PARADELA vs LORES:
HISTORIA DE UNA VIEJA RIVALIDAD FESTIVA
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Vecinos de Paradela en la era de Benito "de Pas" recordando las antiguas fiestas. De izquierda a derecha, Elías Castro, José Otero, Juanito "da Gandra" y Anselmo Castro |
El
municipio de Meaño estuvo compuesto siempre de siete parroquias: Dena, Meaño,
Lores, Simes, Xil, Cobas y Padrenda. Pero hace medio siglo esta configuración
territorial pareció tambalearse por momentos cuando a raíz de las fiestas en
Paradela, en este barrio de Lores afloró tal rivalidad por con su capital que
ésta acabó vistiéndose por momentos de tintes secesionistas que duraron años.
Tanto que en Paradela se llegó reivindicar el erigirse en octava parroquia del
municipio. La de este reportaje es una mirada retrospectiva a aquella rivalidad
hoy superada, pero que forma parte de la historia reciente del municipio
meañés.
La
geografía hace del barrio de Paradela el más distante del núcleo de Lores. Para
llegar a él, el vial, hoy ancho y aglomerado pero hace medio siglo un estrecho
camino de tierra, debe sortear una zona de monte, por lo que Paradela a ojos
del visitante, parece más una prolongación de la localidad de Meaño que un
barrio propiamente dicho de Lores. Ello contribuye en parte a la forja de una
identidad en cierto modo particular.
La
historia que aquí nos ocupa nos retrotrae a este barrio a mediados de los años
50, cuando estaba conformado entonces por tan sólo una treintena de casas. Las
fiestas patronales de que se celebran cada año en Lores a inicios de octubre no
iban a organizarse en una de aquellas ediciones al haberse disuelto la comisión
organizadora. Fue entonces cuando una delegación de vecinos de Paradela,
encabezados por Benito Otero Balboa (Benito “de Pas”), Aurelio Castro Pérez, y
Manuel Gómez Domínguez, decidieron en el último momento integrar una comisión
para organizar la fiesta del Carmen, el segundo domingo de octubre. Con tal
motivo se entrevistaron con el cura párroco, Luis Costa Cambón, buscando la
conformidad de aquel para, dado que Lores no iba a organizar verbena alguna,
pudiera hacerse ésta en Paradela con el dinero que aportaran únicamente los
vecinos de aquel barrio.
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Elías Cstro revivió la primera fiesta |
Aquella
fue la primera fiesta de Paradela que significó la ruptura y el principio de
una rivalidad que duró décadas. Elías Castro, vecino del barrio y que hoy vive
afincado en Meaño, rememora el momento: “Yo, que nací en 1946, debía tener unos
diez años, recuerdo que aquella primera verbena de Paradela se celebró en la Campina da Bouza (a la altura del hoy nº
33 del barrio). No puedo precisar si tocó la orquesta Melodías o la Columbia,
pero sí recuerdo bien las risas de la gente cuando Pepe “O Gameiro” se atrevió
a subir al palco a cantar, aquello fuera todo un show”.
Los
vecinos de Lores reaccionaron y recuperaron sus fiestas al año siguiente,
incluida la del Carmen. Mas Paradela no cedió y estaba dispuesta a convertir su
verbena del Carmen en tradición, sin importarle que Lores organizara la suya propia.
Y así fue que durante veinticinco años Lores celebraba dos verbenas por el
Carmen y en el mismo día: la que acogía el centro de la localidad (entonces en
el lugar e A Laxe) y la que promovían los vecinos de Paradela en su propio
barrio. Durante décadas compitieron por ser mejor que la vecina, contratar a
las mejores orquestas y echar la descarga de fuegos más larga. La rivalidad
creció hasta extremos impensables, pasando por momentos de la retranca a la
crispación. Incluso los vecinos de otras localidades cercanas se posicionaban y
acudían a una u otra según las simpatías que despertara en ellos, “hasta el
punto que en alguna ocasión parte de los músicos de la banda de Meaño que
estábamos más con Paradela fuimos un año a tocar allí gratis” rememora Porfirio
García, otrora clarinete de la banda meañesa.
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Orquesta Melodías, asidua de las fiestas de Paradela, en una fota de la época |
Orquestas
como la “Sintonía” de Vigo y “Poceiro” llegaron a ser asiduas en Paradela,
mismo las bandas de Castrelo y Meaño, que bajaban desfilando desde Pereiras y
recorrían el barrio protagonizaron famosos “mano a mano” sobre aquel escenario
decorado con mirtos y que fue cambiando de ubicación con el tiempo: “tras aquel
primer año en la Campina da Bouza se trasladó a la era de Benito de Pas -recuerda Elías Castro-, luego a
la de José Dopazo y, en los últimos años a la era de la Gandra”. Él nos da la
clave de como un barrio de apenas 30 vecinos podía organizar tamaña verbena:
“la gente -explica- cuando acudía a la taberna de Benito de Pas, la única de Paradela y que estaba en el centro oficiando de
sede, iba dejando allí a lo largo del año sus aportaciones para la fiesta del
Carmen”. “A inicios de los años 70 -continúa- los vecinos aportaban 5.000 o
6.000 pesetas a lo largo del año, y esa cantidad, para hacerse una idea, era
por entonces el sueldo de un mes de un obrero”. José Otero González, que
integró en su día la comisión, recuerda como “en ocasiones pasábamos a pedir de
segundas porque no llegaba el dinero. Había vecinos que a inicios de los 70
aportaban 11.000 pesetas, yo mismo recuerdo que en una de aquellas ediciones
llegué a poner 22.000 pesetas, tal era la pasión aquí por las fiestas en
nuestro pulso con Lores”.
Pero
no sólo era dinero. Para mantener aquel pulso Paradela tenía que trabajar en la
fiesta durante todo el año. De hecho la hija de uno de los promotores del
evento entonces, recuerda como “tras la cosecha del maíz las mujeres íbamos
casa por casa a buscar cestas de espigas que donaban los vecinos, luego nos
juntábamos en casa de Carmucha da Gandra para desgranar las espigas, y aquel
grano se le vendía a la señora Pepa “A Calienta” quien a su vez vendía luego la harina en O
Grove. Y lo mismo hacíamos con el vino, todo con tal que conseguir dinero para
la fiesta”.
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A la izquierda Elpidio Castro, en el centro Benito de Pas y a su derecha Luis Lema y José "da Gandra" |
Las
verbenas de aquellos años en Paradela debieron mucho, entre otros, a gente como
José Otero González, Gumersindo da Freixa, José Laredo, Benito Otero, Luis
Lema, Ramón Lorenzo González, Elpidio Castro, Paco y Anselmo Castro, o el
propio José Otero (“Pepucho da Balada”) en la última época. Su obstinación hizo
que aquel pulso se mantuviera durante décadas. En ese tiempo el roce con Lores
creció tanto que, según reconocen algunos vecinos, “en algunos círculos se
llegó a hablar de la posibilidad de construir una capilla en Paradela, de
pasarse a Meaño o de convertirse en la octava parroquia del municipio... pero
sólo fueron comentarios, nunca se promovió nada serio en ese sentido”.
Aquella
rivalidad estuvo salpicada de anécdotas y hasta contó con su episodio trágico.
De las primeras nos habla Elías Castro: “recuerdo que un año, sin nadie
saberlo, compramos entre varios tal descarga de fuegos que, a medianoche,
mandamos parar a la orquesta y estuvimos echando fuegos durante tres cuartos de
hora”. Las escaramuzas eran frecuentes: “en otras ocasiones -continúa- bajaban
los de Lores con sus vehículos para bloquear el paso de la gente que quería
bajar a la fiesta a Paradela. Recuerdo también una noche de la víspera en que
aparecieron rajadas las lonas que cubrían el palco, e incluso en una ocasión
que se les estropeó la amplificación en Lores y bajó un comando de jóvenes que,
en el descanso y aprovechando un despiste, se llevaron el amplificador de la de
orquesta de Paradela”. Elías Castro quita hoy hierro a todo esto: “aunque por
entonces se tomaba el asunto muy en serio hoy son anécdotas con las que nos
reímos. Pienso que todo eso está superado”.
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La vieja taberna de Banito de Pas en una foto actual. Este era el epicentro de la organización de las fiestas |
El
episodio trágico ocurrió en 1968 cuando en la noche de víspera falleció el hijo
de Benito de Pas, quien durante años
había oficiado como auténtico patriarca del barrio y que era entonces uno de
los grandes promotores de una verbena que por entonces se celebraba en la era
de su casa. José Otero Serén, que así se llamaba el joven fallecido, tenía 23
años. La conmoción fue general. Aunque cierta leyenda urbana vinculó el deceso
a la verbena, nada había sido más lejos de la realidad, por cuanto el óbito se
produjo por causas naturales en el domicilio familiar durante la madrugada.
A
contrarreloj el barrio desmanteló el recinto de fiestas en horas. La verbena
que iba a celebrarse al día siguiente y donde iban a tocar juntas las orquestas
“Sintonía” y “Melodías”, se suspendió.
Tampoco se celebraron las ediciones posteriores. Aún así la fiesta conoció un
último arreón y se recuperó a inicios de los 70. Paradela siguió manteniendo su
pulso con Lores, según refieren los vecinos, hasta 1977 en que la verbena
desapareció para siempre. Mas aquel resquemor interno aún permaneció latente
durante años. El cura párroco José Rial, cuando asumió la parroquia de Lores en
1985, fue uno de los artífices de que las diferencias se fueran limando con el
tiempo. Aun así todavía hoy es tradición que los matrimonios de Paradela
mayores de 50 años se reúnan en una comida anual que evoca cierto espíritu de
los años pasados, comida que congregó en la edición de 2013 a 70 personas y que
sirve como punto de reencuentro “tanto para los matrimonios que viven aquí como
para aquellas personas que nacieron y se criaron en Paradela pero que hoy ya no
residen aquí”, explican sus promotoras.
Para recordar: fotos actuales de los viejos campos de fiesta de Paradela
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La primera fiesta fue en la Campina da Bouza |
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La era de Benito de Pas fue el segundo campo de fiestas |
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La era de José Dopazo albergaba las fiestas en 1971 |
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El último recinto fue la era de la familia Gandra a finales de los año 70 |
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