALETA DESDE MEAÑO”
- ¿Cómo acaba un meañés de voluntario en Nicaragua?
- Fue
a raíz de estar estudiando ingeniería agrícola en Ourense que entré en contacto
con la ONG Amigos de la Tierra. Primero estuve con ellos en movilizaciones en
La Haya contra el cambio climático. Luego, cuando planeaba estudiar Ciencias
Ambientales en León dispuse por circunstancias de un año sabático. En ese tiempo
cabía la posibilidad de acceder a una beca para irme de voluntario con esta ONG
a desarrollar proyectos ambientales en Suecia, lo que era para mí además una
oportunidad estupenda para perfeccionar el inglés. Pero al final la beca surgió
para Nicaragua, de hecho era la primera que se otorgaba para un país no europeo
y, aunque no entraba en mis planes, tenía 22 años y me atreví a probar. En
principio se trataba de estar sólo un año, pero luego a la persona que estaba
al frente de la ONG y que llevaba ocho años en Nicaragua le surgió una
oportunidad profesional en España, regresó y me recomendó para que yo asumiera
la dirección de la ONG aquí. Y así llevo en este país desde 2001.
- Tengo entendido además que has echando
raíces.
- Sí,
estoy casado con una nicaragüense y tenemos dos hijos, la parejita, con doce y
dos años.
- ¿En qué parte de Nicaragua vives?
- Vivo
en la capital, Managua, que es donde está la sede de nuestra ONG. Pero luego
viajo mucho por todo el país e incluso por Centroamérica para supervisar proyectos.
- Tenemos
muchos, pero yo destacaría cuatro: uno en
Río San Juan, en el Sureste del país; otro en Somoto, en el Norte; un tercero
en un municipio de la isla de Ometepe, en el lago Nicaragua; y un cuarto en el
Golfo de Fonseca, que incluye los países de Nicaragua, Honduras y El Salvador.
Todos son proyectos encaminados a dos objetivos: por una parte, proteger el
medio ambiente en zonas especialmente sensibles y, por otra, trabajar con la
población empobrecida que habita esas zonas. Así, tenemos activos proyectos
para proteger especies en peligro de extinción, como la tortuga marina o los
manglares, pero también otros con las personas para desarrollar programas de
agricultura ecológica, pesca y marisqueo responsable, pozos de agua y turismo
comunitarios en comunidades empobrecidas, construcción de escuelas, programas
de alfabetización de adultos…
- ¿Cuántas personas integran el equipo de
Amigos de la Tierra Nicaragua que diriges?
- Somos
catorce, de ellos dos gallegos, el compañero Xavier Fernández y yo. Los otros
doce son nicaragüenses. En el equipo empezamos siendo sólo tres en su día y yo
llevaba la representación de Amigos de la Tierra para toda Centroamérica. Pero
la ONG se asentó y hoy tiene delegaciones en Honduras, El Salvador y otros
países centroamericanos. Entonces Nicaragua pasó a disponer de
delegación propia y el equipo creció conforme lo hicieron los proyectos.
- ¿Cuál es tu trabajo diario en la ONG en
Nicaragua?
- Un
60 por ciento del tiempo lo empleo en trabajo de gabinete en Managua desde
donde hacemos el seguimiento y la coordinación de los diferentes proyectos no
sólo en Nicaragua, sino también en contacto con Amigos de la Tierra España,
Salvador, Honduras… El resto es trabajo de campo con viajes a través del país
para supervisar proyectos, hablar con la gente de la zona, escucharles,
resolver los problemas que nos plantean e identificar proyectos nuevos para los
que buscamos luego financiación.
- El
reto en este momento es estabilizar los muchos que tenemos abiertos. Pero a
nivel personal sí me gustaría empezar a desarrollar la producción de uva en
Nicaragua. La última vez que estuve en Meaño me vine con cuatro cepas de
albariño en la maleta y las planté en una finca que tengo aquí, han brotado
pero de momento están muy pequeñas… no sé si les sentó bien el viaje (risas).
De hecho yo estudiara ingeniería agrícola en Ourense pensando en meterme en el
mundo del vino en Galicia, luego aquí en Nicaragua hice la carrera de agrónomo
y la tesis, que tengo todavía aún pendiente, versa sobre la posibilidad de
ampliar la viticultura en el país. En Nicaragua no existe tradición de vino, la
uva es un artículo de lujo, la poca que hay se consume fresca y eso que
aquí el clima permite recoger ¡tres cosechas al año!. De momento estoy probando
estas cosas en mi finca y, si funcionan, me gustaría extender el cultivo y la
producción de uva a zonas necesitadas.
- Por cierto, ¿se ve el albariño en
Nicaragua?
- Aquí
la mayoría del vino llega de Chile, Francia, algo de España e Italia. Pero sí
he visto un albariño en un restaurante de pescados, que son los más caros que
existen por aquí, era un albariño de O Rosal, lo vi en la carta y me enseñaron
la botella, pero no recuerdo el nombre. Eso sí, recuerdo que era carísimo,
lógicamente con aquel precio no lo consumí.
- Cuando uno lleva doce años en un país
como Nicaragua, trabajando con comunidades empobrecidas… supongo que cambia
mucho la perspectiva de la cosas, la escala de valores que uno tiene, ¿no?
- Cambia
radicalmente. Aquí ves la otra cara, la de mucha gente que vive con mucho menos
y que está más satisfecha que nosotros en España que tenemos mucho más. Ves
gente que sólo tiene para comer al día siguiente y, sin embargo, no se les quita
la sonrisa de la cara. Eso te demuestra que hay otros modos más sencillos de
vivir, lejos del modelo materialista y consumista en que fuimos educados y que
conocemos ahí.
Inaugurando invernadero comunitario para mujeres productoras de hostalizas en Los Guatuzos |
- Supongo que, al lado de lo que se vive
ahí, la crisis económica que atraviesa Europa, y España en particular, puede
hasta resultar anecdótica ¿no?
- En
parte sí porque en Nicaragua se vive una crisis permanente con gente muy
expuesta a inundaciones, terremotos, huracanes, sequías… Son gente que tiene
como techo una casa de plástico y que padece auténticas dificultades para
cubrir de forma elemental las necesidades más básicas que te imaginas. Este es
un país de enormes desigualdades donde la mayoría de la población es realmente
muy pobre. Además, desde la distancia, yo pienso que la crisis en España es
algo relativo: me parece de ficción que el país cayera tanto en tan sólo tres
años, creo que ahí el sistema político está contribuyendo a engrandecer esa
crisis escondiendo la base del problema y permitiendo que algunos se estén
enriqueciendo a costa de la gente que realmente padece la crisis.
- ¿Se está percibiendo a raíz de ello el
retorno de emigrantes nicaragüenses desde España?
- De
momento no, la gente aguanta. Y eso que cuando yo llegué aquí hace unos años se
iba mucha para España y para Estados Unidos. De hecho en España hay colonias
importantes de nicaragüenses en ciudades como San Sebastián, Zaragoza o Madrid.
Pero la gente se aferra al país a donde emigró, manda menos dinero, pero de
momento aguanta ahí.
- Desde
Galicia lo más directo es ponerse en contacto con las oficinas que Amigos de la
Tierra tiene en Vigo o en Ourense. A partir de ahí se encauza la línea de
colaboración como socio o incluso la posibilidad de hacerse voluntario. La ONG
está creciendo y ampliando su base social y de hecho notamos un interés cada
vez mayor de la gente por estos proyectos.
- ¿Cómo se valora desde ahí el gobierno de
Ortega y del Frente Sandinista?
- Aquí
a una primera época del Frente Sandinista le siguieron en los 90 una serie de
gobiernos conservadores, muy serviles a los intereses norteamericanos y que
duraron 16 años. Ahora el Sandinismo volvió con Ortega y este sí es un gobierno
que muestra más interés por la gente, algo que también es bueno para nuestros
proyectos porque ahora el gobierno es más receptivo para con ellos. Con Ortega
el país ha progresado mucho, hasta mis padres la última vez que vinieron a
visitarme desde Meaño me decían que se
notaba un cambio grande en los tres ó cuatro últimos años: en la gente, las
carreteras… todo había mejorado mucho con respecto a la última vez que ellos
estuvieran aquí y de hecho lo percibían. Ahora bien, lo que le echan en cara a
Ortega es el control que ejerce sobre los medios de comunicación, el colocar a sus
hijos y otros miembros de la familia en ministerios y puestos del gobierno, que
algunas personas del Frente Sandinista se hayan, como quien dice, aburguesado…
Yo personalmente considero que sí se están logrando cambios positivos para la
población más desfavorecida que estuvo olvidada por muchos años.
- Lógicamente
el contacto con la familia y los amigos, a muchos de los cuales conozco desde
que éramos niños. Pero algo curioso que sí echo de menos últimamente son las
estaciones. En Nicaragua vivimos en un verano permanente, tenemos siempre doce
horas de luz solar desde las 5,30 ó 6 de la mañana hasta las 17,30 ó 18 horas.
Echo de menos, por ejemplo, el invierno, esos días fríos o de lluvia que tienes
que estar encerrado en casa y que invitan más a la lectura, a la reflexión.
Aquí eso no existe, siempre mantenemos el mismo ritmo. Por eso me gusta ir a
Meaño por Navidad, no sólo por las fiestas y el estar en esas fechas con la
familia, sino porque ahí es invierno. Cada vez que voy mi madre lamenta mi mala
suerte si llueve continuamente, en cambio yo estoy encantado.
- ¿Cada cuánto tiempo vienes por acá?
- Solemos
ir cada año en Navidades porque, como te decía, además de ser la fecha idónea
para coincidir con mis hermanos que también andan por otros países, también me
gusta reencontrarme con el invierno, el frío y la lluvia.
- Supongo que Internet ayuda a paliar la
distancia ¿no?
- Muchísimo.
Hasta mis padres se pusieron en esto de la red y con la webcam pueden ver
incluso a sus nietos desde ahí, algo que sin duda resulta emocionante.
- ¿Y cuál ese lugar concreto que uno echa más
en falta desde el otro lado del océano?
- La
playa de A Lanzada y los ríos que, además, en los últimos años se han
recuperado con paseos y senderos maravillosos. No dejo de visitar esos lugares
cada vez que voy por ahí.
- ¿Y de Meaño en particular?
- Como
me gustan los ríos en Meaño me encanta bajar hasta el río en Lores, y lo sigo
haciendo cada vez que voy. En los últimos años han llevado a cabo además una
recuperación fantástica de la ribera con un paseo y un sendero estupendo.
También rindo visita a las churrasquerías de Dena, porque a mi mujer le encanta
el churrasco, y me gusta aquella taberna que hay en Xil… ¿cómo se llamaba?… la
de Cancela.
Visitando el invernadero de mujeres de Upala en Costa Rica |
- Las
ciudades coloniales, sobre todo Granada, una ciudad pegada al lago de
Nicaragua, que fue la primera que los españoles fundaron en el continente y que
es hoy patrimonio de la humanidad. Tiene una bahía fantástica, la Playa de San
Juan del Sur, con un antiguo puerto marinero, que recibe mucho turista. Al sur
de ésta existen unas playas donde desovan ¡hasta 17.000 tortugas marinas!, sólo
hay siete playas del mundo en que tenga lugar este fenómeno y dos de ellas
están en Nicaragua. Recomendar también la isla de Ometepe, la única isla del
mundo con dos volcanes en medio de un enorme lago de agua dulce, el segundo más
grande de América, y en la que se puede hacer una espléndida caminata de cinco
horas para ascender a uno de los conos volcánicos que presiden la isla. Por
último, aconsejar el río San Juan, un punto caliente de biodiversidad extrema
que tiene además una bella historia de piratas que remontaban este río desde el
Caribe para atacar las antiguas ciudades coloniales españolas.
- Y desde el punto de vita gastronómico
¿que no debemos dejar de saborear?
- Es
este sentido haría dos recomendaciones. Por una parte, probar el “indio viejo”,
una base de maíz, producto esencial en la dieta nicaragüense, en la que mezcla
a modo de revuelto, carne de vaca desmenuzada y especias. Y por otra el
“nacatamal”, también una masa de maíz sobre la que dispone carne de cerdo,
pimiento, algo de patata… y todo ello se cuece envuelto en una hoja de plátano.
De hecho el “nacatamal” con café y pan es el desayuno típico nicaragüense.
- Lo tendremos en cuenta si visitamos
Nicaragua.
- Muy
bien, aquí estamos. Un abrazo a todos los meañeses. Hasta pronto.
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